Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Superstición, música para amenizar la espera o un plan de amigas: así es una mañana en la cola de Doña Manolita

Superstición, música para amenizar la espera o un plan de amigas: así es una mañana en la cola de Doña Manolita

Clientes de la larguísima fila en la administración de lotería más famosa, además de su gerente, cuentan sus tradiciones unas semanas antes del sorteo.

Una imagen de archivo de la administración de loterías Doña ManolitaMarcos del Mazo vía Getty Images

La cola empieza en la puerta de la administración y termina a unos pocos pasos de la Gran Vía de Madrid. Los hay que acuden en solitario, que prefieren ir con sus amigas o que se distraen como pueden. Rebeca, por ejemplo, es de las que espera "con música, charlando, bailando, para no pasar frío", cuenta a El HuffPost. Aguarda, como cada año hacen miles y miles de personas, en la madrileña calle de Mesonero Romanos para entrar a Doña Manolita y hacerse con uno de sus más que cotizados décimos.

Ella lleva en la fila ya una hora y media, según sus estimaciones. Y no es el primer año que lo hace. "Es una tradición", sentencia, a pesar de que en el 2023 no pudo acudir a la cita. Tampoco es la primera vez de Jesús. "Otros años está mal, pero hoy vamos a entrar bastante antes, si cunde, y está cundiendo", apunta.

Las que sí aterrizan en esta fila por primera vez son Paloma y Cristina, dos gaditanas que viven en Madrid. Llevan alrededor de una hora y media esperando. Y lo tienen claro: van a por un décimo que tenga, entre las cinco cifras, un nueve.

En la misma cola, casi al principio de la misma, a las puertas de la administración está Quique. Él es de Sevilla, pero vive en Madrid. "Mi padre me lo lleva pidiendo ya un par de años y digo 'voy este año hacer la cola y comprarle un décimo de lotería de Doña Manolita", cuenta, con dos horas y 20 minutos de espera a sus espaldas. Él, al igual que la última mujer en llegar a la fila, Olivia, apenas tiene supersticiones.

"Los típicos números de los meses de nacimiento de mi hermana, mi padre y mi madre", cuenta Quique sobre los números por los que se suele decantar. Olivia, sin embargo, no tiene preferencia por que le den algún número en concreto. "A mí me gusta mucho el 13, pero seguro que ya no queda", asegura. Ella, como el de Sevilla, no ha ido nunca a Doña Manolita, pero a la pregunta de por qué este año se ha decidido ha respondido rotunda: "Porque me va a tocar". Y el número premiado será el que le den en el interior de la administración, según ella.

"Somos cuatro, nos vamos a tomar un café, vamos al Primark, compramos… Todas esas cosas"

No todo aquel que concurre a este famoso establecimiento lo hace en solitario. María Ángeles, Rosa e Isabel han preferido ir juntas. "Somos compañeras de trabajo, nos hemos jubilado y hemos dicho, 'ahora que estamos jubiladas, pues nos vamos a comprar lotería a Doña Manolita", relata María Ángeles. Ellas ya han esperado alrededor de hora y media y todavía les falta hasta poder entrar a por sus respectivos décimos.

"Pero nos vamos turnando", esgrime Rosa. "Somos cuatro, nos vamos a tomar un café, vamos al Primark, compramos… Todas esas cosas", añade. De todas ellas, la única que había ido antes a la administración es Isabel, que otras veces ha ido con sus hermanas, se esperan a ver las luces "y pasamos el día", comenta. En esta ocasión, el plan es algo distinto, una vez tengan los décimos van a ir a por un "bocata de calamares, famoso en Madrid", presume María Ángeles.

María Ángeles, Rosa e Isabel atienden a 'El HuffPost'Sergi González Bueno - El HuffPost

Ellas no tienen ninguna superstición. "Eso es una bobada", opina María Ángeles. "La suerte ya está echada, si nos tiene que tocar, nos va a tocar y, si no, el año que viene volvemos", añade. Rosa, por su parte, dice que tiene "mala suerte en estas cosas", así que el número que le den será el que juegue.

