Aunque sea difícil de imaginar, diversos estudios recientes apuntan a que la primera palmera del mundo no estaba precisamente en un desierto o en una isla caribeña.
El hallazgo relacionado con Alejandro Magno ya es de por sí impresionante. Pero el descubrimiento se hace más asombroso cuando se tiene en cuenta que no se sabe cómo podría haber llegado a este lugar.