Según denuncia PACMA, a los tres años fue separada de su familia y sacada de su entorno. Sólo puede pasear de punta a punta de su jaula, sin compañía, sumida en una depresión.
Los guardabosques de un espacio verde de La India trataban de rescatar al elefante, que se había separado de su rebaño, pero un señor se cruzó en su camino para tomarse la foto.
Me maravillé al contemplar cómo esos animales majestuosos caminaban despacio y con cuidado entre los peatones y los coches sin mirar a los lados. Eran dignos y elegantes y me fascinaban sus colmillos, la textura de su piel y sus orejas.
Bienvenidos entonces a Ran-Tong, una reserva al norte de Tailandia que se dedica a rescatar a elefantes de las calles y a ofrecerles el cuidado necesario para reinsertarse en su hábitat. Gran parte de la inversión necesaria para ello sale de las visitas de turistas al lugar.
Un elefante cautivo, cada vez que lo daban de comer, apartaba un montoncito de grano en un rincón que custodiaba celosamente hasta que llegaba su destinatario: un minúsculo ratón que, gracias a la generosidad del elefante, contaba cada día con el alimento necesario para su subsistencia.