El que tampoco es supersticioso es Ismael, situado un poco más atrás de este grupo de amigas. Sin embargo, este gallego residente en la capital confiesa que en la primera vez que acude a Doña Manolita le ha caído caca de paloma. "Y, bueno, pues a ver si hay suerte", confía el joven. No sabe qué número le van a dar, dado que ha decidido que sea uno aleatorio.

Ismael espera por primera vez en la cola de Doña ManolitaSergi González Bueno - El HuffPost

Muchas supersticiones y pocas cifras "en el templo de la buena suerte"

Algunas de las personas que hay en la cola, a diferencia de Ismael o María Ángeles, sí que prefieren seguir con sus supersticiones. Marcial y Juan, por ejemplo, no saben qué números llevan sus décimos. Son hermanos, originarios de Alcalá de Henares y todos los años van juntos. "Todavía nada, no me ha tocado nunca", asegura Marcial después de haber hecho ya su compra anual en Doña Manolita. "A mí me tocó hace dos años una pedreíta", añade su hermano.

Rebeca, por ejemplo, es de las que quieren que le den el décimo boca abajo. "Ahora lo guardo y lo miro cuando llegue a casa", asegura. Y como ella, muchos. Así lo corrobora Concha Corona, la gerente de la administración.

"Nunca hemos hecho un cálculo [de clientes] y por una sencilla razón: yo soy muy supersticiosa",
Concha  Corona, gerente de Doña Manolita

"Hay gente que entra con el pie derecho, muchísima", empieza a contar. También los hay que restriegan el décimo, o los décimos, en la placa que el Ayuntamiento de Madrid concedió al establecimiento por su condición de centenario. "De hecho, está brillante", señala Corona a este periódico, antes de enumerar otras tantas supersticiones: "Hay gente que no le gusta que se vea el número, entonces, hay que darlo boca abajo porque, si lo ven, ellos mismos lo gafan, hay gente que, al revés". "Es que somos supersticiosos todos, yo creo", concluye.

Y ella también se reconoce como tal. La cantidad de clientes que reciben en Doña Manolita es tanta que se ven en la obligación de modificar el horario. "Abrimos todos los días desde las 09:00 horas hasta las 20:30, aunque luego estamos siempre un poquito más, pero bueno", detalla. Además, "hay muchísimo más personal, pero la ilusión es la misma todo el año", continúa. 

Y, a pesar de estos cambios y del despliegue de recursos, desconocen cuántas personas vienen al día. "Nunca hemos hecho un cálculo y por una sencilla razón: yo soy muy supersticiosa", afirma Concha, que asegura no hablar de cifras ni dar números "nunca". "Porque en el templo de la buena suerte soy así, ¿qué voy a hacerle?", indica.

Nueve meses antes

El sorteo se celebra cada año el 22 de diciembre, pero la venta de décimos se remonta al mes de julio. Estos llegan a las administraciones españolas a principios de la séptima mensualidad del año. "Pero es que ya en marzo empezamos a tener peticiones", afirma Concha. Y los hay que van varias veces a comprar lotería.

Denis, por ejemplo, es de esos. Él es de Talavera de la Reina, pero lleva pasándose por la administración toda una década. En lo que va de 2024, esta es la segunda vez que va a por lotería. "De momento me voy a poner a la cola porque en julio ya vine", cuenta. Su plan pasa por coger un total de 20 décimos, pero todos al azar.

Jesús también va a hacer lo mismo. Él es de los que no se considera supersticiosos y a él lo que le den le vale. "Yo digo que me den 14 décimos todos del mismo y ya está", apunta, antes de decir que es "suerte" lo que él necesita. Este 2024 es la sexta vez consecutiva que se acerca a Doña Manolita, pero afirma que ya antes procuraba ir todos los años." Ahora, estoy jubilado y me dedico a hacer estas cosas, pero vengo solamente a por lotería para mí y para mis amiguetes. Nada más", concluye.

A él le queda poco para entrar y las que han salido de la administración al final de la mañana son Paloma y Cristina. "Dos horas y media, por lo menos", aseguran que es el total de tiempo que han invertido. Su décimo, tal y como contaban una hora antes, acaba en nueve.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Aitana Villegas es redactora de LIFE en El HuffPost. Se graduó en Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid y ha pasado por las redacciones de Público y Diario AS. Puedes contactar con ella escribiendo a: avillegas@huffpost.es