Palma, perfecto destino 365

Palma, perfecto destino 365

Catedral de Palma de Mallorca.Pixabay

Rica en cultura, historia y gastronomía, no necesitamos que sea verano para empaparnos del savoir faire y el alma mediterránea que reside en la capital de la isla de Mallorca. Resulta inevitable caer rendido ante los encantos de Palma.

Hubo una vez en la que Palma fue un destino de bajo perfil, una ciudad donde aterrizar para inmediatamente salir en busca de aguas turquesas y calas solitarias. Pero de eso, afortunadamente, hace ya mucho tiempo. La Palma de hoy en día es una ciudad que no deja de sorprender al viajero, y lo hace a sabiendas de que se ha convertido en un destino tan mediterráneo como irresistible. Señorial y señorita, para entender el presente de Palma hay que destacar su glorioso pasado, venido a más gracias al esfuerzo y el tesón de sus habitantes, felices y orgullosos de saberse que viven en una de las ciudades de alabada belleza renacentista. Palma es una ciudad cosmopolita cuyos contrastes se perciben nada más aterrizar, al observar esa mezcla palpable de que esta ciudad da la bienvenida a todo tipo de viajero, incluso al más escéptico.

No resulta difícil quedarse perplejo cuando acercándonos a la ciudad desde el aeropuerto sorprende, a mano derecha, la imponente catedral de Palma (aquí se encuentra la capilla del Santísimo, obra del artista Miquel Barceló), el Palau de la Almudaina y salvaguardando a ambas, el Parc de la Mar, una bonita zona lúdica y de recreo. Desbordante de belleza, es un buen preludio de lo que nos espera.

  Playa de Palma de Mallorca.Pixabay

Históricamente Palma ha sido durante muchos años la sede de la monarquía y la aristocracia en la isla, así como también de la jerarquía eclesiástica -lo que explica su gran cantidad de iglesias, conventos y palacios con patios secretos detrás de portales arqueados-, aunque tras años de esplendor, su gracia se convirtió en desgracia, hasta que el siglo XX le devolvió su merecida gloria. Desde entonces hasta hoy, la ciudad ha estado inmersa en una carrera de fondo de la que ha salido victoriosa, logrando el podio de honor como uno de los destinos más bonitos del mediterráneo. No es para menos. Tan solo hace falta darse una vuelta por el Paseo de Born, una de las calles más bonitas de la ciudad, plagada de árboles, paseantes y mucho encanto, así como de tiendas de lujo como la mítica Relojería Alemana, Carolina Herrera o el local de Vuitton, que llama poderosamente la atención por el contraste de su escaparate con los históricos muros de piedra que soportan el peso y el paso de los años de los palacetes que se aposentan sobre ellos. Y hacia arriba, cuando el Born se encuentra con la calle Jaime III en la conocida como plaza de las Tortugas (por la fuente que la decora), se encuentra en plena forma uno de los cafés más antiguos de la ciudad, el Bar Bosch (barbosch.es), todo un clásico palmesano por donde antes que nosotros ya pasaron artistas como Joan Miró. Aquí se puede y se debe disfrutar de un chocolate y una ensaimada o de un aperitivo acompañado una ración de tumbet (una especie de pisto que incluye patata y berenjena), y que sirven cumpliendo la receta tradicional.

No muy lejos de aquí y subiendo la comercial Jaime III, llegamos hasta el hotel Nakar (nakarhotel.com), uno de los recién llegados a la ciudad. Inspirado en el diseño y el confort nórdico de líneas rectas y sobrias, este boutique hotel de tan solo 57 habitaciones ocupa el edificio de la mítica pensión Nácar, que tras años de desgaste dejó de existir para convertirse en unos anodinos despachos. Por suerte, la familia Ramis –propietaria del edificio- quiso volver a dotar al inmueble del esplendor de antaño, creando así esta joya urbanística con todo tipo de comodidades en el mismísimo corazón de Palma. Tras una reforma inmaculada, el diseño del interiorismo ha corrido a cargo de la mallorquina Marga Rotger de la que alabamos su buen gusto a la hora de dar vida a una de las terrazas más coquetas de la ciudad, con una piscina desde donde divisar el skyline palmesado cuyo protagonismo queda copado por el edificio de la catedral. De la restauración del hotel se encarga de forma personal el mediático chef mallorquín Miquel Calent dentro del restaurante CUIT, una cocina artesanal y de temporada que cuenta con una profunda base mallorquina; de ahí que entre sus platos más populares se encuentren versiones más sofisticadas del sabroso 'bacalao' o la 'lechona asada'. Y es que también gastronómicamente hablando, Palma saborea una época dorada. Fruto de una intensa historia de conquistas y reconquistas, el legado gastronómico de Mallorca en general y de Palma en particular es hoy el resultado de su complejo pasado, que reúne una sólida base de todas las culturas que han modelado la personalidad de esta isla. 'Frit mallorquí', 'ensaimada' o la característica 'sobrassada' son algunos de los platos más populares de una cocina cimentada en la riqueza de sus legumbres, los frutos del mar y de la tierra. Pero esto no ha hecho más que empezar, porque junto a cocineros como Calent, una generación de jóvenes chefs trabaja para ensalzar la materia prima local y la singularidad de la gastronomía mallorquina, reinventando los platos de siempre y adaptándolos a los nuevos tiempos. Un trabajo que hasta ha sido premiado con alguna estrella Michelin, como la que luce Marc Fosh en 'Simply Fosh'.

  Mercado de pescado en Palma de Mallorca.Pixabay

Un arte, el de la gastronomía, que se disfruta de igual manera que visualizando los cuadros y las esculturas que pueblan imprescindibles mecas artísticas como son el museo Es Baluard (esbaluard.org) o la Fundació Pilar i Joan Miró (miro.palmademallorca.es). Y es que el menú cultural de la ciudad es casi tan prometedor como el gastronómico. La Fundació Pilar i Joan Miró se compone de un trío de edificios relacionados con la vida del pintor mallorquín, obra y legado, incluyendo su estudio, en perfecto estado de conservación, con botes de pintura y obras a medio terminar, una dosis de realismo que parece sugerir que puede aparecer en cualquier momento. Solo por el placer de regresar a Palma, no me extrañaría nada.

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