¿Más policías o mayores esfuerzos en la prevención del crimen? ¿Mejores políticas educativas o más mano dura? La duda ronda la cabeza de los que piensan en cómo reducir la inseguridad ciudadana. Y para América Latina, donde la tasa de homicidios es tres veces mayor que la media mundial, las respuestas son apremiantes.