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Torre Baró, el barrio de 'El 47' que sigue en lucha casi 70 años después: "Llega la tormenta y se va la luz en seis calles"

Torre Baró, el barrio de 'El 47' que sigue en lucha casi 70 años después: "Llega la tormenta y se va la luz en seis calles"

La cinta de Marcel Barrena parte como favorita a los premios Goya con 14 nominaciones, mientras los vecinos del barrio barcelonés siguen denunciando problemas de transporte y suministros.

Fotograma de la cinta 'El 47'.A Contracorriente Films

Para muchos españoles e incluso para muchos barceloneses Torre Baró no es más que un barrio peligroso, de extrarradio del que solo han oído historias o una simple torre de un castillo a medio construir en 1905 por el Marqués de Vallbona. 

Tras el 6 de septiembre, las perspectivas han cambiado y las calles empinadas con una pendiente superior del 10% del barrio han llamado a televisiones, documentales, radios y distintos medios de comunicación. El motivo es evidente: las 14 nominaciones a los premios Goya y más de 3,3 millones de euros recaudados en taquilla que ha generado la adaptación de la hazaña histórica del conductor de autobús Manolo Vital que aborda El 47.  

La cinta, dirigida por Marcel Barrena y protagonizada por Eduard Fernández, narra la historia real del barrio barcelonés de Torre Baró, ubicado en el distrito de Nou Barris y concretamente el secuestro del autobús 47 a cargo de Vital, uno de los muchos extremeños y andaluces que construyeron con sus propias manos el barrio, como reivindicación de transporte en la zona.

La película, más allá de los hechos denunciados, ha dado a conocer una historia desconocida para muchos y un barrio que, como denunciaban en la película con las pintadas "Torre Baró es Barcelona", ha estado décadas olvidado por el ayuntamiento y sigue prácticamente con las mismas luchas, según sus propios vecinos.

En la cinta, el Torre Baró de los años 70 era un vecindario sin luz, sin calles asfaltadas y sin ni siquiera escuela. En 2025, tal y como recuerda Valeria Ortiz, presidenta de la Asociación de Vecinos de Torre Baró a El HuffPost, "tampoco ha cambiado mucho". "Torre Baró lleva 70 años en lucha casi por la misma problemática, porque tampoco ha cambiado mucho. Tener este foco mediático para nosotros nos ha venido genial", recuerda. 

Pero no solo a nivel de poner sobre la mesa los problemas de estos vecinos, sino también para los propios habitantes, que incluso elaboraron de forma conjunta y con motivo de la película un alumbrado navideño por las calles del barrio.

"Torre Baró lleva 70 años en lucha casi por la misma problemática, porque tampoco ha cambiado mucho"
Valeria Ortiz, presidenta de la Asociación de Vecinos de Torre Baró

"Para la gente, tanto emigrante en su momento e inmigrante ahora, el sentir este sentimiento de pertenecer a algún sitio y que viesen la creación del barrio nos ha venido muy bien para este sentimiento de pertenencia", explica Ortiz.

Tal es el vínculo de estos vecinos con una zona que ellos mismos construyeron, que siguen fuertemente unidos a falta de bares y cafeterías en la zona en el Casal de Torre Baró que también se refleja en el filme, que algunas tienen el nombre de aquellos vecinos.

"Hay una parte de Torre Baró que cuando vino el autobús se le nombra la curva de los gallegos porque fueron los gallegos los que abrieron esa parte de la calle para que el autobús girara. Esa curva sigue siendo los gallegos", explica Ortiz, quien recuerda que a esos andaluces como Felipín (Salva Reina), extremeños como Vital se ha sumado una importante población inmigrante de África o Latinoamérica y "diversa", como ella misma, originaria de Bolivia.

La situación de los vecinos de Torre Baró no es especialmente favorable, con una renta media por persona de 9.899,2 euros —el segundo más bajo solo por detrás del barrio de Ciutat Meridiana— es hasta tres veces menor en comparación con los del barrio más rico de Barcelona, Pedralbes, con una renta media per cápita de 28.513,7 euros, según datos de 2021 del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat). 

