Borrell asegura que representa "otro paso hacia el desmantelamiento del Estado de derecho y una violación flagrante de los derechos humanos en Birmania”.
Un grupo de encapuchados le golpearon un día antes de que declarase en la investigación sobre una paliza a otro interno, amenazándola con que estuviera "calladita".
Dos presos, que secuestraron a varios guardias durante horas, acabaron cambiando su petición de un helicóptero por una veintena de cajas del plato italiano.
Le acusa de cooperador necesario de un delito de apropiación indebida y otro continuado de falsedad documental en concurso medial con un delito contra la Hacienda Pública.