Manuel Valls nos acaba de tranquilizar al decir que la política del Gobierno se preocupa "por los derechos de los extranjeros", lo que parece una obviedad, no ya para un Gobierno de izquierdas, sino para cualquier Estado de derecho. En resumen: circulen, que aquí no pasa nada.
Los que hemos vivido despedidas como las que ahora se ven tan a menudo en este país de emigrantes estamos especialmente predispuestos a soltar el lagrimón en cualquier momento. Las despedidas siempre me hacen llorar, pero no sé si es por pena o por envidia.