Estas circunstancias sumadas al aislamiento geográfico y demográfico del barrio propiciaron un fuerte tejido asociativo del barrio, que se comenzó a gestar desde que los primeros migrantes pusieron la primera piedra de sus viviendas en los años 30 con cabezas visibles como Manolo Vital.

Desde entonces hasta bien entrados los años 90, especialmente antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona, las manifestaciones y reivindicaciones de los vecinos de Nou Barris fueron continuas, reivindicando además del transporte, agua potable, zonas verdes, centros educativos o deportivos.

A pesar de este sentimiento de pertenencia, el barrio sigue estigmatizado. "Hay una parte de la película en la que la hija de Vital dice 'me da vergüenza vivir aquí', pues esto también ha pasado, Hemos vivido eso, porque tú antes hablabas de Torre Baró y la primera cosa que se te decían era 'y sí, donde El Vaquilla', porque también grabaron la película aquí y vivió aquí o 'hay que tener cuidado, que es un peligroso' y no es así", señala. Ortiz recuerda que, aunque tuvieron autobús tras "el secuestro", todavía no tienen nocturno y el servicio sigue siendo precario o "a demanda" en algunas zonas.

"Aquí no tenemos autobuses nocturnos y la gente camina por la noche porque tiene que llegar a sus casas, y no pasa nada, el mayor peligro es que te salga un jabalí", bromea. "Hoy en día hay dos líneas de autobús en Torre Baró. Uno de ellos es un autobús a demanda, que tú lo solicitas y te viene a buscar y así hay como una conexión real entre la parte baja y la parte alta. Pero hay otra parte del vecindario, que es el famoso Torre Baró Sur, que allí les quitaron el autobús de paso regular y les pusieron solo autobús a demanda", explica.

"Tú antes hablabas de Torre Baró y la primera cosa que se te decían era 'y sí, donde El Vaquilla', porque también grabaron la película aquí y vivió aquí o 'hay que tener cuidado, que es un peligroso' y no es así"
Valeria Ortiz, presidenta de la Asociación de Vecinos de Torre Baró

Este autobús, según Ortiz, hay que reservarlo con 14 días de antelación, con las trabas que eso conlleva para imprevistos especialmente en un barrio con una alta edad media: "Si tú un día te encuentras mal, quieres ir al ambulatorio y llamas al autobús, quizás tengas 90 o 120 minutos de espera. No puedes planear 'oye aquí a tres días voy a tener gastroenteritis, quizás pues voy a reservar esta hora". "Hay mucha gente mayor que tiene que llamar a sus hijos, que a lo mejor viven fuera, para que les pidan el autobús", enfatiza.

Un barrio en lucha con problemas que siguen olvidados

Las "luces y sombras" del barrio, que ha recibido el foco mediático y el apoyo del equipo de la película y de numerosas personas que no conocían la historia de Vital y el resto de vecinos, siguen presentes.

Por ejemplo, Ortiz recuerda que nada más llegar del preestreno, al que fueron invitados y para el que la productora incluso les puso un autobús, estuvieron cinco días sin luz. "Es un barrio que llega la tormenta y se va la luz en seis calles de Torre Baró. Llevamos cuatro meses ahora, que ya incluso sin tormenta, que llegan las cinco y media de la tarde, que es cuando se alumbra el encendido público y hay días que no. No hay luz y pueden pasar 3, 4, 5, 6, 7 días que no haya luz", añade. 

A este problema se suma, tal y como recuerda Ortiz, se suma el robo de cable ya que no hay soterramiento y las farolas siguen siendo de madera, en la mayoría de los casos con un deficiente estado de conservación e incluso con termitas. "Los robos de cable aquí pueden ser a diario. Ahora mismo llevamos 25 días que hay una calle que está sin luz. Si vienes y la reparas, a lo mejor dura el cableado dos días, pero si no la reparas no hay robo. Entonces, ¿qué se hace?", reflexiona.

Ortiz recuerda que "hay que hacer una inversión muy grande en Torre Baró aún y hay que poner las cartas sobre la mesa", aunque no se muestra optimista: "Dudo mucho que se haga en mucho tiempo esto".

