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María José Llergo: "Sé que seré pura haciendo reguetón, igual que encuentro la pureza cantando por fandangos"

María José Llergo: "Sé que seré pura haciendo reguetón, igual que encuentro la pureza cantando por fandangos"

La cantante de Pozoblanco (Córdoba) participa en el Inverfest.

María José Llergo el pasado mes de septiembre en el 1001 Músicas.Redferns

"No quiero dejar que me afecte tanto el odio y lo malo de la vida". Esta frase de María José Llergo llega en un momento en el que el odio campa a sus anchas en buena parte de las redes sociales o en donde los discursos políticos cada vez son más crispados. 

Para la cantaora de Pozoblanco (Córdoba) ese fijarse en los pequeños gestos, en lo bonito es la Ultrabelleza, su último trabajo que ha llevado en directo este miércoles al madrileño Teatro Circo Price como parte del festival Inverfest, el festival de invierno en distintas ciudades españolas con una importante programación cultural y de conciertos.

Este año el cartel del festival, que cuenta con el apoyo de Vibra Mahou la plataforma de música de Mahou Cinco Estrellas, ha incluido a nombres como Coque Malla, Miguel Poveda, Judeline, Besmaya o Anabel Lee, entre otros. 

Lejos de parecer sencillo, ese momento de parar a mirar lo que nos rodea y buscar esa "paz y tranquilidad" es, según Llergo, mucho más difícil de lo que puede parecer. "El hecho de estar continuamente expuestos a estímulos externos nos hace sentir que como seres humanos no somos suficientes", confiesa a El HuffPost.

No obstante, Llergo no vive ajena a la hostilidad que se muestra en redes sociales. "Desgraciadamente, el mundo digital se va a volver superhostil, peligroso, va a dar mucho miedo y va a generar una inseguridad tremenda para los usuarios, además de poner en jaque nuestra salud mental", revela.

A pesar de los límites, la cantante ganadora de un Goya a Mejor canción original por el tema Te espera el mar en 2022 asegura no limitarse en su expresión y apoyo a los derechos humanos como la defensa y visibilidad del colectivo LGTBI con canciones como Novix, el feminismo con Lucha o al drama de los refugiados. "Yo soy honesta, no quiero agradar", zanja. 

También asegura no ceñirse al ritmo "industrial" del streaming y que se sigue hoy en día por muchas discográficas. Llergo huye de las etiquetas concretas y recuerda que los géneros no son instrumentos de la industria sino que son elementos de expresión artística que no tienen por qué limitar ni encasillar. Y así lo muestra en sus canciones en las que el flamenco toca lo urbano, lo latino o la electrónica.

Tampoco se corta al reivindicar que el flamenco tiene su origen y su raíz. "Me gustaría escuchar las bulerías de Moncloa algún día. Igual todavía no las han creado, pero cuando lo hagan son tan importantes que se convierten en un palo flamenco, quién sabe. Pero de momento no las he escuchado", señala. Su acento y su raíz, como ya reivindicó en el famoso anuncio de Cruzcampo en el que revivían a Lola Flores, son inherentes a ella.

Con este trabajo haces una alegoría de lo bello y de las pequeñas cosas de la vida, de ahí su título Ultrabelleza, ¿con la cantidad de guerras y un mundo girando al radicalismo es posible ver esas cosas bonitas?

Hay veces que lo malo parece una gota de tinta en un vaso de agua. Es solo una gota, pero se extiende tanto que acaba tiñendo toda la superficie de agua. Es lo que yo no quiero que pase en mi vida. Yo no puedo controlar el mundo, quiero controlar mi mundo. Si no me gusta lo que veo, voy a proponer algo bueno, en lugar de quejarme y dejar que me afecte tanto lo malo. No quiero dejar que me afecte tanto el odio y lo malo de la vida para que tiña todo mi vaso de agua. Quiero saber que es una gota, que sigue ahí, pero yo no dejo que contamine toda mi sangre.

Con este ritmo de vida que llevamos, ¿podemos pararnos a ver esa sensibilidad en la sociedad en la que vivimos?

