Capítulo XIV: El coronel

Capítulo XIV: El coronel

A última hora de la tarde, cuando dio por terminada su entrevista con Mister Crujidor, el Capitán Pescanova subió de nuevo a la comisaría. Ya no quedaba casi nadie. El Capitán volvió a sentarse frente a su mesa y encendió el ordenador. De repente, sonó el teléfono.

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Nos encontramos en Marketinia, una ciudad habitada exclusivamente por logotipos publicitarios y personajes de los anuncios. Nuestra historia comienza el día en que la policía encuentra el cadáver de Mimosín, el osito del suavizante. Parece haber sido asesinado. Y de forma no demasiado suave. El Capitán Pescanova, un exmarino reciclado a poli, es el oficial a cargo del caso. Sus primeras indagaciones no son muy prometedoras. Tras descartar de momento al desconsolado novio del peluche, Mister proper, y a su aparentemente aún más desconsolado ex, el Gigante verde, el Capitán habla con el forense que realiza la autopsia, el mayordomo de Tenn, que le da una pista interesante: en el cuerpo de Mimosín había restos de leche condensada.

A última hora de la tarde, cuando dio por terminada su entrevista con Mister Crujidor, el Capitán Pescanova subió de nuevo a la comisaría. Ya no quedaba casi nadie. El Capitán volvió a sentarse frente a su mesa y encendió el ordenador para hacer unas búsquedas en Internet. De repente, sonó el teléfono de su mesa.

- Pescanova -Exclamó nada más descolgar. Le encantaba contestar al teléfono así, como hacían los polis de las películas. No diciendo sí, dígame o ¿hola?, sino limitándose a pronunciar su apellido.

- Ah, Pescanova, al fin le encuentro, ¿podría venir un momento a mi despacho?, me gustaría hablar con usted.

Mierda, el jefe -pensó-. ¿Qué querría ahora?

- Voy ahora mismo, Coronel -respondió resignado.

Colgó y recorrió el pasillo hasta la última puerta, en la que había una placa en la que se leía "Coronel Tapioca, comisario Jefe". Llamó con los nudillos.

- ¡Adelante! -se escuchó desde dentro.

El Capitán entró en el despacho.

- Buenas tardes, Coronel.

- Me alegro de verle, Pescanova, siéntese por favor.

El Coronel Tapioca lucía un no muy bien cuidado mostacho y vestía con ropa de camuflaje. La verdad es que bien pensado, aquello más que una comisaría, parecía el local de ensayo de Village People.

- Bueno, Capitán, cuénteme, ¿qué tal va el caso Mimosín?, ¿algún progreso? -preguntó.

- De momento las cosas no están demasiado claras, pero tengo una pista prometedora. Pensaba salir de viaje mañana por ese motivo.

- ¿De viaje? ¿A dónde?

- Al Norte. Estoy seguro de que allí averiguaré algo importante.

- Al Norte, ¿eh? Bueno, usted sabrá... Eso sí, tenga en cuenta que el clima allí es algo hostil en esta época del año. Supongo que irá usted bien equipado...

Ya estamos -pensó el capitán Pescanova. El Coronel Tapioca era un obseso del equipamiento. Ahora, como siempre, vendría el repaso al material.

- Veamos -prosiguió el Coronel-. ¿Lleva usted brújula?

- Bueno... creo que sí, pero...

- ¿Cree? ¡Cómo que cree! ¿Cuántas veces se lo tengo que repetir, Pescanova? El equipamiento lo es todo en este trabajo. Creo, creo... ¡no basta con creer! Hay que estar seguro de que se lleva todo lo necesario, ya sabe: cantimplora, linterna, navaja multiusos, pastillas potabilizadoras, comida liofilizada, mosquetones, cuerda de escalada, arnés, piolet, crampones, casco, gafas anti ventisca, un pequeño botiquín, saco de dormir, tienda de campaña, ... vamos, lo básico para ir a un sitio de montaña.

- Bueno, en realidad no es alta montaña, creo que se puede llegar en coche, y...

- ¿En coche? ¿Qué tipo de coche? ¿Y si falla el coche? Escuche, Pescanova, así no vamos a ninguna parte. Pase ahora mismo por el almacén y equípese como es debido. Y en cuanto al caso Mimosín, quiero que me tenga permanentemente informado. Llámeme cuando vuelva de ese viaje y cuénteme qué ha averiguado.

- Vaya, no sabía que éste fuera un asunto tan importante...

- ¿Importante? Eh... bueno... pues... sí, en realidad aún no sabemos si lo es, claro... -a Pescanova le pareció advertir cierto nerviosismo en su jefe al contestar- pero bueno, se trata de un asesinato. Todos los asesinatos son importantes. Tenemos que estar seguros de que encontraremos al verdadero responsable.

- De acuerdo, le tendré al corriente de mis avances -le tranquilizó el capitán mientras se levantaba para marcharse-. Y ahora, si me disculpa, debo terminar unas gestiones.

Cuando ya estaba en el pasillo, escuchó de nuevo la voz del Coronel.

- ¡Pescanova!

- ¿Sí, Coronel? -contestó el aludido volviendo a asomarse.

- ¡Y no olvide el Camping Gas!

Era tan suave se publica por entregas: cada día un capítulo. Puedes consultar los anteriores aquí.