¿Es real la realidad?

¿Es real la realidad?

Claramente no vemos lo que la vida nos muestra. Por muy sanos que estemos, siempre quedará algo sin resolver del pasado que, en mayor o menor medida, nos distorsionará nuestra mirada. Trabajando en psicoterapia profunda podremos ir resolviendo ese material inconsciente no resuelto y nos acercaremos más a una aproximación a la realidad.

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Ilustración: Alfonso Blanco

Durante los últimos meses he pensado mucho en la dificultad de nuestro políticos para ponerse de acuerdo y negociar. Damos por hecho que cada persona está en la realidad y, sin embargo, nos encontramos con cierta frecuencia con la imposibilidad de que se pongan de acuerdo dos personas frente a un acontecimiento común. Los dos pueden estar viendo lo mismo y, sin embargo, su percepción es diferente. ¿Por qué?

Nuestro ojos tienen enfrente algo que nuestro cerebro debe interpretar y nadie, estoy diciendo nadie, está libre de interferencias. Como motorista acostumbrado a circular con el casco puesto, me imagino que veo la vida a través de la pantalla transparente de mi casco, pero... aunque esté muy limpia, ¿de verdad es totalmente transparente? Podemos imaginar que en esa pantalla están representadas todas las interferencias que influyen en nuestra mirada sobre la realidad. La interpretación que hagamos de lo que vemos ¿es la realidad?

Yo pienso que no hay una realidad, sino diferentes interpretaciones de esta. Por lo tanto, podríamos decir que hay muchas realidades coexistiendo. Echemos una mirada a las interferencias que pueden estar influyendo en la lectura de la realidad que cada persona hace.

Interferencias

Aunque hay muchísimas posibilidades, aquí hablaré de algunas interferencias significativas que servirán para ilustrar y justificar lo que quiero transmitir respecto a las dificultades que tenemos diferentes personas para ver la misma realidad.

En primer lugar, me gustaría hablar del marco de referencia. En nuestros primeros años de vida, aprendemos a vivir y descubrimos lo que es la vida a través de nuestras vivencias en la familia y en nuestro entorno más cercano. Dependiendo de los valores y costumbres que nos rodeen en esa época, aprenderemos a leer la vida de una forma u otra. Le daremos más importancia a unos factores que a otros. Algunos de esos elementos nos darán más seguridad. Esto creará el marco de referencia personal.

Hay personas que tienen un marco de referencia de salud, y para ellos todo lo referente a enfermedades, síntomas, consejos de salud, etc. será lo que le dé un sentido al día. Los hipocondríacos son uno de los grupos más llamativos de personas que tienen un marco de referencia de salud. Las personas que se pegan buena parte del día haciendo referencias a salud o enfermedades son también buenos ejemplos.

Hay personas que tienen un marco de referencia económico, y mucho de lo que les pasa en el día a día lo llevan a términos monetarios. Te dicen lo que les ha costado cada cosa, se explayan compartiendo sus cuentas con cualquiera e incluso cuando te están dando un regalo, pueden estar diciendo lo que les costó. Les da seguridad interna tener unos ahorros y una planificación a largo plazo.

Algunos políticos necesitan un buen trabajo de psicoterapia profunda que sane las heridas arcaicas que les impiden ver la realidad, si esta existiera

Los apegos van a ser los responsables de que veamos las situaciones con diferentes sesgos unos de otros. El ejemplo perfecto para esto es la visión de una jugada de fútbol conflictiva. No será la misma para un hincha de un equipo que para el seguidor del rival. Tendemos a filtrar lo que nos ofrecen nuestros sentidos en función de cómo son los lazos afectivos con la situación que tenemos delante.

Los canales referenciales de entrada

Hay tres, y cada uno, tenemos alguno como predominante. Visual, auditivo y cinestésico. Aunque casi todos tenemos algo de cada uno, el canal visual suele ser el más frecuente, lo que entra por los ojos es lo más importante. Frases como "te veo muy bien", "a ver si nos vemos", etc. son representativos de las personas visuales. Curiosamente, hay invidentes que se expresan con esas frases, aunque no puedan ver.

El canal auditivo es el predominante para algunas personas, que priorizan la información que les llega a través de sus oídos. Los que tienen el canal cinestésico desarrollado son los que se relacionan con el mundo a través de la piel, sus sensaciones, sentimientos, el gusto, etc.

Si imaginamos una escena de la madre de un adolescente que ha salido de noche y que a la mañana siguiente le puede decir: "Vi que anoche llegaste tarde", "Anoche oí que llegaste tarde" o "Sentí que llegaste tarde", ¿será difícil adivinar que canal de entrada preferente tiene cada madre?

La mochila

La mochila es, en mi opinión, la más importante de las interferencias que podemos tener ante la realidad de nuestra vida. Utilizo frecuentemente el término como metáfora de "todos los conflictos no resueltos o situaciones inconclusas que llevamos en la espalda y que nos interfieren la vivencia del momento presente". Habitualmente, cada uno llevamos nuestra mochila a la espalda con todo su contenido. Nuestros mecanismos defensivos y las funciones psicológicas hacen su trabajo para que podamos llevar una vida normal en nuestro presente. Todo va bien hasta que algo que pasa en un momento determinado activa un conflicto del pasado, provocando una reacción desmedida. Cuando la respuesta es desproporcionada al estímulo, es que este te ha tocado el conflicto.

Aquella situación que quedó sin resolver se instala en la pantalla a través de la que vemos la realidad y nos la deforma. En ese momento, ya no vemos lo que está delante, sino el material del pasado que proyectamos sobre lo que miramos.

¿Es real la realidad?

Claramente no vemos lo que la vida nos muestra. Por muy sanos que estemos, siempre quedará algo sin resolver del pasado que, en mayor o menor medida, nos distorsionará nuestra mirada. Trabajando en psicoterapia profunda podremos ir resolviendo ese material inconsciente no resuelto y nos acercaremos más a una aproximación a la realidad.

Ahora ya podemos decir claramente lo que los líderes políticos, los partidos e incluso algunas autonomías necesitan: un buen trabajo de psicoterapia profunda que sane las heridas arcaicas que les impiden ver la realidad, si esta existiera.