Cosas que dan asco. Cosas que NO

Cosas que dan asco. Cosas que NO

Aquí van los motivos de mi hartazgo, momentos sonrojantes, desasosegantes de la televisión que me han hecho dar respingos. Oigo a menudo a ejecutivos de televisión justificar ese tipo de comportamientos televisivos, ese tipo de contenidos que ensucian la mirada de quien los ve y empozoñan, lo sepan o no, el alma de quien los perpetra. Estoy harta.

Hay veces que una está harta. Y luego hay veces que una está muy harta. Y ya hay otras tantas veces que una está harta de verdad. Me pillan justo en una de esas veces. Aquí van algunos de los motivos de mi hartazgo, momentos sonrojantes, desasosegantes de la televisión que últimamente me han hecho dar respingos. Cosas que dan asco. Cosas que NO.

1.- Jorge Javier Vázquez y sus desmanes

Voy a ponerme seria. En la perorata que sigue no van a encontrar ni ironías ni sarcasmos, de verdad. Me siento demasiado desfondada, demasiado cansada. El viernes, en Sálvame DeLuxe, Jorge Javier Vázquez, (ganador de un Ondas) protagonizó uno de esos momentos vergonzantes de la tele, que la dejan a una, que ya creía que lo había visto todo, cabeza abajo y sin resuello. Fue un episodio violento, grosero, agresivo, lamentable, mezquino, uno de esos instantes que colocan a la tele en un gran estercolero, diga lo que diga Mediaset en general o Paolo Vasile en particular. Estoy hablando del ataque del presentador a Olvido Hormigos, aquella concejala de Los Yébenes con la que todos nos congraciamos cuando filtraron su vídeo íntimo, pero que decidió darse a la bebida poco después e ingresar en el universo trash. Y digo "ataque" en lugar de "enfrentamiento" porque fue eso exactamente. Un ataque del que tiene el poder, (presentador) hacia el que no lo tiene (invitada) repleto de frases sucias, de gestos sucios, de miradas sucias. Pura mierda, la verdad. Me preguntan muchos si estaba preparado. La gente ya desconfía de todo en la tele, de sus buenas intenciones, de sus descubrimientos, de sus verdades. Cree que todo está programado, todo montado, todo previsto. Esto es así muchas veces. En el caso que nos ocupa, no lo sé. Pero no lo creo. Y en cualquier caso me da igual. Oigo a menudo a ejecutivos de televisión justificar ese tipo de comportamientos televisivos, ese tipo de contenidos que ensucian la mirada de quien los ve y empozoñan, lo sepan o no, el alma de quien los perpetra. Estoy harta. Harta de verlos crecer y crecerse, harta de que otros les intenten dar pátinas de prestigio, harta incluso de hablar de ellos, y de no hablar también, harta de darles cancha con este artículo. Harta de oír cómo se pavonean de su poder.

Así que yo también quiero gritar una máxima: ellos, los tipos y las tipas que construyen, contribuyen, alimentan ese tipo de mierda, tienen dinero, mucha popularidad, (reservemos la palabra fama para mejores asuntos) y cierto poder. Incluso tienen derecho a hacer lo que les de la gana en la tele (aunque quizá eso habría que acotarlo). Pero lo que no vamos a darles es el prestigio. Dejemos eso para la buena gente que camina, por favor. Para los reporteros capaces que intentan hacer su trabajo recto, para los talentosos guionistas televisivos que se esfuerzan en subir el nivel, para los ejecutivos que se arriesgan a perder dinero en productos solventes y diferentes, que no se pringan en aguas turbias.

2.- Entre todos y su baratería

Ya publiqué todo lo que tenía que decir sobre este programa injusto, innecesario e intolerable de la televisión pública. El programa ahí sigue, con los mismos tintes. Y yo cada vez más embravecida, lo veo avanzar por aguas procelosas. Más basura, más estiercol, más patetismo. Esta vez, además, en la cadena pública, y disfrazada de otra cosa, de un algo pegajoso que da asco. Asco, sí, también. Esa sería la palabra. Estoy harta también de buscar términos más suaves o eufemismos. Pero el martes 1 de octubre me reconcilié un poco con el mundo, tras recibir una noticia de relumbrón: el consejo general del Trabajo Social, que supongo que estará lleno de gente que intenta mantener sus baldosas limpias, ha exigido a TVE que retire ese programa que sustituyó a las telenovelas de toda la vida, siempre denostadas. Ojalá volvieran, la verdad. Son preferibles esos trozos de ficción un poco vulgar, un poco anacrónica, donde cada espectador ve solo eso, ficción, a este espacio que "sólo supone un parche para los problemas de las familias cuya dignidad no se respeta, es un claro ataque al estado del bienestar, a la universalidad de los derechos sociales", según el colectivo citado. Recaudar dinero para ayudar a familias necesitadas, como hacíamos de pequeñas en el colegio de monjas, con las huchas aquellas de negritos y chinitos. En eso estamos, "contradiciendo el Código deontológico del trabajo social", tal y como aseguran. Toñi Moreno y sus ademanes de chica campechana que lo entiende todo, que es una más, que es súper cercana. Toñi Moreno y sus grititos y sus saltitos, y sus preguntitas al público que salta y grita con ella, como seres bien amaestrados, que creen quizá que el servicio público es eso: la compasión de ciudadanos de bien hacia ciudadanos con problemones y problemillas. Toñi Moreno y sus frases "uy, no, este programa no es para hablar de política" cuando algún espectador solidario llama para alertar de la falta de ayudas del Gobierno. También ando cansada de esta falta de respeto.

