La tradición que forjó este militar español y que se ha copiado en todos los ejércitos del mundo
Aún sigue siendo símbolo de respeto y memoria.
La batalla de Ceriñola del 28 de abril de 1503, bajo el mando del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, marcó un antes y un después en la historia militar. No solo por la innovadora táctica que consolidó el predominio de la infantería española sobre la caballería francesa, sino también por el nacimiento de una tradición que sigue viva en los ejércitos del mundo.
Se trata del toque de Oración, un homenaje solemne a los caídos en combate que sugió tras la aplastante victoria en Ceriñola. El Gran Capitán, conmovido por la cantidad de vidas perdidas en el campo de batalla, ordenó dar tres toques prolongados de corneta. Este gesto buscaba que los soldados rezaran por las almas de los muertos, sin importar su bando.
Según historiadores como Fernando Martínez Laínez y José María Sánchez de Toca, este acto marcó el inicio de un ritual que, siglos después, fue adoptado por diversas fuerzas armadas internacionales.
La innovación táctica
La victoria de Gonzalo Fernández de Córdoba no fue casualidad. Su estrategia revolucionaria consistió en colocar a sus arcabuceros y espingarderos en primera línea, aprovechando las ventajas del terreno para contrarrestar la caballería pesada francesa.
En apenas una hora, las tropas españolas aniquilaron al ejército enemigo, dejando un campo cubierto de cadáveres. Fue entonces cuando el Gran Capitán decidió rendir homenaje a los caídos, instaurando un toque de corneta que aún hoy es símbolo de respeto y memoria en los ejércitos.
Una tradición universal
Con el tiempo, el toque de Oración se transformó en un ritual global. Ejércitos de todo el mundo, desde Europa hasta América, replicaron este acto, adaptándolo a sus propias tradiciones militares. Aunque su origen exacto pueda perderse entre mito e historia, el mensaje de respeto y humanidad en la victoria sigue siendo una lección que trasciende siglos.
La figura del Gran Capitán, elogiada incluso por sus enemigos, como el rey francés Luis XII, es un ejemplo de liderazgo que no solo brilló en la táctica militar, sino también en los valores que imprimió en sus tropas y en la posteridad. De esta forma, su legado quedó inmortalizado en el toque de Oración, recordando que la memoria de los que cayeron merece respeto.