El secretario de Justicia, Eugenio Pizarro, forzó la caja fuerte de la mujer y vendió lo que sacó en tiendas de compraventa de oro. Le ha caído un año de cárcel.
Los ladrones lograron retardar la alarma y así abrir sin romper la vitrina, para contar con unos minutos de ventaja y poder confundirse entre los visitantes de la exposición.
La excusa era la visita del presidente argentino. Pero el poder del símbolo de esa tiara, un poder que la reina sabe manejar a la perfección y con el que manda callados y jamás confirmados mensajes, fue más allá.