Creo que estamos acostumbrados a ignorarlas. No le damos a lo bueno la importancia que necesita, le damos mucha importancia a lo malo. Creo que las cosas sencillas son las más complejas y las más difíciles de alcanzar. En este mundo tener tranquilidad y paz es lo más difícil de conseguir. Parece que hablamos de una cosa supersimple, pero se pone muy complicado cuando estamos todo el rato distraídos, que tenemos continuamente estímulos superficiales, de consumo que parece que nunca nos saciamos... El hecho de estar continuamente expuestos a estímulos externos nos hace sentir que como seres humanos no somos suficientes. Eso nos hace mucho daño, intentamos siempre suplir estas carencias con necesidades y objetos que en realidad no tenemos.

El día que sepamos que estamos completos y que no hay nada malo en nosotros y que por el hecho de ser nosotros mismos somos ultrabellos podremos trabajar desde el amor, no desde la carencia ni desde el miedo ni desde intentar encajar en lugares que en realidad no existen. Un ser humano siempre es más grande que el canon que lo intenta contener.

A nivel de la industria, ¿te afectan esos ritmos de tener que sacar singles o producir continuamente canciones?

Yo estoy en la industria, pero no hago música industrial. Es decir, compongo, soy artista porque lo necesito para sobrevivir. Tengo la necesidad de cantar y de traducir mis sentimientos en emociones. Ese es el arte, que es una expresión genuina. Lo demás puede ser más entretenimiento, consumo, producto... Como una cadena de producción, como en una fábrica que fabrican el mismo objeto una y otra vez. Todo esto de que cuanto más hay, menos vale porque se devalúa el precio por la ley de la oferta y la demanda. Eso no es arte para mí. 

Yo no me puedo regir por esas normas si quiero ser sincera con el oyente que tengo al lado. No digo al otro lado de la pantalla, digo al otro lado de mi voz. Quiero darle algo que sea perfecto, que sobreviva al tiempo e incluso a mí misma y que sea honesto. Como quiero que sea honesto no puedo regir por las tendencias y de las modas, porque si algo tienen las modas es que pasan.

En ese sentido, ¿te cierras a tocar algún género que esté de moda? Al final, no está relacionado tu esencia con probar cosas nuevas.

Claro que no. Los géneros no tienen culpa de lo que la industria haga con ellos (risas). Los géneros y la música son vías de expresión y a veces encuentras que una letra por tangos encaja perfectamente en un reguetón o en una música dance o dancehall o afro. Todo es compatible y todo es válido. El juego y la experimentación es lo que nos mantiene vivos a los artistas. Esa curiosidad, esa necesidad de probar y compartir, nos conecta unos con otros al otro lado del océano. Los géneros no tienen culpa.

Yo sé que seré pura haciendo reguetón, igual que encuentro la pureza cantando por fandangos. La que es víctima de esto es la música.

En Superpoder haces una reivindicación de esas raíces obreras con esa frase de “por si te dijeron que no podías, por culpa del dinero y de su tiranía, pa’ los barrios obreros, pa’ mis Malvinas [barrio de su Pozoblanco natal]”. ¿Hay mucho nepobaby en la industria? ¿Es más difícil llegar a triunfar sin un respaldo económico detrás o un apellido?

Claro que lo es. Obviamente, si no tienes recursos te va a costar más, pero la música es muy justa. La vida a veces es injusta, pero la música es muy justa.

Quien tiene talento, tiene talento, ¿no?

Sí, tú encuentras tu forma de llegarle al mundo, tarde o temprano lo consigues. Por eso yo animo a todo el mundo a quien no lo tiene fácil a que no se rindan, porque yo vengo de ahí. Si tienen un sueño, el sueño les espera, que no paren de trabajar, que sigan creando, que la oportunidad está.

¿Se tiene olvidado desde las ciudades a los pueblos o a lo rural o crees que esto cambió desde la pandemia?

