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Un día de verano en la universidad

Un día de verano en la universidad

Una facultad de cuyo nombre no quiero acordarme. Un día canicular, treinta y ocho grados a la sombra, de calor casi caribeño si no fuera por la sequedad del ambiente. Cuesta atisbar la hierba en los alrededores de uno de los edificios más feos del mundo. Los feísmos no terminan aquí.