Elecciones e inversores

Elecciones e inversores

Toca moderación. Moderación en las propuestas de pactos y de gobiernos. Moderación en el cumplimiento de las promesas electorales para evitar bandazos y vaivenes innecesarios. Moderación para tranquilizar a los inversores. No se resuelve una crisis tan profunda y compleja como la actual con políticas mágicas, ni de un signo ni del otro.

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Los resultados de las elecciones autonómicas y locales marcan un hito en la historia democrática española. Y también suponen un cambio de ciclo en la relación entre política e inversores. La bolsa no ha reaccionado bien que se diga a la incertidumbre que generan unos resultados que pueden crear condiciones de precariedad de los gobiernos autonómicos y locales que se vayan formando a través de pactos entre las distintas fuerzas políticas. Las empresas que dependen en mayor medida de lo público y de los reguladores--eléctricas, constructoras, concesionarias, bancos--han sido las más vapuleadas. La prima de riesgo ha subido en torno a los 15 puntos básicos. Los mercados han hablado, y lo han hecho con claridad.

La explicación de la reacción de los inversores es sencilla. En el mundo existen muchas opciones de inversión, tanto en términos de países como de sectores económicos y tipos de activos. En un entorno de flujos de capital libres, muchos inversores reclaman un mayor rendimiento para quedarse o simplemente huyen de la incertidumbre hacia otros mercados con mejores perspectivas. Los resultados de las elecciones crean una incertidumbre enorme que no va a ayudar en absoluto a atraer inversiones que reduzcan el desempleo. Hay que recordar que el concepto de incertidumbre es muy distinto al de riesgo. En una situación de riesgo podemos calcular la probabilidad de distintos escenarios o eventos. Cuando la incertidumbre se adueña de la situación, no se puede calcular ninguna probabilidad porque no hay elementos suficientes para hacerlo.

La incertidumbre política ha ascendido súbitamente por tres factores. El primero es la pura matemática electoral en la que casi todos los gobiernos autonómicos y de las mayores ciudades quedarán supeditados a pactos entre partidos. Dichos pactos podrán ser duraderos o no, según las circunstancias y los acontecimientos que se vayan produciendo. Además, no estamos hablando de pactos entre individuos o partidos que se conozcan bien, sino pactos entre partidos establecidos pero en declive y fuerzas políticas de nueva formación de las que se tiene poca o ninguna referencia en cuanto a su fiabilidad o trayectoria. Es decir, se trata de una situación típica de incertidumbre.

El segundo factor clave es que nos espera un otoño caliente por la multiplicidad de citas electorales, que sin duda conducirán a muchos políticos a entrar en comportamientos tácticos de corto plazo para avanzar sus posiciones y las de su partido. Este es uno de los mayores temores del inversor, a saber, el calendario electoral permanente.

El tercer factor de calado es Europa. Los resultados de las elecciones españolas no hacen sino complicar aún más un panorama ya complejo e incierto tras la elección británica, los nuevos movimientos de Rusia, la desaceleración de la economía alemana, la presión migratoria procedente de África, y el recrudecimiento de la crisis griega. No nos faltan problemas a los europeos. Y sobre todo nos faltan buenas ideas sobre cómo salir del atolladero. Los resultados electorales en España contribuyen a multiplicar el desasosiego europeo, tal y como ha quedado reflejado en la prensa de todo el continente.

Toca por tanto moderación. Moderación en las propuestas de pactos y de gobiernos. Moderación en el cumplimiento de las promesas electorales para evitar bandazos y vaivenes innecesarios. Moderación para tranquilizar a los inversores. No se resuelve una crisis tan profunda y compleja como la actual con políticas mágicas, ni de un signo ni del otro. Recordemos que nos encontramos en una Unión Europea en crisis y en una Zona Euro todavía más frágil. La llave de todo la tienen las economías excedentarias, con Alemania a la cabeza. Trabajemos para convencerlas de que pueden confiar en nosotros y para que se decidan de una vez a estimular su crecimiento a través de aumentos salariales y de ciertas categorías del gasto público. Pero sobre todo, no generemos más incertidumbre de la que ya existe.