Educación financiera

Educación financiera

Los cambios económicos están generando una creciente complejidad en los procesos, los instrumentos y los mercados financieros, al tiempo que enfrentan a los usuarios a un abanico de opciones y decisiones más amplio, complicado, en muchas ocasiones incomprensible y, desde luego, con mayores riesgos. La educación económica y financiera adquiere, por ello, cada vez más importancia.

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Foto: ISTOCK

"Sencillo puede ser más difícil que complejo", dejo escrito Steve Jobs, y esas palabras podrían servir perfectamente para describir la envergadura de la tarea de difundir la cultura económica y financiera en la sociedad actual.

Los cambios económicos están generando una creciente complejidad en los procesos, los instrumentos y los mercados financieros, al tiempo que enfrentan a los usuarios a un abanico de opciones y decisiones más amplio, complicado, en muchas ocasiones incomprensible y, desde luego, con mayores riesgos.

La educación económica y financiera adquiere, por ello, cada vez más importancia. Frente a la complejidad y la opacidad de muchos procesos, resulta imprescindible aportar conocimiento, información y explicación para entender la economía y las finanzas, especialmente en esta época de nuevas tendencias y profundas transformaciones para la que parecen escritas las palabras de Mario Benedetti: "Cuando creíamos que teníamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas".

Por eso, quizá ahora más que nunca, se necesita una educación financiera que sirva para hacer más comprensibles los conceptos y operaciones a los ciudadanos; que ayude a adoptar decisiones informadas, a acabar con las asimetrías de información en que tantas veces se basan los abusos, a dar a conocer los nuevos procesos y paradigmas que están surgiendo en el mundo de la economía, a fomentar la transparencia y promover los valores, la ética y la responsabilidad social en los negocios.

Toda educación es regeneración y en la educación financiera no puede dejar de estar implícito tampoco un objetivo de regeneración de las finanzas.

Objetivos como esos son los que, hace ya unos años, llevaron a la OCDE a lanzar una iniciativa pionera para promover y difundir la educación financiera, que ha ido implicando progresivamente a organismos internacionales multilaterales y generando un amplio e interesante número de proyectos de destacadas entidades e instituciones en la mayor parte de las economías desarrolladas.

En nuestro país, han sido el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) quiénes asumieron la responsabilidad de esa tarea, impulsando un "Plan de Educación Financiera" en cuyo marco se han desarrollado muy diversas actividades y han surgido proyectos como los de Finanzas para todos o Finanzas para mortales, entre muchos otros.

Un elemento central de esas actividades se ha orientado hacia la introducción de la educación financiera en el sistema educativo de forma sistemática y desde edades tempranas. Algo que parece especialmente necesario si se tienen en cuenta las carencias, deficiencias y los bajos niveles de cultura financiera que, en muchos países y particularmente en España, han detectado estudios realizados hasta la fecha y muy singularmente el informe PISA de Competencias Financieras elaborado por la OCDE.

Pero, más allá de la elevación de los niveles de cultura económica de los ciudadanos, hay otros objetivos que la educación financiera debe igualmente atender y desarrollar; entre ellos, la renovación de actitudes y comportamientos que la crisis ha puesto en entredicho y que requieren una adaptación a las exigencias de estos nuevos tiempos.

No se trata ya solo de enseñar más y mejor sino, sobre todo, de educar en economía y finanzas. No se necesita solo mejorar la cultura financiera de los ciudadanos sino también la cultura del funcionamiento del sistema financiero para su propia sostenibilidad . No habrá solo que educar a la gente en el manejo de las finanzas sino, además, educar a las finanzas para que no se conviertan en un instrumento de manejo de la gente.

Toda educación es regeneración y en la educación financiera no puede dejar de estar implícito tampoco un objetivo de regeneración de las finanzas. De ahí la complejidad, y al mismo tiempo el atractivo, de la tarea de una educación financiera que ha de dirigirse a quienes la utilizamos en nuestra vida cotidiana pero también a quiénes la dirigen, para restaurar la transparencia, el rigor, la honorabilidad y la confianza que nunca se debió perder y que ahora tanto necesitamos.