homenaje

"Te pareces tanto a mí..." El Juan Gabriel en todos nosotros

"Te pareces tanto a mí..." El Juan Gabriel en todos nosotros

Juanga era auténtico, la autenticidad que se reconoce y se agradece. Que se envidia. En sus actuaciones fue un provocador, irreverente, transgresor, con una libertad poco usual para expresarse en lo externo y en el sentimiento. Atreverse a llorar, a bailar, a moverse, a dramatizar públicamente con actitudes que lo colocaban en una posición de total confianza frente al público, apareciendo grandioso, amoroso, sencillo, vulnerable.
La mirada de Emma Cohen

La mirada de Emma Cohen

Hay ojos que no dicen nada y hay ojos que lo dicen todo, sin necesidad de gestos ni palabras. Los ojos de Emma Cohen pertenecían a este último grupo. No importa la etapa de su vida en la que esté tomada la fotografía. Sus ojos, grandes y claros, transmiten magia, misterio, ternura, sabiduría, sinceridad, verdad, rebeldía, inconformismo, transparencia, serenidad, lucidez, limpieza.
La abuela Carmen Balcells

La abuela Carmen Balcells

Carmen no se ajustó nunca a ningún molde y por decisión propia se convirtió en agente literaria, papel inexistente en España hasta que ella decidió desempeñarlo. A esta tarea consagró no sólo su carrera, sino su vida entera, obteniendo notables éxitos, como recordaron emocionadamente los protagonistas del acto celebrado en su memoria.
La Fuerza ha despertado

La Fuerza ha despertado

Si tienes cierta sensación de déjà vu cuando estés en el cine viendo Star Wars: El despertar de la Fuerza, no es sólo porque salgan los personajes de las antiguas películas. Abrams se ha estudiado la cinematografía de la primera trilogía y la ha homenajeado para que los fans se sientan como en casa, tanto los decepcionados con las precuelas como los que las disfrutaron.
A Adolfo, que siempre llegaba el primero

A Adolfo, que siempre llegaba el primero

Adolfo era el alma de la fiesta. Entrabas en un bar, el que tú creías que era el más moderno, el que aún no habían descubierto las hordas heterosexuales, ese que solo conocías de oídas y que llevaba abierto un par de semanas..., y allí estaba él: rodeado de gente, con su pañuelo blanco en la mano secándose el sudor, bailando y riendo como una bestia.