Terelu y su cáncer, en la tele
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Terelu y su cáncer, en la tele

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Hay una escena sublime en Volver, la película de Pedro Almodóvar, en la que Blanca Portillo, (que interpreta a la inocente Agustina recién salida del pueblo), acude a un programa de testimonios, de esos que inundaron la tele de los 90 y buena parte de los 2000. El espacio se llama Donde quiera que estés y en él trabaja de productora su hermana, que dejó atrás la vida rural y ha triunfado en la telebasura. Blanca pretende que el espacio le ayude a encontrar a su madre.

¿Qué vemos es esa escena? Pues a una presentadora arquetípica y falsamente empática (Yolanda Ramos) que, desde el minuto uno, somete a la invitada a preguntas impertinentes e imprevistas, ante las que una asustada Agustina responde con titubeos. Hace reír inconscientemente al público, pero no está dando todo el juego que desearía la cadena. Así que la presentadora se acerca a la invitada y le dice "no te veo cómoda, Agustina", de una manera impostada y vomitiva. Y entonces contra todo pronóstico (porque es una información off the record que la redacción sabe pero que Agustina no tenía pensado contar), la presentadora dice mirando a cámara:

-A ver, es que a Agustina le han diagnosticado una enfermedad mortal. Tiene cáncer... (pausa dramática) ¡Un fuerte aplauso para Agustina!

Si vosotros hubierais trabajado como yo en programas de ese tipo entenderíais mejor esa escena que a mí me hizo dar un salto en la butaca y que no he podido olvidar. Almodóvar parodiaba en aquella secuencia un comportamiento televisivo perverso que inundaba las pantallas. En esa misma película, cuando Agustina comunica al personaje que interpreta Penélope Cruz que la desaparición de su madre la va a contar en la tele, Penélope le responde esta frase para enmarcar:

-Es en la policía donde tenéis que denunciarlo, no en la televisión.

Cuando Almodóvar escribió esta película, en 2005, la tele llevaba ya mucho años siendo esa boca enorme que daba a un estómago ruidoso y más grande aún, que lo engullía todo. Había que alimentarla con productos más grasientos cada vez, menos sutiles, más ácidos. Era insaciable.

Durante años, personajes anónimos de todo tipo acudieron a la tele a contar sus cuitas, sus miserias, los dramas vitales e íntimos que quizá nadie sabia. Acudían a la tele en lugar de a la policía a denunciar la desaparición de su hermano; acudían a la tele a hacerse perdonar cualquier comportamiento; acudían a la tele, en vez de al diván del psiquiatra a contar sus traumas infantiles, como aquel joven agresivo del ínclitoEl diario de Patricia.

Luego estaban los horteras, los parias, los iletrados, que acudían a la tele para que todos nos riéramos de ellos. Así sienten los horteras, tituló El País un reportaje sobre los realitis, el 23 de marzo de 1994.

Detrás de cada uno de esos espacios estábamos nosotros, los periodistas, hordas de universitarios y sobre todo universitarias preparados y empáticos y simpáticos y atrevidos que nos convertíamos en amigos del personaje a abatir en el plató. Gente con la que había que llenar horas y horas de televisión. Gente que, como Agustina, no sabía bien dónde se metía, pero que se metía porque tras el plató que aparecía en pantalla había una periodista dicharachera que había conseguido que Agustina o similar se creyeran las elegidas.

Gente que se había tragado la milonga de "esto es bueno que la gente lo sepa, Agustina, o Isabel, o Rosa, es bueno que cuentes cómo tu padre abusó de ti porque eso va a ayudar a otras personas". A veces te daba una información añadida, como de pasada, sin darle importancia, pero que tú pensabas que era suculenta. Te decía entonces que eso no quería contarlo, tú se lo prometías, pero también como de pasada lo largabas en la reunión de contenidos. Y la presentadora, si veía que el testimonio iba perdiendo fuelle, lo lanzaba.

Cada día, cada año, la tele pedía más y ellos daban más. Ya no bastaban solo los asuntos de cama, las infidelidades. Todo era viejuno de inmediato

Eran generalmente agustinas del mundo, que no sabían lo que era un plató de televisión, que llegaban vírgenes a la tele, que creían en nosotras, las periodistas que las habíamos buscado, perseguido, entrevistado previamente. Que NO SABÍAN y que NO COBRABAN. Les habíamos hecho creer que sí, que su testimonio iba a ser un bálsamo para los demás. Y entonces la presentadora decía: Agustina tiene cáncer, por ejemplo. Y el plató se venía abajo.

A toda la retahíla de de parias, horteras, gente variopinta que iba a la tele a contar sus asuntos internos se fueron uniendo famosos, los pseudofamosos, los cantamañanas, los ex, los vecinos que veían cosas, los chóferes, las niñeras, los ex de los ex, las amantes, los tronistas, los ex de los realitis y todos juntos eclosionaron. Y cada día, cada año, la tele pedía más y ellos daban más. Ya no bastaban solo los asuntos de cama, las infidelidades. Todo era viejuno de inmediato. Más. MÁS, MÁS...

