Las empresas son las mejores plataformas para el cambio

Las empresas son las mejores plataformas para el cambio

Como sociedad, estamos entrando en territorio inexplorado: un nuevo mundo en el que es necesario que los gobiernos, los empresarios, la comunidad científica y los ciudadanos trabajen juntos para definir qué caminos llevan a estas tecnologías a mejorar la condición humana y a minimizar los riesgos.

Security officer watching cloud blocks forming face in skyColin Anderson via Getty Images

Cada día me reafirmo en que estamos viviendo la era más emocionante y transformadora de la historia. En los más de 35 años que llevo en la industria de la tecnología nunca había experimentado tanta innovación a un ritmo tan increíblemente rápido como este. Los cambios tectónicos desencadenados por la nube, lo social, la movilidad, los datos y las tecnologías del Internet de las cosas están transformando todas las industrias, desde el transporte y el entretenimiento hasta las compras y los servicios financieros.

Además, los avances en inteligencia artificial, informática cuántica, robótica, energía limpia, ingeniería genética y otros campos tienen el potencial de redefinir la fabricación, la agricultura y la medicina, entre otros. Los líderes empresariales de todo el mundo intentan seguirle el ritmo a esta inmensa oleada de transformación digital.

También es el momento de que los empresarios consideren la manera en que influirán estos avances tecnológicos no solo a sus empresas, sino a sus comunidades, al planeta y a la sociedad en su conjunto. Estas extraordinarias innovaciones, además de proporcionar oportunidades espectaculares para el crecimiento económico, también implican una serie de dificultades sociales. Un gran número de puestos de trabajo se verán reemplazados por inteligencia artificial o robots. Las aptitudes, cada vez mayores, de la inteligencia artificial y de la ingeniería genética tienen el potencial para ir más allá del control de sus creadores.

Como sociedad, estamos entrando en territorio inexplorado: un nuevo mundo en el que es necesario que los gobiernos, los empresarios, la comunidad científica y los ciudadanos trabajen juntos para definir qué caminos llevan a estas tecnologías a mejorar la condición humana y a minimizar los riesgos.

Como afirma el profesor Klaus Schwab, fundador y Presidente Ejecutivo del Foro Económico Mundial, en su nuevo libro, La Cuarta Revolución Industrial, "a menos que los líderes del sector público y privado garanticen a los ciudadanos que están poniendo en práctica estrategias creíbles para mejorar la vida de las personas, podría intensificarse el malestar social, la inmigración masiva y el extremismo violento, generando, de este modo, riesgos para cualquier país en cualquier grado de desarrollo".

En mi opinión, las empresas son las mejores plataformas para el cambio y pueden influir a gran escala en el proceso de mejora mundial. Como empresarios, tenemos una posición de influencia y somos responsables de algo más que de los accionistas. Somos responsables del bienestar de una extensa comunidad de empleados, clientes y socios, al igual que de los demás seres de este planeta en el que vivimos.

Esta opinión cobró aún más fuerza para mí durante una reunión en Ginebra con Peter Maurer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), el año pasado. Estábamos discutiendo sobre la trágica situación sin precedentes en la que se encontraban los millones de inmigrantes que buscaban refugio en Europa y sobre cómo Peter Maurer y el CICR se dedicaban a ayudar a los refugiados. Mientras Maurer hablaba, me fijé en una fotografía que había colgada en la pared de un hombre al que no había visto nunca. Se trataba del empresario suizo Jean Henri Dunant, quien -según me informé después- fue el que tuvo la idea inicial de formar el CICR y el primer galardonado con un Premio Nobel de la Paz.

La visión de Dunant sobre la Cruz Roja surge tras experimentar las secuelas de la batalla de Solferino en Italia durante el verano de 1859. El Ejército francés de Napoleón III y el Ejército de Cerdeña de Víctor Manuel II habían derrotado al Ejército de Francisco José I de Austria. En el campo de batalla había más de 20.000 guerreros muertos, agonizantes o heridos. Dunant puso en práctica sus habilidades de emprendimiento para reunir a la gente del pueblo y convencerlos para poner a salvo a los heridos. También organizó la financiación para las provisiones y para construir hospitales de campaña.

De vuelta en Ginebra, Dunant se inspiró para crear una organización dedicada a mejorar la calidad del servicio médico en el campo de batalla, lo que llevó a la constitución del CICR en 1863. Hoy en día, el CICR continúa sus esfuerzos por aliviar el sufrimiento en el mundo, con más de 12.000 trabajadores en 80 países del mundo.

Dunant llevó a cabo un cambio que considero que muchos empresarios quieren hacer: aplicar su liderazgo, sus recursos y sus contactos de una forma más humanitaria. Solo con compasión y generosidad podemos afrontar los complejos retos, desde la creciente tendencia de la desigualdad hasta el calentamiento global.

En mi empresa, Salesforce, introdujimos la filantropía en nuestro modelo de negocio desde el primer día, empleando el 1% de nuestra tecnología, personal y recursos para colaborar con organizaciones no gubernamentales de todo el mundo. Hasta ahora, hemos contribuido con más de 100 millones de dólares (unos 91 millones de euros), nuestros empleados han trabajado más de 1,1 millones de horas con fines benéficos y hemos donado productos a más de 27.000 organizaciones. Basándose en nuestro modelo, más de 550 empresas se han suscrito al Pledge 1% (Compromiso 1%), que consiste en destinar un uno por ciento de sus activos, su producto y su tiempo en ayudar a los demás.

Como empresas, podemos tener éxito económico y al mismo tiempo podemos hacer del mundo un lugar mejor para todos. Como jefes, podemos colaborar con nuestros clientes, empleados, socios, comunidades, gobiernos e instituciones para crear una cultura de la confianza que priorice el bienestar de nuestra gente y de nuestro planeta. Nos podemos comprometer con la filantropía empresarial con el mismo ahínco y dedicación que utilizamos en otro tipo de inversiones. Podemos repensar nuestros sistemas educativos para formar la fuerza de trabajo del mañana. Podemos trabajar juntos para garantizar que esta revolución tecnológica sirva con su máximo potencial a la humanidad y beneficie a todos los ciudadanos, no solo a unos cuantos privilegiados.

En adelante, los directivos empresariales, y no solo los dirigentes gubernamentales, serán juzgados en base a si son capaces de dirigir la corriente de innovación tecnológica exponencial para hacer del mundo un lugar mejor. Como dijo el también Nobel de la Paz Martin Luther King Jr, "la pregunta más urgente y constante en la vida es: ¿Qué estás haciendo por los demás?".

Este post ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero y Marina Velasco Serrano

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