Las mujeres trans son mis hermanas

Las mujeres trans son mis hermanas

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Una mujer trans es una mujer. Parece algo obvio, algo que todos deberíamos tener muy asimilado, pero lamentablemente no es así. Por esto, debemos seguir defendiendo a nuestras hermanas (y hermanos) trans de esta nueva oleada de odio que se desata desde sectores incluso enfrentados, como la ultraderecha y un sector del feminismo hegemónico, que en este punto unen sus fuerzas para seguir señalando, hostigando y persiguiendo a las personas trans.

Todos recordamos en España la campaña del grupo ultracatólico Hazte Oír con su autobús paseándose por las calles bajo el lema "Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva". Los odiadores profesionales de Hazte Oír vieron mermada su tarea de sembrar odio y fomentar el acoso a menores trans en los colegios ante la respuesta unánime de la sociedad condenando su hostigamiento. Una vez más, decidimos no callar ante la injusticia y conseguimos frenar a la bestia de la LGTBIfobia.

Hace pocos días tuvimos que asistir, perplejos, ante una nueva campaña de acoso a las mujeres trans, esta vez de manos del Partido Feminista de España, que publicó un tuit diciendo, básicamente, que las mujeres trans no eran mujeres y las equiparaba con "puteros, proxenetas y compradores de niños". Entiendo que haya gente que se sorprenda, que piense que cómo puede ser que ese partido defienda esas tesis; me temo que esa gente no ha leído o escuchado lo que escribe o dice a este respecto su presidenta, Lidia Falcón. La Señora Falcón, en un escrito para el diario Público en 2017, que tituló Las últimas perversiones del feminismo, que les animo a leer con calma, relacionaba transexualidad con pedofilia y afirmaba, entre otras lindezas, que "ahora todo el mundo es un transformista y puede serlo por la mañana o por la tarde, este fin de semana o el mes que viene".

Se hace necesario alertar de una normalización del discurso de odio hacia las mujeres trans que tiene lugar desde plataformas que se autodenominan feministas

¿De dónde surge este odio de una parte del feminismo hacia las mujeres trans? El feminismo no es un movimiento monolítico y está lleno de matices y de aristas; la señora Falcón pertenece a una rama del movimiento feminista denominado radfem (feminismo radical) que surgió allá por los años 60 y que en cierta manera revisaba las tesis de las feministas anteriores, las llamadas feministas de la primera ola, de un corte más liberal e institucional. Las radfem (feminismo radical, bajo el contexto del feminismo de segunda ola) tienen unos posicionamientos más colectivistas, con una visión determinista del género e hicieron del feminismo de la diferencia su máximo baluarte. Y es precisamente al calor del radfem donde surge el feminismo TERF (Trans Exclusionary Radical Feminist) que busca activamente excluir a las mujeres trans de los espacios feministas e incluso demandan que se retire la cobertura pública para el cambio de sexo; no las reconocen como mujeres, de hecho afirman que nunca lo podrán ser y que tendrán siempre parte de los privilegios de ser hombres.

Lo más preocupante es que el radfem (y por tanto el movimiento TERF) está siendo financiado con dinero público al mismo nivel que Hazte Oír. Es por ello que, siguiendo las recomendaciones de Naciones Unidas a este respecto, exijo que se le retire la financiación pública a los grupos que inciten al odio por orientación sexual o identidad de género; se llamen como se llamen: Hazte Oír o Partido Feminista de España. Los ciudadanos no tenemos por qué sufragar con nuestros impuestos discursos que animen al acoso, al hostigamiento, discursos que de hecho empujan al suicidio a cientos de menores en España y en el resto del mundo.

Afortunadamente, y como expuse al principio de esta tribuna, el feminismo es un movimiento plural, diverso y tolerante, en el que la inmensa mayoría se aleja de posiciones tránsfobas, como atestiguan las feministas Angela Davis o Loola Pérez, por ejemplo; pero no es menos cierto, que se hace necesario alertar de una normalización del discurso de odio hacia las mujeres trans que tiene lugar desde plataformas que se autodenominan feministas y que en realidad practican el odio de un modo profesional (y subvencionado). Si Hazte Oír tiene el mismo discurso que muchos grupos radfem, ¿no deberíamos dejar de subvencionar a uno y otro? ¿No deberíamos dejar claro que los grupos que se dediquen a incitar al odio por identidad de género u orientación sexual no tienen cabida en el debate público?

No podemos dar un paso atrás en materia de odio LGTBI, venga de donde venga, de Hazte Oír o de sectores de algún feminismo

Los Principios de Yogyakarta, así como distintas resoluciones de Naciones Unidas, van en la misma dirección: tolerancia cero con discursos de odio, con discursos que humillen o minusvaloren a las personas trans. No podemos normalizar el menoscabo de los Derechos Humanos de, en este caso, las mujeres trans. Trump, Bolsonaro, países de Oriente próximo, China, y otros tantos ya han atacado al colectivo LGTBI de una manera abierta y, en buena medida, con el beneplácito de sus sociedades. Es por ello que no podemos dar un paso atrás en materia de odio LGTBI, venga de donde venga, de Hazte Oír o de sectores de algún feminismo.

Las mujeres trans son mis hermanas. Al igual que los hombres trans. Los derechos LGTBI son derechos humanos. Ni un paso atrás en la defensa de la dignidad de los seres humanos. Abandonemos los clichés, y las mordazas autoimpuestas, y comencemos a hablar con voz alta y clara. Las personas LGTBI no vamos a guardar silencio nunca más, ni ante el patriarcado, ni ante ningún otro colectivo que nos señale y busque nuestro hostigamiento. Así pues, repitamos sin cesar: "Las mujeres trans son mis hermanas".

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MOSTRAR BIOGRAFíA

Doctorando en Psicología por la Universitat Autònoma de Barcelona, en la línea de investigación "Poder, Subjetividad y Género". Activista por los Derechos Humanos. Máster en Intervención Psicológica por la UDIMA y Experto Universitario en Trastornos de la Personalidad por la misma universidad. Máster en Formación del Profesorado en UNED. Diplomado en Perspectiva de Géneros y Bioética Aplicada por la Universidad de Champagnat, Mendoza, Argentina. Formación de posgrado en violencia de género y participación en congresos internacionales de temática feminista, bioética, diversidad sexual y género. Dos veces portavoz de derechos del Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica, único organismo internacional público en materia de juventud en el mundo. Premio Cristina Esparza Martín 2020 en la categoría de Activista del año por su defensa de la igualdad de género y a favor de los derechos del colectivo LGTBI. Ha sido uno de los observadores internacionales coordinados por el centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero para velar por el cumplimiento de la Ley de Amnistía del Estado de México.