Mujer y protocolo

Mujer y protocolo

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No hay norma alguna en protocolo que especifique un lugar determinado para la mujer. Pero, en protocolo las tradiciones tienen mucho peso. Seguimos muchas costumbres y usos sociales a lo largo del tiempo y aunque las vamos adaptando a los cambios sociales algunas ya suenan chocantes. Los especialistas en protocolo trabajamos con algunos de esos vestigios procurando lidiar con ellos de la mejor forma posible en la organización de los actos en los que nos implicamos. Normas no son. Son más bien criterios en los que subyace un poso que arrastramos de ese concepto de la mujer frágil que es el complemento de un hombre. ¿Qué aspectos protocolarios son esos?

Pareja real

Tal vez, lo más reseñable sea la diferencia entre rey y reina. En la conocida expresión protocolaria "el rey hace reina, la reina no hace rey" está explícita la superioridad de un hombre para ejercer el puesto. Si la monarquía se hereda aun "preferentemente" por la línea del varón, se deriva que es un cargo que las mujeres no tienen capacidad de asumir. Si, por mor del destino, no hubiera más cáscaras que hacer reina a una mujer, su marido en caso de casarse, no sería el rey. Serlo implica unas responsabilidades. Y esas las tiene su mujer. Así que él pasa a ser "consorte". Si es al contrario, la mujer de un rey, será reina. Sin responsabilidades más allá de las representativas, pero con el título.

En conclusión, se puede ser reina florero, pero no rey florero. ¡Queda mal relegar a un hombre a ese cometido! Si es "consorte" parece que disimula.

Invitaciones

Cuando mandamos una invitación a un hombre, lo "adecuado" es enviarla al Sr. TalCual y esposa o Sr. TalCual y Sra. Sin más. Sin apellido. Si esa misma invitación es para una mujer, añadimos la coletilla "y acompañante". Lo de esposo, que sería el masculino de esposa, no sólo es que queda mal, es que es, además, una cursilería. Lo de "y Sr." ...¡ni nombre tiene!

Presidir en pareja

En aquellas presidencias académicas de los actos sociales a los que se acude en pareja porque así se estime, los anfitriones ocupan los sitios centrales. Las otras parejas invitadas se irán alternando a derecha e izquierda de los anfitriones, no dejando a los matrimonios juntos e intercalando hombre y mujer.

Además se debe evitar dejar a las mujeres en los extremos, aunque a veces no quede más remedio. Prima su condición femenina.

Si el acto es oficial, se olvida uno de la alternancia de sexos y se aplica la precedencia que corresponda al acto: si una mujer ocupa el extremo en función de su cargo, no se cambia. Prima el cargo sobre su condición femenina

Esos otros criterios de ordenación

Hay veces en las que hay que tirar de otros criterios para ordenar personas, que no son ni la jerarquía en una empresa, ni el real decreto de precedencias de las autoridades, ni el empleo en el ejército ni cualquier otro reglado. Esos otros criterios que, se suponen son de ayuda para conseguir esa protocolización necesaria son, por ejemplo, el estado civil. Por tradición -¡ay, esas tradiciones!- la mujer casada estaba por delante de la mujer divorciada. Y, siguiendo por esta línea, una divorciada está por delante de una novia oficial o prometida, y ésta de una mujer la soltera.

Parejas en la mesa

Sentar parejas en una mesa que se quiera protocolizar tiene sus reglas. Primero se ordenan por el criterio de aplicación -rango, por ejemplo- y después se asignan a los puestos de la mesa alternándolas por rango y por sexo. Procurando no sentar ni dos mujeres juntas, ni dos hombres juntos –siempre y cuando sea posible- y separando a los matrimonio en lo que llamamos "ley de descanso matrimonial".

Las costumbres y tradiciones no se tachan de manual alguno: se dejan de seguir por la propia evolución social. ¡Cualquiera se pone hoy a trabajar con estas ayudas!

Pero, además y fundamentalmente, porque dice nuestra Constitución en su artículo 1.1 que:

"España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político".