En fila en la escalerilla del Air Force One

En fila en la escalerilla del Air Force One

En Sevilla se esperaba a Obama, pero el tiroteo de Dallas trastocó todos los planes: hubo que cancelar la cena, el paseo y, consecuentemente, el recibimiento en el aeropuerto. ¡Con lo enfurruñada que le tenían las cuestiones protocolarias a pie de avión a la presidenta Susana Díaz! Hay que ponerse en fila para recibir y saludar a los Jefes de Estado cuando vienen de visita y no es que eso en sí le pareciese mal, lo que no le gustaba era el puesto que le había tocado en esa fila.

5c8b3cfe240000f7054d2cde

En Sevilla se esperaba a Obama, pero el tiroteo de Dallas trastocó todos los planes: hubo que cancelar la cena, el paseo y, consecuentemente, el recibimiento en el aeropuerto. ¡Con lo enfurruñada que le tenían las cuestiones protocolarias a pie de avión a la presidenta Susana Díaz! Hay que ponerse en fila para recibir y saludar a los Jefes de Estado cuando vienen de visita y no es que eso en sí le pareciese mal, lo que no le gustaba era el puesto que le había tocado en esa fila.

Siendo el presidente Obama el ilustre visitante, era de cajón que fuese el rey de España, su anfitrión, quien le recibiese en el aeropuerto de San Pablo. Tanto, como que a éste le acompañasen el presidente del gobierno español y la presidenta de la autonomía andaluza, a cuya capital iba a llegar.

Cuando de autoridades se trata, los de protocolo se amparan en normativas y reglamentos para evitar problemas de protagonismos: ¡Todos quieren salir en la foto y manejar vanidades no es sencillo! Por ello, tiran de Real Decreto: el 2099/83 de precedencias de las autoridades en los actos oficiales. En el artículo 12 de este Real Decreto hay una lista con el orden en que deben colocarse dichas autoridades en aquéllos que se celebren en el territorio propio de una Comunidad Autónoma y señala que el Rey será el primero de la fila, seguido del presidente de gobierno (puesto 8) y del presidente -en este caso, presidenta- autonómico (puesto 13). Hasta aquí todo iba muy bien y nuestros gobernantes contentos todos con estar tan estupendamente bien situados a pie de escalerilla! Si así lo manda la ley, cúmplase.

Pero, hete aquí que el presidente Rajoy adujo tener otros menesteres que atender y disculpó su presencia en el recibimiento a Obama que se estaba organizando. ¡Mala pata! Aunque se buscó una solución: mandar a alguna persona en su lugar. Dicho y hecho. Para la ocasión se decidió que le representase la vicepresidenta Sáenz de Santamaría.

Podría pensarse, que al ser solo vicepresidenta, la cosa favorecía a la presidenta andaluza: pasaba a ser la segunda de la fila, tras el rey, y dejaba su tercer sitio a la "vice". De hecho, en ese mismo artículo 12, el puesto en la lista reservado para los vicepresidentes es el siguiente, el 14. El asunto parecía mejorar bastante para Susana Díaz.

Pero, ¡ay ay, ay! También en el mencionado RD 2099/83 tiene sitio la figura de la representación. En el artículo 9 se recoge el procedimiento en caso de que se ostente alguna representación oficial. Y allí se dice, textualmente:

"La persona que represente en su cargo a una autoridad superior a la de su propio rango no gozará de la precedencia reconocida a la autoridad que representa y ocupará el lugar que le corresponde por su propio rango, salvo que ostente expresamente la representación de Su Majestad el Rey o del Presidente del Gobierno".

Y ese era el caso... ¡Volvíamos a la casilla anterior! Representar al rey o al presidente del gobierno, expresamente y tras comunicación oficial, da derecho a ocupar su sitio. Físicamente y a todos los efectos. Así pues, tercer puesto para la presidenta andaluza. Berrinche, sofoquina y otros aspavientos. Aquello le parecía una descortesía: pero ¡era la ley! Había que cumplir.

Y en ese runrún andaban cuando los acontecimientos en Estados Unidos obligaron a cancelar parte del programa. Justo la visita a Sevilla. Se acabó el recibimiento, se acabó ponerse en fila, se acabó el protocolo. Algunos respiraron y otros rieron. Eso sí, por lo bajito.