No fuiste infiel, pero tus hijos se parecen a tu 'ex'...

No fuiste infiel, pero tus hijos se parecen a tu 'ex'...

La telegonía postula que el hijo/a de una pareja podría tener características físicas heredadas del ADN presente en los espermatozoides de una pareja anterior que tuvo esa mujer. Había sido descartada como teoría, pero la cosa ha cambiado después de lo publicado en una revista científica.

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Foto, fuente: pixabay.com

Cuando nace un bebe, generalmente los padres, abuelos, familiares y amigos intentan encontrar el parecido con la madre, padre o alguno de los abuelos. Pero, eso muy probable no sea posible hasta que los chicos empiezan a crecer y desarrollarse. ¿Y si tu hijo se parece a tu ex? Ya sé, entras en pánico.

En algunos casos, no hay ninguna duda de quién fue la madre o el padre. La impronta genética en las características físicas de una hija o hijo son evidentes, ciertos genes de uno de los progenitores tienen un efecto dominante en su expresión; por ejemplo, en la cara, manos, forma de la cabeza, pies, entre tantas otras características. Esta situación también es conocida como "imprinting genético". Este efecto físico es esperable y agradable para los padres, y no generaría evidentemente ningún tipo de problema.

Cuando llega un hijo a una familia, es un momento de crisis en una pareja, porque cambia la estabilidad que tenía esa pareja, y deben adaptarse a una nueva situación. Por supuesto que es lo más lindo que les puede pasar a esas personas que formaron una familia.

Ahora, hay una situación que puede ser verdaderamente dramática: ¿tu hija o hijo se parecen a tu expareja? Una situación compleja y muy difícil de manejar. Hay que imaginar este momento, en el cual una mujer le jura a su pareja que aunque el hijo se parece a su 'ex', no le fue infiel. Hasta hace unas semanas, esto era imposible de explicar con palabras ni justificar científicamente, aunque el término en inglés "telegony" (en español, telegonía) fue introducido en el 1800s.

La telegonía postula que habría transmisión genética (hereditaria) en la progenie (hija o hijo) de un hombre que tuvo relaciones sexuales anteriormente con la madre de esa hija/o. Para simplificarlo, el hijo/a de una pareja podría tener características físicas heredadas del ADN presente en los espermatozoides de una pareja anterior que tuvo esa mujer.

Según la definición en la Enciclopedia Británica, fue Aristóteles (384 AC-322 AC) quien alegó que la herencia de una persona está influenciada no sólo por su padre, sino también por los hombres con los que la mujer pudo haber tenido relaciones sexuales previamente.

Históricamente, el primer ejemplo clásico de esta increíble teoría se describió en 1820, según la revista Lancet. El conde de Morton comunicó esta observación a la Royal Society of London (Sociedad Real de Londres). Morton intentaba domesticar un animal extinto, la quagga (Equus quagga quagga), una subespecie de la cebra (Equus quagga). Se vio obligado a cruzar un macho quagga con una yegua árabe femenina. El híbrido (cruce de 2 especies o subespecies) resultante era predecible, pero la singularidad apareció cuando la yegua árabe fue posteriormente servida con un padrillo árabe: su descendencia poseía características de color y pelo de la quagga.

Un ejemplo cotidiando en el cual se pondría en práctica este concepto sería en la cría de perros de raza, según me informaron. Donde los criadores son muy cuidadosos para evitar características físicas inesperadas.

Esta teoría fue desacreditada durante cientos de años, y se publicaron pocos estudios sobre este tema. Pero, recientemente, tomó fuerza con la publicación hace pocas semanas de un estudio científico en la revista Ecology Letters. De acuerdo a esta investigación, realizada en moscas, se comprobó la teoría de la telegonía: se cruzaron inicialmente moscas hembras inmaduras con 2 tipos de machos, pequeños y grandes. Cuando las hembras eran maduras, las volvieron a cruzar con esos machos, y descubrieron que el tamaño del producto de la concepción ("mosca bebé") era determinado por la anterior pareja sexual macho de la madre.

El mecanismo más aceptado sería la incorporación del ADN de millones de espermatozoides de un macho anterior en los tejidos del tracto genital femenino, y a partir de ahí tendría un impacto en el óvulo.

Por supuesto, que aunque sea un evento nuevo y sumamente interesante, es muy raro.

Y, cuidado, no es mi intención que esta columna se convierta en una excusa perfecta que justifique aventuras amorosas prohibidas.