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Alicia González, psicóloga: "No hay cosa más horrorosa que estar acompañado en tu casa por tu pareja y sentirte invisible"

Alicia González, psicóloga: "No hay cosa más horrorosa que estar acompañado en tu casa por tu pareja y sentirte invisible"

Entrevista con la psicóloga especialista en relaciones, que publica 'Parejas mejores'.

La psicóloga Alicia González publica 'Parejas mejores'.ALICIA GONZÁLEZ

Cómo elegir la pareja adecuada; qué conversaciones habría que tener en los inicios de una relación, por incómodas que resulten; qué pasa cuando las mariposas se van; cómo comunicarse (y discutir) mejor; qué se puede hacer si uno de los dos siente más deseo sexual que el otro; cómo lidiar con la familia política o cómo superar una infidelidad.

No hay palo que la psicóloga Alicia González se deje sin tocar en Parejas mejores (Montena), su segundo libro —el primero fue Amigos mejores—. "Es mi tema, es lo que más disfruto", asegura en conversación con El HuffPost la experta en terapia de pareja y enamorada de las relaciones humanas.

En él defiende que es posible conseguir una "relación profunda, sana y duradera", pero siempre y cuando ambos miembros "estén dispuestos a mirarse al espejo" y trabajar en ello para alcanzar así lo que ella llama la "joya de la corona": la trascendencia.

Por tu experiencia diaria, ¿has detectado cuáles son las piedras en las que suelen tropezar más las parejas?

Hay todo tipo de problemas, pero lo que está en la superficie normalmente es la comunicación. Cuando das herramientas para que la gente se comunique mejor, entonces sale el problema real de abajo, que es mucho más profundo e intenso, porque tú cuando crees que estás discutiendo por el cepillo de dientes, no es por el cepillo de dientes, es por todo lo que hay detrás.

¿Cuánto hay de cierto en eso de que buscamos en nuestra pareja un poco a imagen y semejanza de nuestro padre o madre, según corresponda? ¿Es mito?

¡No, no es mito! Nosotros operamos con conciencia, pero también en nuestro plano inconsciente. Seguramente tú conoces, y yo conozco, personas que tienen parejas que son iguales que su madre o su padre o que sus ex, ¿no? Si no traemos del plano inconsciente al consciente lo máximo posible, pues es muy probable que escojamos en base a ese plano. Son como los patrones, como un imán: yo me voy a lo conocido, sea bueno o sea malo. Me atrae aquello que ya conozco, no porque me guste, sino porque me hace sentir casa. Suele pasar, pero no todo el mundo le pasa, evidentemente.

Ante esto, lo que conviene es hacer una reflexión de las elecciones que hemos ido tomando, por ejemplo, ¿no?

Exacto, ese es el punto de partida. Si hago un repaso de mis parejas y veo un patrón repetitivo... ostras, quizá hay algo aquí que tengo que cambiar, ¿no? Ese es el momento más importante, el darte cuenta.

Haces hincapié en el libro en la necesidad de tener ciertas conversaciones en el inicio de la pareja. Una de las que aconsejas es hablar de qué es una infidelidad para cada uno, que igual choca con ese primer momento más de enamoramiento, de mariposas, en el que no se piensa que eso pueda pasar en un futuro...

Claro. Es importante entender que lo que yo no digo es que se hable todo en la segunda cita, ¿no? Porque entonces parece que estás sacando ahí un cuestionario de checks. Pero el tema de la infidelidad es muy importante hablarlo porque a veces nos damos cuenta que han traspasado nuestros límites justo por ello. Conocemos un límite porque lo han roto, lo han pasado por encima. El problema de la infidelidad es que cuando se traspasa, la marcha atrás es imposible. Quizá tú consideras la infidelidad, yo que sé, voy a exagerar, que hagas una amiga nueva e intimes emocionalmente con ella, que de repente le cuentes tus cosas. O para mí, a lo mejor, infidelidad no ocurre hasta que no hay un contacto físico explícito. Entonces, ¿qué pasa si haces esa amiga nueva y le estás contando tus intimidades más profundas? Es posible que me sienta extremadamente traicionada. Esto se evita simplemente teniendo esa conversación: “¿Para ti qué es una infidelidad? ¿Cuándo considerarías que tu pareja te está siendo infiel?”. Y parece una conversación muy densa, pero es que no lo es.

Y también hay que hablar sobre dinero, que normalmente es un tema que se tapa un poco o que se ve como de mal gusto tratar. ¿Hay algún sistema que recomiendes en cuanto a las finanzas en la pareja?

Lo que es dinero tiene un contexto muy negativo, sobre todo en nuestra sociedad. Tiene una carga connotativa fea, ¿no? Y además eso está influenciado también por ese cristianismo que ha hecho que te tengas que avergonzar de tener dinero. Esto hace que en las relaciones no se hable de dinero, es un tabú. Eso es lo primero que hay que romper y, además, entender que cada uno viene de su padre y de su madre.

