Tarragona 2018: Una oportunidad para el reencuentro

Tarragona 2018: Una oportunidad para el reencuentro

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"El deporte tiene el poder para cambiar al mundo. Tiene el poder para inspirar. Tiene el poder para unir a la gente de la manera en que pocas cosas lo hacen. Habla a los jóvenes en un lenguaje que entienden. El deporte puede crear esperanza donde antes solo había desesperación". Decía Madiba que "es más poderoso que el Gobierno en cuanto a romper las barreras raciales".

El deporte es mucho más que un resultado, que una posición en el medallero de unos Juegos Olímpicos o que la victoria en una final de Champions League. El deporte es un espacio para el encuentro, para el diálogo y para la convivencia.

Más allá del resultado, del espectáculo que conlleva la competición deportiva, podemos comprobar cómo a lo largo de la historia, el deporte se ha convertido en un espacio para el encuentro entre diferentes. Un terreno de juego en el que se encuentran mujeres y hombre de diferentes culturas, religiones, naciones, razas, idiomas, identidades y orientaciones sexuales. Donde confluyen la igualdad y el respeto que inspiran el espíritu competitivo.

El fundador de los Juegos Olímpicos modernos, impulsó lo que se conoce como "tregua Olímpica"

Un espacio donde la política no ha estado al margen del deporte. Un espacio donde política y deporte han ido de la mano en estos grandes eventos, unas veces para acercar a quienes estaban en posiciones políticas enfrentadas, y otras, desgraciadamente, para exaltar regímenes dictatoriales, como ocurrió en los Juegos de Berlin 1934.

Quedémonos con la mejor de las versiones. El barón Pierre de Coubartein, fundador de los Juegos Olímpicos modernos, impulsó lo que se conoce como "tregua Olímpica" basada en la promoción de la paz, el respeto y la convivencia, arrancando el compromiso por parte de los estados de cesar en sus hostilidades durante la celebración de los Juegos.

Los Juegos de Pyeongchang han servido para acercar distancias entre las dos Coreas, algo inimaginable hasta ese momento

Recientemente, hemos visto cómo los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang han servido de escenario para acercar distancias entre las dos Coreas, algo inimaginable hasta ese momento. Esta circunstancia no ha sido casual, sino fruto del trabajo diplomático desde hace dos años impulsando por el COI y su presidente Tomas Bach, y que permitió el desfile de los deportistas coreanos bajo una misma bandera y la creación de un equipo femenino de hockey conformado por jugadoras de las dos naciones.

Y ahora asistimos a Tarragona 2018 que alberga los XVIII Juegos del Mediterráneo entre el 22 de junio y 1 de julio. Este encuentro deportivo tendrá sede en 16 municipios del territorio nacional y dará cita a más de 4.000 deportistas de 26 nacionalidades además de jueces y representantes internacionales, periodistas, voluntarios y miles de espectadores que estarán pendientes de la televisión en todos los puntos del mundo. Tarragona se pondrá de largo para estar a la altura.

El deporte habla por sí solo, es el idioma internacional que nos une, un idioma sin fronteras

Nuestro país llega a a los Juegos del Mediterráneo en un especial momento político para Cataluña. En este gran evento veremos a jóvenes deportistas de diferentes nacionalidades, comunidades, ciudades, razas, religiones, lenguas, identidades y orientaciones sexuales sobre el mismo terreno, aceptando las reglas de la competición y participando enfundados con la camiseta de la excelencia, la amistad, el respeto a los principios éticos fundamentales universales, la comprensión, la solidaridad y el juego limpio. El deporte habla por sí solo, es el idioma internacional que nos une, un idioma sin fronteras, el deporte es igualdad e integración social, el deporte es fraternidad.

¡Es el momento! Hagamos de Tarragona 2018 un espacio para el reencuentro, para el diálogo y para el acuerdo. Que el espíritu de convivencia se extienda más allá de los estadios.

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