Por qué no es cierto que cuando vas a la peluquería llueve
Nuestros pequeños dramas cotidianos arrancan en cosas aparentemente nimias, pero que nos sacan de quicio. Por ejemplo cuando ves con espanto que justo a la hora de esa reunión tan importante es cuando más tráfico hay. O cuando descubres que los dioses del tiempo se han conjurado y llueve a cántaros después de invertir tres horas en la peluquería.