Seres digitales

Seres digitales

¿Quién iba a imaginar, por ejemplo, que Twitter, que empezó como una sencilla herramienta para anunciar en qué andábamos en un momento concreto, fuera a transformarse en una solución tan potente que permitiera a la gente movilizarse e incluso derrocar Gobiernos enteros?

REUTERS

Los últimos avances tecnológicos nos han transformado en seres digitales. Los dispositivos inteligentes, que antaño llamábamos teléfonos, se han convertido en un guante que nos orienta en todas nuestras actividades, y sin el cual nos encontramos realmente perdidos. Gracias a ellos, tenemos a todo el mundo a nuestro alcance.

Como individuos, tenemos acceso a productos de cualquier lugar del planeta y a información en tiempo real que nos ayuda a organizarnos y mantenernos al día de las cosas que nos importan.

Para las empresas y los anunciantes, con la ayuda del Real Time Bidding (RTB) y la Inteligencia Artificial, combinado con el poder del Big Data, es posible segmentar los mensajes publicitarios para que impacten en la persona que en un momento concreto tiene mayor probabilidad de adquirir un producto o un servicio determinado. La era digital está cambiando nuestro modo de relacionarnos, de comprar, de manifestarnos, de estudiar y, en definitiva, de vivir.

Se trata de una transformación que genera grandes oportunidades, pero también, por su novedad, suscita temor entre algunos respecto al impacto para nuestra privacidad o intimidad. Si la tecnología sigue todos nuestros pasos y sabe qué queremos y en qué momento, ¿qué nos queda para mantener en secreto? En la práctica, pasa todo lo contrario. El rastro que dejamos en el entorno digital en ningún momento nos identifica con nombre, apellidos o dirección postal, sino simplemente en base a la dirección IP del dispositivo desde el que nos conectamos. Y los anunciantes tampoco saben realmente a quién se están dirigiendo más allá de que sea alguien con el perfil idóneo para el mensaje que quieren transmitir.

Si antes asumíamos, y hasta nos agradaba, que al acudir al mercado del barrio, el carnicero iba a saber por costumbre qué productos más nos iban a interesar, ahora ese papel lo cumplen los tablet y smartphone, unos dispositivos que podemos configurar a nuestro antojo y que realmente se convierten en nuestros mayores aliados en el día a día. En definitiva, compartimos información con ellos para que conozcan mejor nuestros gustos y sepan ofrecernos servicios que a lo mejor ni imaginábamos que nos iban a interesar, pero que de hecho responden perfectamente a nuestras necesidades en un momento determinado.

La publicidad sólo es una parte de la ecuación. Las posibilidades que supone esta transformación son infinitas, y nos quedan por descubrir muchos de esos avances, a medida que crece el número de dispositivos que pueden conectarse a la red: el reloj de pulsera, el coche, cirujanos que nos pueden operar a distancia ciñéndose en mayor grado a nuestras necesidades individuales...

Se habla de dos fases en cualquier gran transformación tecnológica. En la primera, se intenta dar respuestas nuevas a problemas antiguos. Es el caso de los medios de comunicación que, al aparecer Internet, decidieron ofrecer los mismos contenidos a través de este nuevo canal. Luego, en la segunda fase, se empiezan a descubrir utilidades de la tecnología con las que antes no contábamos. Es el caso de la interactividad y la generación de comunidades en torno a diferentes temas de interés, transformando la configuración de la sociedad en la que habitamos. ¿Quién iba a imaginar, por ejemplo, que Twitter, que empezó como una sencilla herramienta para anunciar en qué andábamos en un momento concreto, fuera a transformarse en una solución tan potente que permitiera a la gente movilizarse e incluso derrocar Gobiernos enteros?

En el mundo de la publicidad ya hemos salido de la primera fase. Sin embargo, podemos anticipar que durante mucho tiempo más, a medida que los dispositivos se vayan armando de conocimientos e inteligencia, descubriremos cada vez más utilidades para los datos. Cuando hablo con los representantes de nuestro sector, sigue habiendo muchos que, aunque reconocen la importancia del Big Data, aún no han encontrado el tiempo o la manera de aplicar sus beneficios a los datos que ellos manejan en su negocio. Una vez que todos hayamos dado ese salto, atrévete a imaginar las posibilidades que se abrirán. La transformación ha sido radical, pero queda aún mucho camino por recorrer.