Cuando tú convives con una persona, el dinero es superimportante porque al final es lo que mantiene una convivencia a nivel estructural. Para mí, por lo que yo he visto en terapia, una de las maneras más eficaces en el tiempo es que haya una división equitativa según el sueldo. Si yo gano 1.000 y tú 2.000, pero cada uno tenemos que poner 500, me dejas la mitad del sueldo y tú te quedas con un margen enorme. Pero tengo parejas que funcionan superbien en la que los dos sueldos van a una cuenta común y ya.

"Por lo que yo he visto en terapia, una de las maneras más eficaces en el tiempo es que haya una división equitativa según el sueldo"

Y Alicia, ¿qué es el concepto de trascendencia y por qué llegas a decir que es la joya de la corona?

A mí me encantan las relaciones. Las observo mucho y muy de cerca. ¿Por qué parece que algunas tengan el santo grial para durar? ¿Qué es lo que hay ahí que en otras relaciones no lo hay y que hace que perdure? Evidentemente, no hay una sola cosa, pero es esa trascendencia, que además practico yo con mi marido.

La trascendencia tiene connotación espiritual, energética, porque trasciende a la persona. Es desde mí, más allá de nosotros. Cuando tú ves a la pareja como un proyecto a futuro, no ves a la persona solamente, ves a tu relación, que es algo más grande que tú y que yo. Cuando tú proyectas eso, proyectas un futuro juntos, es que es maravilloso porque te cambia la perspectiva del día a día y te cambia la perspectiva de las discusiones.

La discusión forma parte de la relación, pero yo no me planteo separarme de ti porque tengo un proyecto de vida contigo, porque quiero algo más allá, algo más que traspase lo que es mi propio ego. Y una de las cosas que más trabajo con las parejas es respetar la relación, respetar el vínculo. Yo no puedo amenazar al vínculo con la ruptura en cada discusión porque eso lo daña, lo desgasta, lo rompe. Si yo respeto mi relación como si fuera un templo, como cuando entras en una catedral con respeto aunque no creas, si tú tratas la relación de esa manera, filtrarás las discusiones, filtrarás los comentarios. No serás sarcástico, ni irónico, ni insultarás.

Y muchas veces dice lo de 'el amor solo dura dos años o tres años’. ¿Tú darías una cifra?

A veces confundimos lo que es el amor con el enamoramiento. El enamoramiento es más intenso, te nubla. Es una maravilla, pero también hay sufrimiento, que eso se nos olvida. Esa ansiedad que sientes al principio, ‘me hablarán, no me hablarán, me escribirán, no me escribirán’... sería insostenible para toda la vida. Cuando esa etapa pasa, que a veces dura un año, dos, a veces tres..., luego empiezas a conocer a esa persona.

"En el enamoramiento no conoces a la persona"

No sé si viste la serie Berlín, cuando él le dice a su compañero que se ha enamorado de una chica, le dice: "No te puedes enamorar de alguien a quien no conoces". En el enamoramiento no conoces a la persona. Es el momento de que ese apego, ese vínculo se genere, se construya y se mantenga fuerte. Cuando ese enamoramiento pasa, tu cuerpo y el suyo dicen ‘vale, ahora ya estamos pegaditos’. Entonces vienen las decepciones, que son normales y se dan porque yo todo aquello que no conozco de ti lo he rellenado de mis sueños, de mis expectativas, de mis deseos. A medida que yo voy conociéndote y voy rellenando esos huecos de la realidad, cuando choca con la mía, hay una decepción, porque hay una construcción de la realidad.

Un problema que mencionas es esa sensación de no sentirse visto por la pareja. Dándole la vuelta, ¿qué podemos hacer para que nuestra pareja no llegue a sentirse así por nosotros?

Yo creo que es muy importante escuchar, y eso lo damos muy por sentado, pero escuchar. Escuchar las cosas más pequeñas, ¿no? Te voy a dar un ejemplo muy sencillo. El otro día le dije a mi marido: "Cariño, tengo un hambre de chocolate, me apetece un montón". "Ah, vale, vale". Se lo volví a decir por la tarde. No tenía intención de que me comprara nada, porque me lo puedo comprar yo, pero entonces me miró y me dijo: "¿Y qué te apetecería? ¿Y eso por qué? ¿Cuándo te pasa más, por las tardes o por las mañanas?". Y ahí me sentí escuchada, y te estoy hablando solo de chocolate, ¿vale? Pero son estos mensajes muy cortitos, muy pequeños y que marcan la diferencia cuando tu pareja te responde, te corresponde.

O cuando te ha pasado algo y te pregunta: "¿Y cómo te has sentido? ¿Y qué vas a hacer con ello?". Es que es muy distinto, porque no hay cosa más horrorosa que estar acompañado en tu casa por tu pareja y sentirte invisible. Porque sí que te mira, te ve, pero no ve tus emociones, no ve cómo te sientes, no ve lo que piensas, nada. Y eso es muy triste.

Sobre sexo dedicas toda una parte del libro, pero quería preguntarte, ¿qué es la dinámica del ratón y el gato?