Aunque tienen un trato directo con la junta de Distrito de Nou Barris, especialmente a través del teléfono de atención ciudadana, denuncia que los vecinos tengan que estar continuamente en lucha por tener suministros y servicios: "Nos han preguntado si estamos agradecidos por el soterramiento... ¿Por qué yo tengo que agradecer algo que tiene que estar? No, no estoy agradecida. Esto debería haberse hecho hace mucho tiempo".

El cuidado de la montaña o el entorno que forma parte del barrio también "Nosotros vivimos en Collserola y lo que para la gente es la montaña, para nosotros son nuestras calles. Si no hay un mantenimiento de esta montaña, nos afecta muchísimo. Por ejemplo, en el caso de los árboles. Si un árbol se cae, como pasó este verano, y se lleva la luz de seis casas", explica.

Ortiz recuerda que sus peticiones en las distintas asambleas y plenos "son básicas". "Escuchamos lo que piden nuestros otros vecinos de los barrios contiguos y son carriles bici, guardería, no sé qué. Y claro, nosotros no tenemos nada. Llegamos ahí diciendo 'oye, por favor, este contenedor lleva 20 días sin recogerse' o 'se nos va la luz", recuerda.

"Hay muchísimo desgaste de todo lo que se consiguió en su momento. Entonces fue un avance, ahora mismo todo ese trabajo está desgastado. Lleva muchos años y esto requiere mantenimiento", recuerda.

La grabación de la película, codo a codo con los vecinos

La asociación de los vecinos al barrio también ha sido inherente al rodaje de la cinta. De hecho, Barrena contó con los habitantes de Torre Baró para el casting y casi para todo el desarrollo de la cinta.

"El casting se hizo en dos zonas, solo de Torre Baró: se hizo primero en la parte baja, y luego en la parte central. Vinieron casi todos los vecinos, por no decirte todos, que querían formar parte", recuerda Ortiz.

Además de esto, trabajaron mano a mano con los más mayores, aquellos que vivieron de primera mano las vivencias de Vital y los pertenecientes a la Associació de Gent Gran, quienes cedieron toda la documentación gráfica que aparece al final de la película.

"En el momento del rodaje había cosas que se iban cambiando in situ, porque había cosas que no eran así. Al mismo personaje de Eduard Fernández decían 'recuerdo que Manolo Vital llevaba un llavero con bellotas, le falta el llavero de las bellotas"
, presidenta de la Asociación de Vecinos de Torre Baró

Tal fue la implicación a nivel de guion y producción con los vecinos que, según Ortiz, cambiaron incluso algunos detalles que dieran veracidad a los hechos. "Vinieron al barrio, escucharon las historias, hablaron con muchísima, muchísima gente... En el momento del rodaje había cosas que se iban cambiando in situ, porque había cosas que no eran así. Al mismo personaje de Eduard Fernández decían 'recuerdo que Manolo Vital llevaba un llavero con bellotas, le falta el llavero de las bellotas", recuerda. 

También participaron con sus propias peticiones en la escena de la asamblea en la Asociación de Vecinos. Aunque como cualquier ficción, por mucho que esté basada en hechos reales no todo es verídico como, por ejemplo, que Joana Vital (Zoe Bonafonte) fuera la hija de Manolo Vital, cuando en realidad es su nieta. A pesar de estos cambios, Ortiz señala que la gente lo ha recibido muy bien.

Los vecinos fueron invitados al preestreno de la película, un evento histórico para todos ellos, especialmente para los mayores a quienes dirigieron buena parte de las entradas. 

"Hicimos una gestión para que toda esta gente pudiese llegar al cine y verla ese día. Un autobús los llevaba, estaba allí todo el elenco de la película, hubo también una actuación musical... Para ellos fue como gloria. Como 'vamos a vivir este momento que nos está regalando la productora", señala.

Una "aventura" ligada al cine en un día a día que sigue siendo prácticamente una odisea en el que los cortes de luz se siguen sumando a las dificultades en el transporte y la falta de puntos de encuentro. Aunque hayan pasado, precisamente 47 años de aquel secuestro de autobús, el mensaje de "Torre Baró es Barcelona" sigue vigente para aquellos que no miran a la montaña más allá del Tibidabo.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es