Todo lo urbano viene de lo rural. Todo lo que se consume en las ciudades viene de fuera. Es lo básico y lo comprobamos en la pandemia, los recursos básicos, la agricultura, la ganadería, la economía cercana a pesar de tanta globalización. Creo que desde la pandemia nos hemos dado cuenta de cuáles son nuestras necesidades básicas y de que no necesitamos tanto y lo que sí que necesitamos, hay que cuidarlo.

Hay sectores superdespreciados, injustamente, pero que son cruciales. Lo sigo agradeciendo cada vez que llego a un teatro y hay un equipo de limpieza. ¿Qué hubiera sido de nosotros en la pandemia sin ellas? Ellas se encargaban de que los lugares fueran aptos cuando había un virus que nos podía costar la vida. Es muy fuerte. Sin embargo, es un oficio muy denostado en muchas ocasiones.

"Hay sectores superdespreciados, injustamente, pero que son cruciales. Lo sigo agradeciendo cada vez que llego a un teatro y hay un equipo de limpieza"

Creo que se ha conectado con lo que es el campo, pero se tiene que hacer de una forma realista. El campo conlleva mucho trabajo y quitarte de la cabeza el consumo salvaje en el que estamos educados. A que cada cosa lleva su tiempo y es una cosa que a mí me flipa porque eso lo aplico a la música. Me lleva a ser muy rebelde con las exigencias de mi industria. Yo sé que una mata de tomates a los tres meses no está y quien quiera echarle productos al huerto para que eso crezca con pesticidas, etc. Muy bien, tu tomate no va a ser de calidad, no va a oler a tomate, va a oler a otra cosa. 

La calidad en lo rural se valora en todo, desde lo básico o lo grandioso como puede ser una puesta de sol o cómo se ven las estrellas. Es una toma de tierra, de contacto con lo que de verdad somos. Ojalá desde la pandemia hubiéramos conectado con eso y todavía queda más todavía.

Ya no solo la pandemia, sino la emergencia climática y darnos cuenta que tenemos que cuidar y valorar más la tierra, ¿no?

Totalmente, cuidar a la tierra es cuidarnos a nosotros mismos, eso es así.

También reivindicas el vínculo con tus raíces, has contado en más de una ocasión que te criaste con tu abuelo y cantabas con él en el campo. ¿Miramos poco a los mayores?

Tenemos tanto que aprender de ellos, es tan sabio... Son como una enciclopedia viva, aprendo de mi abuelo cantes que no están ni siquiera registrados ni están en ningún recoveco de internet. Me cuenta muchísimas historias, para mí él es un sabio y un filósofo. Para mí es mi mayor maestro y mira que he ido a la uni, a tres conservatorios y he tenido oportunidad de encontrar mentores, pues el mentor más importante de mi vida estaba en mi casa y se llama Jose Sánchez Muñoz y es una persona de 95 años que tiene una sabiduría increíble, un talento increíble y la capacidad de mirar al mundo con muchísimo amor.

Volviendo a la letra de Superpoder: “Soy como la amapola morena y roja”. ¿Cuesta posicionarse a nivel político?

A mí no me cuesta. Yo soy honesta, no quiero agradar. Te lo digo ya, tengo amigos de todas las ideologías, pero he recibido hate en redes sociales por posicionarme a favor de los derechos humanos. Eso para mí es básico. Cuando saqué Nana del Mediterráneo, donde tengo una frase que dice "Europa pierde las uñas" hablando de las personas que perecen en el mar, había personas que me escribían hate en el Insta y tal. Es verdad que choca mucho ver el hate porque es violento siempre, pero lo hago por una buena razón, que es concienciar y dar algo bonito al mundo. Entonces, me compensa. Pero vivimos en un mundo en el que luchar por los derechos humanos conlleva aguantar haters.

"Vivimos en un mundo en el que luchar por los derechos humanos conlleva aguantar haters"

Más aún en las redes sociales hoy en día, donde en X se difunden y se premian cada vez más mensajes ultraderechistas o en Meta donde se permite calificar de “anormales” a personas del colectivo LGTBI.

