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La democracia no tiene fronteras

La democracia no tiene fronteras

España no puede continuar sin responder ante una reivindicación tan transversal como la de la sociedad catalana. O responde, o de forma más lenta de la que a algunos se les antoja, pero a poco a poco, la desconexión entre Catalunya y el resto del Estado se irá produciendo, haciendo irreversible el camino que se ha iniciado.
Cataluña y Podemos

Cataluña y Podemos

Tal vez millones de catalanes están pensando: para que en la política española comience a valorarse la incierta posibilidad de contemplar algunas eventuales reformas del modelo territorial, en Cataluña ha habido que montar un pollo del veinticinco, amenazar con romperlo todo, medio dinamitar el sistema, sacar más de dos millones de personas a la calle cuatro veces en tres años, organizar una consulta semipirata y alarmar a la Unión Europea. De lo contrario, no se siente la necesidad de cambiar nada.
El 9N en Ceuta, Melilla y Lampedusa

El 9N en Ceuta, Melilla y Lampedusa

Sinceramente, no deja de preocuparme que el enconamiento del conflicto pueda llevar a que se nos presente la independencia como la llave de un paraíso que conlleve de forma ficticia y automática la inmediata abolición de la desigualdad. Pero tampoco la unidad de España nos blinda de ningún infierno. Los últimos cinco siglos así parecen constatarlo.
En busca de la metáfora perdida

En busca de la metáfora perdida

Fue Platón quien dijo aquello de que conocer es recordar. Por ahí debe estar, entonces, remozada y coqueta, esperando que la recordemos, una metáfora nítida y luminosa, marmórea y emulsiva, opuesta al dichoso eslogan nacionalista del derecho a decidir. Con suficiente fuerza.