Cono sur: hora de crear más oportunidades en áreas de frontera

Cono sur: hora de crear más oportunidades en áreas de frontera

Las oportunidades no deberían depender del género, ni del color de la piel, ni de la extracción social de la persona. Sin embargo, aquí en el Sur, en América Latina, ello no es siempre así, y estas desigualdades adquieren mayor dimensión en las zonas rurales, y particularmente en las regiones de frontera.

EFE

SANTA CRUZ, BOLIVIA- De alguna manera lo decía recientemente el presidente estadounidense Barack Obama: "Las oportunidades no pueden depender del código postal donde una persona resida". Su concepto, aplicado a la realidad estadounidense, también resuena aquí en el Sur.

Yo agregaría que las oportunidades no pueden depender de si la persona nació en la triple frontera (Paraguay, Argentina, Brasil) o en la frontera entre Argentina y Uruguay, zonas donde el progreso ha sido esquivo.

Es más, tampoco las oportunidades no deberían depender del género, ni del color de la piel, ni de la extracción social de la persona. Sin embargo, aquí en el Sur, ello no es siempre así, y estas desigualdades adquieren mayor dimensión en las zonas rurales, y particularmente en las regiones de frontera.

Un estudio del Banco Mundial ha logrado cuantificar la desigualdad de oportunidades, y en efecto, esta se agranda a medida que abandonamos los perímetros urbanos.

Imagine la situación de María, una niña de siete años que vive en la zona fronteriza entre Uruguay y Brasil. Tiene cinco hermanos y su madre es una trabajadora rural que gana unos trescientos dólares al mes. Además, está separada y no terminó la educación secundaria.

¿Cuáles son las posibilidades de María de convertirse -cuando adulta- en ingeniera industrial o profesora universitaria? No demasiado altas...

Si María hubiese nacido en Porto Alegre, capital de Rio Grande del Sur o en Montevideo, capital de Uruguay, seguramente lo hubiera hecho dentro de una familia menos numerosa, de mejor educación, con un ingreso superior y con acceso a servicios muy diferentes en calidad y cantidad. Sin duda, las perspectivas para María de progreso social y económico serían otras.

Se trata de un caso intolerable de falta de igualdad de oportunidades al nacer, algo que solamente políticas deliberadas de igualdad pueden solucionar.

Y si bien nuestra región, aprovechando condiciones externas favorables e implementando políticas económicas y sociales incluyentes logro sacar a ochenta millones de personas de la pobreza en la última década e incrementar sustancialmente su clase media, mucho queda por hacer ante la persistente desigualdad.

Es por ello, que en FONPLATA, el Banco de Desarrollo para los países de la Cuenca del Plata (Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay) nos concentramos -en cooperación con los gobiernos nacionales y locales de dichos países- en ampliar oportunidades en aquellas regiones más postergadas, fundamentalmente en las áreas fronterizas entre estos países.

La desigualdad no es solamente aquella que deviene de la diferencia de ingresos entre los ciudadanos de una zona y otra, sino de la inequidad en el acceso a servicios públicos (agua y saneamiento, vías de comunicación seguras, energía, educación o salud pública).

La desigualdad no es solamente aquella que deviene de la diferencia de ingresos entre los ciudadanos de una zona y otra, sino de la inequidad en el acceso a servicios públicos.

Por ello, es clave que los servicios básicos lleguen a todos. Este es el mayor igualador de oportunidades.

Es en estas áreas geográficas postergadas donde pequeñas inversiones dan resultados enormes en materia de inclusión. Allí donde los privados no invierten porque la rentabilidad no es grande, apoyamos la labor del Estado para que los servicios básicos lleguen cada vez a más gente.

El costo social de no igualar oportunidades es mantener niveles de desigualdad inaceptables en una región como la nuestra que sigue siendo -a pesar de los avances de la última década- de las más desiguales del mundo.

Cuando recorro las zonas rurales y compruebo las mejoras de la red de infraestructura vial en Paraguay, Bolivia y Uruguay con productores que ahora acceden a los mercados más eficientemente, contribuimos a crear oportunidades de progreso.

Lo mismo cuando en el Norte argentino, millones se benefician con la reducción de la incidencia de la enfermedad de Chagas que afecta a los más humildes.

En Curumba (Brasil) financiamos un proyecto socio-ambiental modelo en una ciudad del interior y fronteriza de Mato Grosso del Sur, incorporando el desarrollo de infraestructuras de saneamiento y drenaje, viviendas sociales, recreación y movilización para asegurar y extender una mejor calidad de vida a su población.

Así, con cada vez más acceso a los servicios públicos, los miembros de las comunidades locales podrán tener más opciones para decidir su futuro y no que éste ya este prefijado, como hasta hace muy poco, por las circunstancias que tuvieron al nacer.