Un día, en 2012, Terelu Campos acudió a la tele, tras su diagnóstico de cáncer, una semana después de ser intervenida, para contar cómo afrontaba la recuperación.

Reconozco que me incomodó muchísimo, yo que ya no me incomodo con casi nada

Abrió una nueva era televisiva, sin duda. Este pasado sábado Terelu Campos estuvo en Sábado Deluxe para explicar pormenorizadamente que volvía a tener cáncer de mama. Que le habían encontrado un "tumor primario". La noticia la habían anunciado sus propios compañeros de programa en Sálvame limón la tarde del viernes, visiblemente afectados. Contó la noticia, en concreto, Kiko Hernández, que días anteriores, antes de saber que volvía a tener cáncer, había explicado en el programa que una vez Terelu le escupió en la cara un chicle a una colaboradora cuando trabajaba en Telemadrid.

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Pero vamos al tema. La cadena promocionó repetidamente la presencia de Terelu en Deluxe. Y el sábado llegó y se hizo un Deluxe (terminología con la que se define acudir a ese programa a contar una historia, seas quien seas, o sea la historia en sí la que sea). Reconozco que me incomodó muchísimo, yo que ya no me incomodo con casi nada. María Patiño lloraba mientras la entrevistaba. Terelu también. Y sus compañeros, que de pronto todos parecían quererla mucho.

Aquí los titulares que se iban rotulando durante la entrevista, en la web del programa, en los avances, etc:

  • Terelu Campos reaparece tras su recaída con el cáncer y se derrumba en su entrevista más desgarradora
  • Terelu: "Dios mío, cómo iba a contárselo otra vez a mi madre..."
  • Terelu vuelve a tener cáncer: "Estoy esperanzada y asustada".
  • Terelu se derrumba en el Deluxe, su entrevista mas dura video a video.
  • Terelu recibe la llamada de su doctor en directo.
  • Su hija apuntaba las quimos en el calendario.
  • Terelu entre lágrimas, a la prensa: "Necesito que me cuidéis a Alejandra. Os lo compensaré".
  • El duro momento de Terelu antes de la biopsia: "No paraba de llorar, no podía ocurrirme esto otra vez".

Pero a mí, el que más tocada me dejó fue este:

  • Terelu lanza un mensaje a favor de la medicina preventiva: "Es vuestro seguro de vida".

Por razones obvias.

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El programa tuvo el sábado un 17,8 de share, tres décimas más que la semana anterior. Y sí, es un buen dato. Y sí, la gente lo ve. Es IMPOSIBLE no verlo. Va directo a la yugular, a lo primario que todos tenemos. Lo he repetido mil veces. El lunes, ayer por la tarde, Terelu volvió a Sálvame naranja, esta vez con Paz Padilla como conductora, que también lloró durante la entrevista. Supimos, además, que ella también tenía apuntadas las sesiones de quimio a las que en su día iba Terelu. No, no contó nada nuevo. Dio las gracias a todos por el apoyo. A partir de ahora, supongo yo, habrá seguimiento. Nos contarán con profusión de detalles, cómo van las sesiones de quimio, cómo lo lleva María Teresa, la hija de Terelu, el postoperatorio... Todo. Supongo, claro. Porque igual ahora Terelu decide que nadie más puede perseguirla, ninguna revista, ningún otro programa de televisión, aunque sea de la misma cadena, ningún otro avispado periodista. Igual ahora Terelu pide respeto a su intimidad.

Y ahora cinco preguntas para concluir:

  1. ¿Tiene derecho Terelu a hacerse un Deluxe desgranando este asunto y recibir una remuneración por ello (se han publicado cifras sobre lo que cobró o dejó de cobrar, pero yo no puedo asegurar ninguna, así que me callo)?. Por supuesto.
  2. ¿Puede resultarle atroz a mucha gente contemplar esa espectacularización del dolor, esa falta de pudor, esa desparpajo en un tema digamos delicado, íntimo? Por supuesto también.
  3. ¿Puede la tele dejar de vender esto como algo que hace por las mujeres, por todas las mujeres, para concienciarlas en lo importantes que son las revisiones, como si fuéramos gilipollas? Debería, incluso
  4. ¿Saben cuál es la diferencia entre las Agustinas del mundo y Terelu? Que Terelu SÍ SABE. Y lo otro, también.
  5. ¿Puedo yo como analista de televisión pararme a reflexionar sobre esta historia y animar a todos a que lo hagan, además de desear de corazón que Terelu se recupere del cáncer? Aquí estoy, de hecho.

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MOSTRAR BIOGRAFíA

Periodista, ha trabajado para diarios como Levante y televisiones como Canal 9 y TVE. Es colaboradora de radios como Cadena Ser o RNE. Cubells ha publicado varios libros sobre el mundo de la televisión y también, en colaboración con Marce Rodríguez, el libro Mis padres no lo saben.