Hice un vídeo sobre esto y se viralizó, porque la gente se sintió identificada, porque es que es algo que pasa muchísimo. Y a mí el tema del sexo siempre me ha causado mucho interés. La dinámica del gato y del ratón, que lo llamé así porque me pareció más visual, es cuando uno de los dos tiene un deseo más espontáneo y el otro uno más reactivo. Cuando uno tiene un deseo más espontáneo, la simple visualización de tu pareja caminando, que se le vea un pezón, empieza a activar tu deseo, ¿no? Pero si mi deseo es reactivo, hasta que algo me busque, me toque, me active, no voy a activar mi deseo, mi deseo no va a aparecer. 

¿Qué pasa con esto? Que si yo tengo un deseo que no me hace falta nada, iré a buscarte. El problema de esto es cuando yo siempre voy a buscarte. Si yo siempre voy a buscarte, al final voy a sentirme quizá poco deseado, pesado, insistente, que si no fuera por mí no tendríamos nada, y esto va a aumentar mi ansiedad. Entonces, seguramente lo provoque más veces y lo vaya a buscar más. O no, al final ya dejas de buscar, pero bueno, eso ya es el final de todo cuando estás quemado.

Y si soy ratón, el que siempre está perseguido, que si no me apetece nunca porque ya vivo con miedo de que mi pareja me venga a buscar, entonces ya ni es reactivo ni es nada, lo estoy sofocando. Si yo soy un ratón, no te voy a ir a dar un beso porque me da miedo que si yo te doy un beso tú me confundas y busques sexo. Entonces, no te daré un beso, no estaré cariñosa... Voy a anular absolutamente cualquier cosa que pueda ser un acelerador.

Esto de los aceleradores y los frenos lo aprendí de Emily Nagotky, que es una autora superchula, que habla de aceleradores, aquellas cosas que activan mi deseo sexual, y frenos, aquellas cosas que me lo anulan. Y esto sería un gran freno, el sentir que no puedo dejarme llevar y ser cariñosa con mi pareja porque puede llevarnos a un conflicto. La única manera de frenar este círculo vicioso sobre todo viene por el ratón. Y para que el ratón pueda sentirse libre, tiene que frenar la persecución.

Y cuando lo planteo en consulta el que es gato dice: “O sea, me estás diciendo que no tengo de nada, y encima ahora no puedo ni tocarla, ¿no?”. Y se cabrean, pero es lo que yo digo, tú quieres sentirte deseado, tú quieres que tu pareja te vaya a buscar, pero es que no le das tiempo, no le estás dejando, no le dejas ni tener ganas. En esto a veces se ha necesitado meses, ¿eh? Meses, de que el ratón sienta que pueda salir de su escondite o incluso al principio se prohíbe tener sexo. Queda prohibido, pero se permiten las caricias, se permiten los besos. Y pasan dos cosas. Una cosa es la prohibición: aquello que está prohibido atrae más. Y la otra cosa es volver a traer a estas relaciones la suavidad, el cariño, la amabilidad, la dulzura, que también invita a ello.

¿Es posible la reparación de una relación tras una infidelidad?

Justamente hablé de esto en redes y se me llenó la bandeja de mensajes de personas que me decían: "Yo siempre dije que nunca sería capaz de perdonar...". Me puso una chica: "Yo era esa típica persona que decía un no rotundo en perdonar una infidelidad y me comí mis propias palabras. Pero aquí seguimos, esperando a nuestra primera bebé y más unidos que nunca, después de mucha terapia". No quiero romantizar la infidelidad porque es una gran mierda, hablando así en plata. Es terrorífica, es tremendamente dura. Salir de ahí es muy difícil, pero muchísimo. Ahora bien, ¿es posible? Sí.

"No quiero romantizar la infidelidad [...] Es terrorífica, es tremendamente dura. Salir de ahí es muy difícil, pero muchísimo. Ahora bien, ¿es posible? Sí"

Y no solo es posible, sino que cuando sales de una infidelidad y sigues con tu pareja —lo más común y lo más aconsejable es que sea con terapia para entender profundamente qué nos ha llevado a esta situación—, puede llegar a ser una pareja más auténtica. Si esto se habla previamente, no hace falta pasar por un agujero tan negro. SI expreso mis anhelos, mis miedos, lo que para mí es un no rotundo, lo que para mí sería una infidelidad, si yo me muestro verídica, honesta, desde el primer momento y vulnerable, pues quizá no hace falta llevarme un tortazo gigante. Pero bueno, si me lo llevo, porque puede pasar, se puede salir de ahí.

¿La gente va poco y va tarde a terapia de pareja?

Lo que suele pasar es que uno de los dos va por iniciativa propia y el otro va arrastrado. Además, lo que suele pasar al que va por iniciativa propia es que va a quemar el último cartucho. No es que venga superemocionado e ilusionado, sino que la persona viene a modo desesperación, con una pizca de agotamiento y con poca esperanza, aunque esté ahí. Muchas veces, al principio de la terapia lo que se hace es afianzar mucho la decisión de por qué o para qué están ahí. Si están para salvar es importante trabajar en un cambio de actitud y si están ahí para romper, pues también es importante tratar de que sea lo más suave y respetuoso posible. Pero sí, las personas normalmente suelen ir tarde y suelen ir porque uno de los dos lo quiere y el otro va resignado.

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