Galicia y Euskadi votan por la continuidad

Galicia y Euskadi votan por la continuidad

Gallegos y vascos tienen claro su futuro a cuatro años. A nivel nacional, estos resultados ni alteran ni despejan la bruma a corto plazo, pero hacer soplar el viento hacia las urnas en diciembre. Mariano Rajoy puede fumarse un puro confiado en que una nueva cita electoral le ayudará a sumar diputados. Eso, o que el PSOE estalle antes: ese escenario ya no es tan descabellado. Pedro Sánchez ve cómo su apuesta por el no es no pierde fuelle: ha conquistado a la militancia pero no a los votantes.

AFP

Esta vez las encuestas afinaron y se confirmó lo que auguraban: continuidad en Galicia y en Euskadi. Pero no todo sigue igual.

En Galicia, gobernará Alberto Núñez Feijóo al repetir una holgada mayoría absoluta (41 escaños y el 48% de los votos) que demuestra la fuerza de las siglas PP y, aunque parezca contradictorio, el acierto de Feijóo en marcar distancias de la casa madre. Distancia, ma non troppo! Porque Rajoy se ha empleado a fondo en la campaña buscando el voto rural, el más fiel, y por tanto tiene razones para defender que su cara sigue siendo un gran cartel de triunfo. El éxito del ticket viejo-nuevo PP en Galicia puede empujar a ensayar nuevas versiones, aunque haya que arrastrar al candidato a las urnas... En Marea con Podemos confirman el sorpasso al PSdG en votos y por los pelos, aunque empatan a escaños: 14 para cada uno. El descalabro de los socialistas gallegos, que pierden cuatro escaños, es un revés para el liderazgo de Xoaquín Fernández Leiceaga y sus padrinos en Ferraz. Difícilmente podrán esgrimir que las expectativas eran aún peores.

En Euskadi, el PNV de Urkullu se refuerza en un escenario hostil. Una gestión económica y social que ha esquivado lo peor de la crisis, y una apuesta por el nacionalismo tranquilo frente a la efervescencia catalana ha obtenido doble recompensa de su electorado: dos escaños más, hasta los 29. Tendrá que seguir apoyándose en los socialistas -con los que ya tiene acuerdos de gobierno en ayuntamientos y diputaciones-, o -más improbable, pero no imposible- en los populares, pero es un resultado que no le obliga a doblar la cerviz ante nadie: adiós al sueño secreto de la calle Génova de un resultado que les hiciera rehenes del PP. Bildu y Otegi celebran sus 17 escaños que saben a triunfo -a pesar de perder cuatro- ante la amenaza del sorpasso de Podemos. Los morados, con once diputados, entran con fuerza en el parlamento de Vitoria pero sin posibilidad de influir ni mucho menos de desplazar a los abertzales. El PSOE y PP empatan con nueve escaños; como los populares se temían lo peor, Alfonso Alonso puede respirar aliviado. El drama es para los socialistas: perder siete escaños y caer a la cuarta posición política de Euskadi, codo a codo con el PP, es un puñetazo moral sin paliativos. Capítulo aparte merece Ciudadanos: no consigue ningún escaño -tampoco en Galicia-, aunque se lleve los votos de la extinta UPyD en Euskadi. La formación naranja sigue lastrada por el hiperliderazgo de Rivera y su fuerte apuesta antinacionalista.

Gallegos y vascos tienen claro su futuro a cuatro años. A nivel nacional, estos resultados ni alteran ni despejan la bruma a corto plazo, pero hacer soplar el viento hacia las urnas en diciembre. Mariano Rajoy puede fumarse un puro confiado en que una nueva cita electoral le ayudará a sumar diputados. Eso, o que el PSOE estalle antes: ese escenario ya no es tan descabellado. Pedro Sánchez ve cómo su apuesta por el no es no pierde fuelle: ha conquistado a la militancia pero no a los votantes. Sigue acumulando derrotas: once diputados y 130.000 votos menos tras esta noche. Acorralado, podría intentar una investidura a la desesperada, pero la rebelión interna no tiene marcha atrás. Esta semana, con el horizonte del Comité Federal convocado para el próximo sábado, comienza el auténtico Juego de Tronos en el PSOE.