Dublín

Diario de una JESP: El bajón

Diario de una JESP: El bajón

Llevo currando en los medios desde los 19 años, muchas veces sin cobrar, siempre con la teoría de que el que siembra recoge. ¿Y de qué me ha servido? ¡Si estoy de dependienta en una tienda! Ya, ya sé que hay unos 10.000 periodistas españoles en paro, y que además mi propósito es difícil.
Diario de una JESP: La cesta de la compra

Diario de una JESP: La cesta de la compra

Ay Paco. Mi querido Paco. Cuántas noches cenando pescado envasado al vacío. Cuántas horas buscando en el súper algo que no fuera salmón o bacalao. No tengo ni idea de qué haces tú, un Paco castellonense, vendiendo pescado en Dublín, pero tampoco me importa. Paco, por favor, no me abandones.
Diario de una JESP: El primer paso como freelance

Diario de una JESP: El primer paso como freelance

"Hello are you Ciaran? Nice to meet you!" Le doy la mano, que aquí lo de los dos besos no se lleva, y sin querer le doy un pisotón. Bfff , bien empezamos. (¡Ya os dije que soy muy torpe!). Me pongo roja pero él se ríe. Es el director de la revista online LeCool Dublín.
Diario de una JESP: El primer día de trabajo

Diario de una JESP: El primer día de trabajo

Somos la quinta nacionalidad que más se ha dado de alta en la Seguridad Social irlandesa este año. Sólo nos superan Polonia, Reino Unido, Brasil y Rumanía, por ese orden. Es evidente que no soy la primera JESP española que llega a este país, y me temo que tampoco seré la última.
Diario de una JESP: La búsqueda de trabajo

Diario de una JESP: La búsqueda de trabajo

Calculando, me doy cuenta de que con 25 horas de trabajo semanales ganaría unos mil euros netos al mes en Irlanda . Más de lo que mis amigos auditores, ingenieros, psicólogos y periodistas reciben en Madrid por 40 horas a la semana, que siempre terminan siendo 50.
Diario de una JESP: La búsqueda de piso

Diario de una JESP: La búsqueda de piso

Amanezco en el cochambroso sofá de Mr.Dirty y tecleo en mi portátil el nombre de la web donde empezar a buscar piso. Mi escaso patrimonio me llega para pagar, o tres meses de alquiler, pero sin comer, o sólo dos si quiero evitar la muerte por inanición.