Susurrar palabras positivas para vivir mejor

Susurrar palabras positivas para vivir mejor

Cada palabra es un plan concreto para hacer nuestros sueños reales, eso es el lenguaje positivo: palabras habitadas, palabras que dejan legado, son dignas de confianza, nos cuidan, educan nuestros sentimientos, crean vínculos y relaciones personales duraderas.

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Foto: ISTOCK

El objetivo del lenguaje positivo es responder a esta pregunta: ¿podemos crear con las palabras el futuro que está en nuestros sueños? Los seres humanos somos susurradores de palabras. Parece ser que no hay ningún otro ser en la tierra que susurre tan bien "al oído" (quizá seamos los únicos susurradores de palabras al oído en el universo), sobre todo cuando susurramos palabras de amor, de vida, de futuro, cuando susurramos sueños.... Tantos años, siglos y milenios susurrándonos al oído nos han permitido darnos cuenta de que las palabras son planes concretos para hacer nuestros sueños reales. En el libro La ciencia del lenguaje positivo. Cómo nos cambian las palabras que elegimos, encontraréis el conocimiento y las fuentes para construir una buena historia de vuestra vida que os permita hacer vuestros sueños reales porque, como dice el premio Nobel Daniel Kahneman, "a todos nos preocupa mucho la historia de nuestra vida y deseamos más que cualquier otra cosa que sea una buena historia con un protagonista decoroso". Estos son algunos secretos del lenguaje positivo para construir una buena historia de nuestra vida.

Evitemos las frases killer

Yo no sé cuántos gramos pesa un sueño en el cerebro, lo que sí sé es cuánto pesan en mi corazón y en sus latidos los sueños que hemos sometido al destierro. El miedo, la angustia, la ansiedad, el estrés, la depresión, atrapan nuestras palabras. La biología de las palabras afecta a nuestro estado de ánimo. Nos tocan. Nos desalientan. Son frases killer, palabras que se susurran al corazón levantando la voz: "no lo vas a conseguir", "me esperaba otra cosa", "ni lo intentes...", "imposible...", "de haberlo sabido...", "nos es por nada", pero...", "ya te lo decía yo...", "se veía venir..", "la próxima vez lo hago yo...", "eres un inútil...", "todo es acostumbrarse", "la cruda realidad", "¿te puedo decir algo sin que te enfades?", "qué le vamos a hacer", "así es la vida".... Estas frases nos quitan del corazón ese empuje inicial, esa ilusión y enferman nuestro lenguaje, nuestras posibilidades. En definitiva, atacados por el virus de las frases killer, también enferman nuestros sueños. Una frase killer es aquella que cuando alguien la dice, o se la dicen, el efecto que produce es el desánimo, el desaliento. La falta de energía afecta a nuestros reflejos y a nuestra inteligencia, nos roba tiempo y futuro. Una frase killer es rápida, se dice sin pensar en las consecuencias de lo que se está diciendo. Es, sobre todo, una reacción brusca más parecida a un "tortazo" que a una reprimenda.

Cuando evitamos las frases killer, abrimos una pequeña brecha de luz en nuestro lado oscuro del lenguaje.

Imaginemos el "sí"

Darío Villanueva, director de la Real Academia Española dice que "lo más sublime que se puede hacer con las palabras es la creación". "Sí" es una palabra prodigiosa, una máquina de creación de sueños. "Sí" es energía, ganas de hacer cosas que impulsa la creatividad y el cambio del mundo. El "sí", habitado, abre la posibilidad de transformar nuestras vidas. El "sí" nos permite pensar que no hay retos imposibles. Decir "sí" desata experiencias nuevas en nosotros y en los demás. Sí, desafiamos los límites de la vida, de la naturaleza. Sí, transformamos nuestras costumbres y nuestros comportamientos.

Hay palabras que determinan el rumbo y la actitud ante la vida, y la palabra "sí" es una de ellas. Cada palabra es un pequeño héroe que llevamos dentro con el sublime poder de crear sueños.

Habitemos nuestras palabras

Hablar es habitar el mundo. Se trata de hacernos cargo de nuestras palabras y de su destino. Cuando habitamos las palabras nos recordamos. Nos hacen sentir quiénes somos en realidad para nosotros mismos y para los demás. Palabras habitadas son aquellas que se abren, se tocan, se palpan y se sienten hasta las entrañas. Soy el amo de mis palabras, soy el capitán de mis sueños. Soy el corazón de cada palabra que susurro: libertad, ilusión, superación, sonrisa, amor.... Cada palabra es un plan concreto para hacer nuestros sueños reales, eso es el lenguaje positivo: palabras habitadas, palabras que dejan legado, son dignas de confianza, nos cuidan, educan nuestros sentimientos, crean vínculos y relaciones personales duraderas. Por eso hoy he elegido ser la palabra gratitud. Gratitud es un hermoso ejemplo de palabra habitada. Sólo podemos agradecer de verdad cuando la gratitud habita en nuestro corazón. Agradezco a la vida, a los amigos, a mis seres queridos, a vosotros, lectores. Y tú, ¿qué palabra eliges ser hoy? ¿Qué palabra eliges habitar hoy?

E.T. Empatía temporal

Tomar decisiones en el tiempo a tiempo. Es posible que el mejor camino para que tengamos empatía es que escuchemos el tiempo de las personas. Escuchar es ver, y ver es saber que somos sin sustituto. Sentir los latidos, uno a uno, de cada una de las personas y ser conscientes de que ese latido, el soplo de la vida, no tiene sustituto. Nadie nace, ni crece, ni vive, ni muere por ti, ni por mí. El tiempo se convierte en la clave de todos nosotros. Llegar a tiempo es actuar a tiempo, ante el dolor, el sufrimiento, la desesperación, la muerte y, sobre todo, ante la vida. La pregunta no es ¿podemos hacer que ocurra a tiempo? La pregunta es ¿lo haremos?