Carta al Sr. Francisco Vázquez

Carta al Sr. Francisco Vázquez

Me aburre enormemente el cansino debate sobre la enseñanza del (o en) catalán pero me es imposible mantenerme al margen, después de conocer sus palabras en las que comparaba a los niños a quienes se les castiga por hablar castellano en los colegios catalanes, con los niños judíos marcados con la estrella amarilla por los nazis.

Estimado Sr. Francisco Vázquez:

Me aburre enormemente el cansino debate sobre la enseñanza del (o en) catalán pero, como maestro con destino en Cataluña y, también, como persona preocupada por recordar a las víctimas españolas del nazismo, me es imposible mantenerme al margen, después de conocer sus palabras en las que comparaba a los niños a quienes se les castiga por hablar castellano en los colegios catalanes, con los niños judíos marcados con la estrella amarilla por los nazis.

Con todo mi respeto le diré que, en mis treinta años como maestro de Educación Primaria en Cataluña, no he conocido ni un solo caso en que se haya castigado a algún niño o niña por haber utilizado el castellano en el patio o en cualquier otro espacio educativo. También me consta que en determinados entornos, donde el catalán es una lengua minoritaria, los docentes han intentado normalizar su uso en las horas de recreo,... pero ¿realmente se cree que se ha utilizado el castigo como método pedagógico?

Sr. Vázquez le puedo afirmar que, en mi entorno, han sido muchas las ocasiones en las que he pedido a mis interlocutores que podían hablarme en catalán (idioma que hablo y escribo sin ningún problema) cuando me identificaban como aragonés y castellanohablante. Conozco, evidentemente, la existencia de catalanohablantes que se niegan a hablar en castellano, en ocasiones en que deberían utilizarlo, y de castellanohablantes que, después de décadas de convivencia, se niegan a pronunciar una sola palabra en catalán, pero eso para mí -en ambos casos- es simplemente cabezonería, pereza intelectual o mala educación.

Es evidente que hay aspectos de la política educativa -catalana y española- que no comparto, pero no es el caso de la enseñanza de la lengua en Cataluña. A pesar de los defectos que pueda tener y de las mejoras que se puedan introducir, el sistema de inmersión lingüística ha permitido garantizar una cohesión e integración social, y quienes han salido beneficiados, de esa opción educativa, han sido los propios hijos e hijas de la población inmigrante, que han podido acceder al conocimiento de las dos lenguas en un sistema, repito, integrador en el que la escuela pública catalana ha demostrado ser una herramienta muy eficaz.

Respetuosamente le diré Sr. Vázquez, que sólo desde el desconocimiento de la realidad, con lo cual es aconsejable mantenerse callado, o desde una intencionalidad política mezquina y de mala fe, que demuestra una total falta de argumentos -tan necesarios por otra parte en los momentos actuales de la política catalana y española-, se pueden explicar los exabruptos que se atrevió a verbalizar.

Pobres niños judíos,... inocentes niños judíos que fueron identificados, señalados, excluidos y conducidos en masa junto a sus familiares, desde todos los puntos de Europa, a las cámaras de gas de los campos de exterminio nazi. Usted sabe perfectamente, porque me consta que es un hombre culto, que millones de seres humanos fueron sacrificados de forma sistemática y salvaje sin un atisbo de humanidad durante aquellos aciagos años de nuestra historia común europea.

No todo vale en política Sr. Vázquez. No. Cada uno es responsable de sus aciertos y de sus errores. Ha habido otros políticos que, en los últimos meses, también han caído en el error de banalizar el sufrimiento de las víctimas del nazismo. Usted, no lo dude, se ha equivocado y sus palabras han sido ofensivas, me consta, para las víctimas de los nazis pero también para los miles de niños y sus maestros que conviven diariamente en los centros educativos de Cataluña y donde, estos profesionales de la educación se esfuerzan, salvando enormes dificultades, en conseguir formar a ciudadanos responsables de sus actos y de sus palabras.

Este artículo ha sido publicado originalmente en el blog del autor.