Fichajes malditos. Parte I

Fichajes malditos. Parte I

Decía el técnico argentino Gustavo Alfaro que "en el fútbol no hay recetas que te garanticen el éxito ni hay medidas para prevenir el fracaso". Este axioma sirve para la mayoría de los casos, pero hay algunas raras avis que escapan a esta afirmación.

Decía el técnico argentino Gustavo Alfaro que "en el fútbol no hay recetas que te garanticen el éxito ni hay medidas para prevenir el fracaso". Este axioma sirve para la mayoría de los casos, pero hay algunas raras avis que escapan a esta afirmación. Son los fichajes de verano, la panacea para todos los males futbolísticos, sobre todo si vienen de fuera y cuestan una fortuna. Eso sí, a veces, la solución acaba convirtiéndose en un problema. Y si no, que se lo digan al Real Madrid, que no sabe como quitarse de encima a Kaká, fichado a bombo y platillo como estandarte del segundo mandato de Florentino Pérez y cuyo resultado sólo cabe calificar de decepcionante. Pero Kaká no es el fiasco más estrepitoso del club merengue. Los ha habido, aunque cueste creerlo, más sangrantes. Hay algunos casos.

EXTRAÑOS EN LA CASA BLANCA

José Luis Borbolla

El primer extranjero que aterrizó en España después de la Guerra Civil fue el mexicano José Luis Borbolla, fichado por el Real Madrid. Su llegada en 1944 despertó una ola de entusiasmo. Era un delantero extremadamente técnico, con una calidad exquisita y una capacidad innata para ejecutar las jugadas más inverosímiles. Pero era un poco lento... para México. Mucho... para España. Las pasiones que levantó a su llegada apenas duraron un par de semanas. El mexicano arrancaba desde atrás y avanzaba a cámara lenta, así que resultaba presa fácil para las defensas rivales. En su primera temporada en España, Borbolla jugó un partido de Liga y uno de Copa. Con este balance sobrecogedor, el club blanco decidió cederlo al Deportivo de La Coruña, pero allí tampoco le fueron bien las cosas. El Deportivo, a las pocas semanas de tenerlo en sus filas, le despachó a un equipo de Segunda, la Cultural Leonesa. ¡Y ni siquiera en la categoría inferior le pudieron sacar partido!

Laurie Cunningham

Ron Atkinson dijo una vez que Laurie Cunningham podía correr sobre la nieve sin dejar huellas, tal era su elegancia de bailarín de ballet, y fue ciertamente uno de los futbolistas menos valorados en Gran Bretaña y España. Técnicamente bien dotado, con notable cintura e inalcanzable en la carrera, poderoso y ágil, fue, posiblemente, el futbolista con más talento de su generación. Simplemente, pocos jugadores ingleses podían igualar su elegancia, instinto atacante o inventiva con el balón en los pies.

Con él como máximo estandarte, el West Bronwich se convirtió en el equipo más atractivo y exótico de toda Inglaterra a finales de la década de los setenta, y a punto estuvo de conquistar la Liga en 1979. Ese mismo año, su prodigiosa actuación frente al Valencia en la Copa de la UEFA le confirmó como un talento de clase mundial, haciendo trizas a un equipo que incluía a luminarias como Bonhof y Kempes. Los técnicos del Real Madrid, asombrados, le contrataron por 120 millones de pesetas, la mayor cifra pagada hasta entonces en el fútbol español.

La "Perla Negra" marcó en su debut, pero su fichaje soñado se convirtió en una pesadilla al ser sometido a marcajes brutales. Su primera temporada en el club blanco la saldó con aprobado, gracias, sobre todo, a una mágica noche en el Camp Nou. Los aficionados azulgranas aún se preguntan cómo pudo hacerle semejante roto al Barça, que cayó derrotado por 0-2. Al año siguiente, las lesiones comenzaron a cebarse con él. Un plantillazo del bético Bizcocho le deshizo un dedo del pie. A partir de ahí ya no levantó cabeza. Durante dos largos años, los recuerdos futbolísticos de Laurie, conocido ya como el "bailarín de las piernas de cristal", se redujeron a una breve reaparición en la final de la Copa de Europa perdida frente al Liverpool en 1981, otra en la final de la Copa del Rey, con victoria sobre el Spórting de Gijón, y una triste expulsión en Alemania, frente al Kaiserslautern.