Estamos viviendo una distopía total y absoluta en un mundo donde la diversidad ha existido siempre desde que el ser humano emergió y negarla es una insensatez. Las redes sociales, que se supone que están creadas para conectarnos los unos a los otros, que se encarguen de enredarnos me parece lo más violento que puede existir ahora mismo.

Además porque las redes sociales educan muchísimo y si un niño o una persona decide usar su Instagram para insultar, degradar, abusar o despreciar a alguien e Instagram lo consiente. Desgraciadamente, el mundo digital se va a volver superhostil, peligroso, va a dar mucho miedo y va a generar una inseguridad tremenda para los usuarios, además de poner en jaque nuestra salud mental.

Es una pena porque a mí me encanta comunicarme con la gente y con los fans y compartir las cosas bonitas de mi día a día, pero no estoy dispuesta a que una red social me destroce por dentro. Se pone en riesgo la integridad psicológica de los usuarios. Una red social que no cuida y no protege a sus usuarios deja mucho que desear, yo no voy a ir nunca voluntariamente a un sitio donde me agreden ya sea verbalmente o como sea. No me voy a meter en un sitio donde sé que me van a agredir.

"Una red social que no cuida y no protege a sus usuarios deja mucho que desear, yo no voy a ir nunca voluntariamente a un sitio donde me agreden ya sea verbalmente o como sea. No me voy a meter en un sitio donde sé que me van a agredir"

Hace unos días le preguntaba a Miguel Poveda por las declaraciones de Isabel Díaz Ayuso sobre eso de que “Madrid es la capital del flamenco” y él decía que “el flamenco no tiene capital”, ¿estás de acuerdo?

Me gustan mucho los fandangos de Huelva, las soleás de Alcalá, me encantan las granadinas, las malagueñas, las alegrías de Córdoba, me encantan las bulerías de Jerez, las campiñas, los cantes de Levante... Me gustaría escuchar las bulerías de Moncloa algún día. Igual todavía no las han creado, pero cuando lo hagan son tan importantes que se convierten en un palo flamenco, quién sabe. Pero de momento no las he escuchado.

Es el palo flamenco que queda para la historia del flamenco por su nombre y su lugar. Cuando me dicen “María José, ¿y tú de quién eres?” Y yo digo “de María la malaña y Pepe el molinero”. Esa es mi denominación de origen, mis abuelos. Pasa lo mismo con los cantes.

"Me gustaría escuchar las bulerías de Moncloa algún día. Igual todavía no las han creado, pero cuando lo hagan son tan importantes que se convierten en un palo flamenco, quién sabe. Pero de momento no las he escuchado"

¿Crees que estamos volviendo a la música de nuestros abuelos? Ya no solo con el flamenco, sino con otras músicas que se han perdido durante muchos años.

Total y absolutamente. No sabes lo feliz que me hace. Me hace tan feliz que se valore el legado de nuestros abuelos y de nuestros ancestros. Que esto esté pasando me parece una evolución porque no podemos saber a dónde vamos si no sabemos de dónde venimos.

Igual además de coger el pop o el rock británico, tendríamos que mirar qué tenemos aquí.

Claro, lo que tenemos que hacer es coger ese rock británico y los fandangos con el mismo age. Igual que valoramos lo de fuera tanto, que valoremos lo de dentro y los cantes de nuestros abuelos y la historia de nuestro pueblo. Mirar al rock sinfónico psicodélico desde una perspectiva anglosajona, sin ser nosotros anglosajones, hace que no lo comprendamos del todo. Sin embargo, teniendo en cuenta nuestra historia, nuestra identidad y nuestra cultura, podemos mirar este tipo de géneros con una identidad y una perspectiva propia y que incorporemos lo que nosotros traemos a ese tipo de géneros.

Más allá de esta gira de Ultrabelleza, ¿estás trabajando en algún nuevo proyecto?

Estoy trabajando en mogollón de cosas y no puedo contarte todavía mucho, pero dentro de nada vais a tener noticias.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es