¿De qué presumirán los embajadores españoles en el extranjero?

¿De qué presumirán los embajadores españoles en el extranjero?

El mayor logro del Reino Unido, según su embajador, ha sido saber aunar la gran tradición histórica del país con una apuesta firme por la ciencia y la innovación. Su gran tesoro son sus premios Nobel, entre ellos, Watson y Crick.

Hace unos días asistí a la fiesta conmemorativa del Diamond Jubilee de la Reina Isabel II en la residencia del embajador del Reino Unido en España, Giles Paxman. Paxman había visitado unos meses antes el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y entonces tuve ocasión de presentarle en primera persona las actividades de investigación y de innovación de nuestro centro, así como nuestro nuevo programa para el tratamiento del cáncer. Me apetecía mucho devolver la visita al embajador, a quien había visto verdaderamente interesado en conocer el CNIO.

En la fiesta del Diamond Jubilee había personalidades de todos los sectores de la sociedad española, sin olvidarse de la ciencia. Acudí a la recepción acompañada por nuestra directora de Innovación, Marisol Quintero, y la directora del Programa de Patología Molecular, Marisol Soengas. Ya en su saludo de bienvenida, Paxman se interesó por los ratones a los que hemos conseguido alargar la vida con terapia génica de forma segura, sin producirles cáncer, una investigación cuyos resultados recientemente ha publicado el CNIO.

Hacia la mitad de la celebración, el embajador dirigió unas palabras a los asistentes. Se trataba de celebrar los 60 años de reinado de Isabel II, el segundo reinado más largo de la historia del Reino Unido. El embajador británico resumió tres o cuatro, no más, grandes logros de su país bajo el mandato de su reina. Sus palabras fueron inesperadas y sorprendentes para mí y mis dos acompañantes del CNIO. El mayor logro del Reino Unido, según su embajador, ha sido saber aunar la gran tradición histórica del país con una apuesta firme por la ciencia y la innovación.

El Reino Unido tiene la sociedad científica más antigua y prestigiosa del mundo, la Royal Society, entre cuyos miembros han estado científicos de la trascendencia de Isaac Newton o Charles Darwin. El embajador mencionó a James D. Watson y Francis Crick, los entonces jóvenes científicos, estadounidense e inglés, respectivamente, que en 1953 descubrieron en la Universidad de Cambridge la estructura de la molécula del ADN, y por lo tanto, el mecanismo básico de la vida, un hito que revolucionó la biología y la medicina.

El embajador mencionó que en los 60 años de reinado de Isabel II, la ciencia realizada en el Reino Unido ha conseguido más de 200 premios Nobel (y de estos, más de 70 para científicos británicos). También resaltó que en la Universidad de Oxford se han formado líderes de todo el mundo. Mis acompañantes y yo nos miramos sorprendidas y llenas de satisfacción.

Aunque la tradición científica española es corta y nuestra ciencia es aún joven, en pocos años los científicos españoles se han ganado el respeto internacional y son capaces de competir con los mejores. Además, algunos de nuestros centros de investigación están entre los mejores del mundo en su especialidad. Sin embargo, es raro ver que personalidades relevantes de nuestra sociedad se enorgullezcan de la ciencia española, del modo en que hizo Paxman con la ciencia y los científicos de su país. ¿Será que la ciencia española no es un acierto desde el punto de vista económico? Los números son contundentes: la ciencia es una actividad que interesa.

El sector donde menos trabajo se ha destruido con la crisis económica es el de la ciencia y la innovación. Según la encuesta del INE Recursos Humanos en Ciencia y Tecnología, el 96% de los doctorados estaba empleado en España a finales de 2009, cuando la tasa de paro estaba ya próxima al 19% y había casi cuatro millones de parados. Una conclusión similar se obtiene visitando en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía la interesante pieza Poll ("encuesta") que presenta Hans Haacke dentro de su muestra Castillos en el Aire.

En plena crisis se siguen creando empresas de biotecnología y se siguen licenciando patentes españolas por compañías españolas y extranjeras. Los científicos españoles compiten con éxito consiguiendo fondos europeos solo en base a la excelencia de sus investigaciones.

Hay tradiciones y tradiciones, la tradición verdaderamente importante en el Reino Unido no es el fútbol, y eso que lo inventaron ellos, sino el fomento y el respeto a la investigación y la creación, la admiración por la ciencia y los científicos. Su gran tesoro son sus premios Nobel, entre ellos, Watson y Crick.

A modo de ejemplo de cómo son las culturas que cultivan el conocimiento y la ciencia, cuento la siguiente anécdota. Watson (el mismo premio Nobel que citó el embajador) estuvo en el CNIO en 2009. Participó como asistente en una conferencia sobre cáncer y metabolismo organizada en el centro (y aquí aprovecho para mencionar que en el CNIO, como parte de nuestro compromiso con la formación y divulgación científica, organizamos conferencias internacionales, los CNIO Frontiers Meetings, que tienen mucho prestigio y seguimiento fuera de España). Pues bien, durante aquella visita tuve oportunidad de cenar con Watson en un par de ocasiones y nos contó entusiasmado que estaba financiando con su propio dinero un ensayo clínico para el tratamiento del cáncer en Alemania y que admiraba los tratamientos experimentales del cáncer que se realizaban en España. Watson consideraba que científicos españoles, como José Baselga (que ya no se encuentra en España...), estaban en la frontera de los tratamientos del cáncer más novedosos del mundo. En uno de aquellas cenas alguien le preguntó: "Pero, Jim [es muy cercano e informal], a tus 80 años, ¿por qué estás aún interesado por la investigación?". Watson respondió: "Because I want to be famous" (porque quiero ser famoso). "¡Pero si ya eres muy famoso, has descubierto la estructura del ADN!", le replicaron. Y él zanjó: "No, that is not so important, I want to cure cáncer", (no, eso no es tan importante, quiero curar el cáncer).

La tradición de los países anglosajones en el fomento de la ciencia es lo que les ha dado una ventaja económica y cultural. Sin tradición científica propia, y la nuestra es aún muy joven y necesita mucho apoyo, no hay innovación y no hay desarrollo.

Mientras regresaba de la recepción pensé que quizás el embajador Paxman sabía más de lo que hacíamos en el CNIO que muchos de nuestros propios líderes políticos, y me entró una curiosidad, ¿de qué presumirán los embajadores españoles en el extranjero?