Cunningham fue el gran sueño del Madrid y, también, el gran misterio. Algunas exhibiciones primorosas y, el resto, apenas nada. Eso sí, cuando tenía el día era capaz de bordar el fútbol: grandes pases, excelentes regates, carreras largas, sprints incontenibles... En 1984, el jugador inglés abandonó definitivamente el Bernabéu y, en poco tiempo quedó reducido a ser un trotamundos. Probó suerte brevemente en varios equipos -Sporting de Gijón (1983-84), Olympique Marseille (1984-85), Leicester City (1985-86), Rayo Vallecano (1986-87) y Charleroi (1987)- antes de fichar por el Wimbledon en marzo de 1988. Ganó una Copa FA tras derrotar al Liverpool, e hizo otra tentativa en la liga española, iniciando una segunda etapa en el Rayo Vallecano. Pero justo cuando su carrera volvía a levantar el vuelo, se mató en un accidente de coche cerca de Madrid, a los treinta y tres años. Los contemporáneos de Cunningham le describen como una de las figuras más atléticas del fútbol, un talento de clase mundial que podía superar a sus rivales con su sublime habilidad y velocidad. Pero los aficionados españoles apenas pudieron disfrutar de su lámpara mágica. Eso sí, los defensas azulgranas aún le andan buscando.

Predag Spasic

«Conmigo, o pasa el balón o pasa el jugador, pero nunca los dos», decía. El diario "Marca" lo presentó en su portada como "el agente Spasic", procedente del Partizán y mundialista ese mismo verano en Italia 90. Todo lo que se recuerda de él en el Real Madrid, aparte de su rigidez y su calvicie prematura, es su gol en propia meta en el Camp Nou. Jugó también en Osasuna.

Elvir Balic

El Real Madrid pagó 3.500 millones al Fenerbahce por Elvir Balic, un media punta zurdo que nunca demostró por qué Toshack había puesto tanto interés en su fichaje. De hecho, dio pie a especulaciones sobre comisiones. Jugó también en el Rayo Vallecano.

Robert Prosinecki

Prosinecki era, sin duda, una de las grandes figuras del fútbol europeo. Había ganado la Copa de Europa en 1991 con el Estrella Roja y el Real Madrid se adelantó a todos. Tras vencer la férrea resistencia de las autoridades del fútbol yugoslavo, que se negaban a tramitar el transfer (los jugadores jóvenes no podían jugar en el extranjero), Ramón Mendoza lo presentó a bombo y platillo en el Bernabéu. Las cicatrices que hoy observamos en Prosikito no tardaron en llegar. Aún así, jugó también en Oviedo, Barcelona y Sevilla.

Claudemir Vitor

El Real Madrid de Benito Floro quería a Cafu, jugador del Sao Paulo. Pero el club brasileño no estaba por la labor, y mientras accedía a negociar su salida le ofreció a su otro lateral derecho, Vitor. ¡Menudo gol le colaron al bueno de Floro! Volvió a su país natal de inmediato, y al parecer sigue en activo.

Jonathan Woodgate

La carrera de Woodgate siempre ha estado ligada a las lesiones. Explotó en la temporada 1999-00, en las filas del Leeds United, como uno de los centrales jóvenes con más futuro de Inglaterra, e incluso Kevin Keegan le dio la titularidad en la selección. Pero el sueño se desvaneció rápidamente. La temporada 2001-02 se fue al traste por una combinación de lesiones y problemas extradeportivos, sobre todo tras el juicio por una presunta agresión a un estudiante en Leeds. La Federación Inglesa le apartó de la selección mientras duró el proceso, lo que unido a una lesión le dejó sin competición desde enero. En abril de 2002, mientras trataba de recuperar el tiempo perdido, se rompió la mandíbula en una pelea en un pub en Middlesbrough. En enero de 2003 llegó al Newcastle, donde sólo pudo jugar 37 de los 128 partidos que se esperaban de él. Una operación de hernia tuvo buena parte de culpa de su ausencia de los terrenos de juego. Fichado por el Real Madrid en 2004, tardó más de un año en debutar a causa de una cadena de lesiones. Lo hizo con un gol en propia meta y una expulsión. Luego vinieron más lesiones. Costó 22 millones y, en 2007, se marchó cedido al Middlesbrough.