El triunfo del primer teatro clásico: un Encina jovial y amoroso en la Abadía

El triunfo del primer teatro clásico: un Encina jovial y amoroso en la Abadía

Ana Zamora y su grupo cumplen este año 15 años en escena y lo hacen en plena forma. Su dramaturgia, basada en la Representación hecha ante el príncipe don Juan, Égloga de Cristino y Febea y Égloga de Plácida y Victoriano, tres textos de Juan del Encina, patriarca de nuestro teatro, es un triunfo en todos los sentidos.

El interés por parte del Teatro de la Abadía y la Compañía Nacional han hecho coincidir una buena serie de obras del teatro anterior a Lope de Vega, Calderón, Tirso, Shakespeare, Molière y Racine. Se trata de un primer teatro clásico que merece atención y estudio propio. Si acabamos el año con la celebración de los entremeses cervantinos (Cervantes es autor de este primer teatro) en el icónico espectáculo del citado Teatro de Chamberí, este año tenemos en cartel en ese y otros teatros un significativo número de obras medievales y renacentistas.

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Foto: Nao d´amores/Teatro de la Abadía

Ana Zamora y su grupo cumplen este año 15 años en escena y lo hacen en plena forma. Su dramaturgia, basada en la Representación hecha ante el príncipe don Juan, Égloga de Cristino y Febea y Égloga de Plácida y Victoriano, tres textos de Juan del Encina, patriarca de nuestro teatro, es un triunfo en todos los sentidos.

Zamora ha escogido tres ejemplos representativos de la segunda época enciniana, la más influida por la Italia renacentista y la nao que mejor navega entre lo farsesco y lo pastoril. Zamora y Alicia Lázaro combinan las obras dramáticas de Encina con canciones del mismo autor, como suele ser habitual en su repertorio. En el texto, pese a los muchos y muy notables recortes, no se echan en falta grandes fragmentos de los textos. Una excepción, quizá (solo quizá), es la Égloga de Plácida y Victoriano en la que el proceso de enamoramiento de Plácida es tan rápido que no permite ver bien la evolución del personaje. Con todo, es un momento gozoso y divertido.

Los actores (Sergio Adillo, Javier Carramiñana y Eva Jornet) están magníficos en un registro tan difícil como el sayagués (un lenguaje teatral que imita el de la comarca de Sayago y que debería ser obligatorio en las escuelas de actores). Los músicos, liderados por la propia Lázaro, estupendos en su interpretación de piezas homofónicas o con pequeños diálogos a dos voces. El vestuario es muy versátil, marca de la casa, y las mismas prendas (monos al estilo de La Barraca lorquiana) permiten transmutar a pastores en escuderos o dioses.

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Foto: Nao d´amores / Teatro de la Abadía

La escenografía es muy interesante: Zamora sitúa una sillería de madera inspirada en las sillerías del coro de Iglesia. Como en todas sus obras, Zamora acaba con un retablo final al modo de los retablos renacentistas, esta técnica le permite resumir el contenido de la obra.

La recomiendo completamente; es un triunfo.