Besa mi marca

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Redferns

Cada cierto tiempo, aparecen noticias sobre las aparentes excentricidades de las multinacionales a la hora de registrar marcas. En su mayoría, son historias desenfocadas sobre sus intentos de apropiarse de palabras de uso común (Nestlé y la palabra inglesa "joy" -felicidad-) o incluso colores (Pepsi y el azul), y poco importa que en realidad esas palabras solo sean registradas en el marco de un eslogan y para un uso comercial muy determinado, o que los colores supuestamente apropiados únicamente queden registrados en una tonalidad muy específica y para su exclusivo uso en envases; la leyenda de que las empresas están colonizando el diccionario siempre es más atractiva.

El turno esta vez es para Gene Simmons, el bajista del grupo Kiss. Simmons ha presentado una solicitud ante la Oficina Norteamericana de Patentes y Marcas para registrar la "mano cornuda". Este es el titular más habitual que encontraremos; aunque no sea del todo correcto, es el que mejor permite entretenerse en un debate sobre la avaricia de las estrellas del rock o la voracidad mercantilista que pretende secuestrar un gesto que todo el mundo ha hecho alguna vez en un concierto.

La realidad es algo más decepcionante. Sí, es cierto que Gene Simmons ha presentado una solicitud de registro de marca para un dibujo que representa una mano con los dedos índice, meñique y pulgar extendidos. También lo es que su proverbialmente larga lengua sigue en forma: Simmons asegura que ese gesto se popularizó gracias a Kiss en su gira "Hotter tan Hell" de 1974 y que el mérito es suyo. En verdad, esto último no es más que una bravata irrelevante, y el registro algo completamente normal.

Si Simmons obtiene su marca, podrá usar el dibujo que ha solicitado como logotipo para el negocio o la actividad que haya escogido -uno o varios, las estrellas del rock se lo pueden permitir-. Podrá aplicarlo a etiquetar lo que quiera o estamparlo en camisetas si prefiere. Pero eso no significa que la Ley le reconozca ninguna propiedad sobre el gesto que representa ni que, a partir del registro, vaya a haber que pedirle permiso para hacerlo o para representarlo. Por otra parte, el gesto como tal es inapropiable: en el lenguaje de signos empleado por los sordomudos americanos significa "te quiero" desde hace décadas, en Italia es popular desde hace siglos e incluso en el mundo del rock ha aparecido muchas veces antes de que Kiss llegaran a existir (John Lennon lo hace en la portada de una edición del single "Yellow Submarine" de los Beatles fechada en 1966, sin ir más lejos).

La solicitud de Simmons tampoco significa que él pretenda ser el inventor de la "mano cornuda". Una marca no es una invención sino un simple signo; para registrar denominaciones no hay que ser el inventor de las palabras que las componen, y como marca gráfica puede registrarse cualquier representación de cosas que ya existan en la realidad (nadie nos asegura que no haya marcas anteriores que incluyan un dibujo similar de la mano). Por otra parte, Simmons ya es dueño de decenas de marcas, algunas de las cuales incorporan las palabras "lengua", "hacha", "rico" o "famoso"... incluso su autógrafo está registrado. También el diseño del maquillaje que llevaba en Kiss lo está, y en 1992 el grupo escocés Teenage Fanclub tuvo un tropiezo con él a cuenta de la portada de su disco "Bandwagonesque", en la que aparecía un dibujo de un saco con el signo del dólar muy similar a otro diseño que Simmons había registrado como logo para su propia compañía discográfica, Simmons Records. Ninguna de estas cosas significa que nadie pueda usar palabras comunes como las integradas en las marcas de Simmons, ni que haya que solicitarle autorización para dibujar un saco de dólares. Solo el diseño del maquillaje, en la medida en que es una creación original y muy característica, impide que se use en determinados ámbitos o con fines comerciales (tranquilos, podéis seguiros disfrazando de Kiss en carnavales, aunque es un hecho que en esos disfraces colectivos termina habiendo al menos tres Simmons, dos Paul Stanley y ningún Peter Criss).

De manera que podemos estar tranquilos; en el próximo concierto metal al que vayamos no habrá agentes de la propiedad industrial dispuestos a reclamar indemnizaciones por lanzar los cuernos al viento. Eso sería demasiado heavy.