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Aquí la foto que podría ser un buen resumen, creo yo. Gracias, Ivan Reguera.

3.- Fachas de tomo y lomo en Intereconomía

Se llama así, Miguel Ayuso, es un juez militar, catedrático de Ciencia Política y Derecho Constitucional de la Universidad Pontificia de Comillas, un ultraconservador, un católico preconciliar, y otras tantas cosas tal y como resumía certeramente Miguel González en El País.

Cercano a la extrema derecha carlista, dice muchas cosas en la tele, en las tertulias, en las conferencias, y ninguna buena, según mi pobre criterio de chica de izquierdas. Todas ellas, por supuesto, bajo el grandioso paraguas de la libertad de expresión, que no he visto paraguas con mayores tragaderas. Entre otras cosas, Ayuso dice que la Constitución tiene un origen bastardo y espúreo, que la guerra civil por supuesto no estuvo motivada por un golpe de Estado y que fue una "verdadera cruzada".

Bien, Ayuso es teniente coronel en activo de las Fuerzas Armadas y pese a su desprecio a la Constitución, por ejemplo, el Ministerio de Defensa va a promoverlo para que pueda ascender a Coronel. Que a mí me da igual, ¿eh? A mí que lo nombren coronel como que me la trae al fresco. Lo que ya no me da igual es, otra vez, verlo escupir en la tele, que entorpezca el cabal desarollo de la civilización y de la vida plácida, que ensucie, que aniquile el sentido común. Sale mucho en Lágrimas en la lluvia, el programa que presenta en Intereconomía Juan Manuel de Prada. (Otro presentador que no está haciendo la Dukan, como Jorge Javier, que creo que hizo otra, pero que parece que no acaba de resultarle). Sí, Juan Manuel de Prada es ese escritor que dijo que "Internet es la muerte de nuestra vida. Es la muerte de todo" y que "Juego de Tronos no se entiende y sus fans fingen que lo hacen". Ayuso, en esas tertulias moderadas por de Prada (escritor que se declaró a su amada en directo, en el programa que presentaba), dice cosas de ese cariz del que les hablaba (pueden buscarlas, pero también pueden imaginarlas sólo y así no se sentirán tan perdidos) ante varios miles de espectadores. Luego, sus declaraciones, que siempre son gruesas y que no resisten el mínimo análisis, la verdad, son repetidas mil veces por sus detractores, (como estoy haciendo yo, sí, lo sé) y entonces llegan a más miles aún. También estoy cansada de estos hombres ultras que han encontrado en la tele un altavoz para sus improperios, para soliviantar al mundo con sus necedades.

No se trata de que sean de derechas. Se trata de que NO son demócratas. Y en la tele, que todo lo magnifica, se les nota mucho.

Podría hacer páginas y páginas con más momentos de hartazgo, pero voy a resumir. Así que les dejo con más titulares de "Cosas que NO":

A. Mariló Montero y su defensa del Toro de la Vega. Basta, Mariló, basta por dios. No podemos más. De verdad, la fiesta NO es maravillosa. TVE es una cadena pública y tú NO puedes decir cosas ofensivas como esa porque estás hiriendo muchas sensibilidades.

B. El programa de Ana Rosa entrevistando al cámara que grabó, ¡¡¡¡¡en 2006!!!!! a los padres de Asunta, la niña asesinada en Santiago. Por supuesto, el cámara recuerda a la perfección todo lo que dijeron, cómo, qué había en su mirada, qué se atisbaba, cuáles fueron los motivos que tuvieron para, supuestamente, perpetrar el crimen siete años después, qué comieron ese día, y qué llevaban puestos. Es un testimonio de primer nivel.

C. Paco Marhuenda como concepto diciendo cosas en La Sexta, la cadena que lo elige para que encienda a la panda de rojos que la ve.

D. TVE y sus informativos donde llaman Caudillo a Franco y donde, el día que Mallorca sale en tropel a la calle en defensa de la educación, saca esa información de primera magnitud en el minuto 28 del Telediario. Antes de la manifestación, una sobre el Tibet, sin duda de rabiosa actualidad.

Así que, con todo esto, no es de extrañar que la casa de juguetes Mattel sacara hace ya dos años (aunque confieso que me he enterado ahora) una Barbie periodista. Con micro y todo.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Periodista, ha trabajado para diarios como Levante y televisiones como Canal 9 y TVE. Es colaboradora de radios como Cadena Ser o RNE. Cubells ha publicado varios libros sobre el mundo de la televisión y también, en colaboración con Marce Rodríguez, el libro Mis padres no lo saben.