Un neurólogo culpa a una exquisitez culinaria de la maldición del pueblo en el que uno de cada doce habitantes tiene ELA
Todavía hacen falta más estudios que expliquen la situación.

En medio de los alpes franceses, el pueblo de Montchavin es un paraíso rodeado de vegetación y tranquilidad donde sus habitantes disfrutan de una vida marcada por la tranquilidad y la naturaleza.
Sin embargo, en este pueblo de 200 habitantes se da la situación de que entre 1991 y 2019, 16 residentes de la localidad fueron diagnosticados de ELA. Esto supone de que uno de cada doce habitantes de Montchavin sufren esta grave enfermedad neurodegenerativa para la que todavía no existe cura.
La primera doctora en dar la voz de alarma sobre los diagnósticos en el pueblo fue Valerie Foucault, médica de atención primaria en la localidad. Después de varios casos aislados en los años 90, Foucault se encontró con cinco diagnósticos en solo un año en 2009. La doctora pidió ayuda a las autoridades sanitarias regionales y nacionales para investigar qué estaba pesando pero le dijeron que "era un foco de casos, que en ocasiones sucedía y no se podía hacer nada".
La cosa cambió cuando al año siguiente se hicieron otros tres diagnósticos y la doctora Emmeline Lagrange, neuróloga del Hospital Universitario Grenoble Alpes, comenzó a investigar. Durante los primeros pasos, se analizaron los terrenos de los jardines, el sistema de canalización de aguas y las emisiones de gas, además de hacerse exhaustivos cuestionarios a los residentes del pueblo sobre sus hábitos y antecedentes genéticos, pero nada dio resultado ni explicó la situación.
Años después, entre 2017 y 2018, el neurólogo estadounidense Peter Spencer, especializado en enfermedades neurodegenerativas y su relación con cuestiones ambientales, empezó a sacar algunas conclusiones.
El neurólogo se fijó en las setas y hongos de la zona ya que sabía que algunos podían contener tóxicos capaces de afectar al sistema nerviosa. Después de investigar junto a la doctora Lagrange, descubrieron que la mayoría de los pacientes diagnosticados de ELA habían comido el hongo Gyromitra esculenta, considerado una delicia gastronómica local.
Este hongo también es conocido por ser altamente tóxico si no se trata adecuadamente y, de hecho, la mitad de los pacientes del estudio aseguraron haberse encontrado mal después de consumirlo. En el 2021 publicaron la investigación en las que los neurólogos aseguraban que "las genotoxinas del hongo podrían inducir la degeneración de las neuronas motoras".
Eso sí, el propio Spencer asegura que existe una "asociación", pero que siguen haciendo falta más estudios para certificar que es este hongo el causante de los numerosos casos de ELA en el pueblo.
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