Reducir la contaminación, eliminar los vertidos y reducir a la mitad del porcentaje de aguas no tratadas son algunas de las medidas aprobadas por Naciones Unidas para la sostenibilidad del agua.
Parece increíble, y es realmente inadmisible, que el género humano aún no haya podido vencer esta batalla primordial para asegurar que todos y cada uno tengan, cada día, acceso a una alimentación saludable y sustentable. Ha llegado la hora en que esta tarea, históricamente postergada, ya no se puede aplazar más.
Naciones Unidas es una organización basada en valores. Los valores universales residen en el corazón de nuestra humanidad y su materialización depende de la acción, o de la "implementación, implementación, implementación", como destaca Guterres en su declaración de visión.
Un análisis detallado de las políticas de España que tienen que ver con el desplazamiento global muestra un resultado demoledor. Pocas veces un Gobierno es capaz de suspender en todo, sin contemplaciones. Del millón de personas que deben ser reasentadas, España se ha comprometido a aceptar 1500, de las cuales solo ha gestionado la entrada de 273.
Layan tuvo que huir de la ciudad siria de Dará por la guerra y desde hace tres años forma parte del medio millón de personas refugiadas sirias que viven en el valle de la Becá, una de las zonas más pobres de Líbano. A sus 33 años, lleva además en su mochila el peso de la violencia de género que sufre desde hace casi 20 años por parte de su marido,
Espero que usted esté de acuerdo conmigo en que lo que el mundo necesita para poner fin a la desigualdad es un sistema transparente de valor compartido en el comercio global, y no glamour en la ONU o el bombo publicitario en los medios. Ningún café, té, cacao o cualquier otro producto debe ser considerado ético, sostenible o justo hasta que todas las niñas en las comunidades que los producen puedan asistir a la escuela secundaria.
La gente ha perdido la confianza en que sus vidas pueden mejorar y en que las instituciones están de su lado. En consecuencia, esto ha llevado a la apatía, la depresión, la desesperanza y, en algunos casos, al desarrollo de puntos de vista radicales. Este ciclo debe ser detenido antes de que consuma nuestro futuro colectivo.
Nos enfrentamos a un desafío sin precedentes. En todo el mundo, 130 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. Más de 60 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares por la fuerza. A pesar de las condiciones precarias en que viven, existe una grave escasez de fondos para ayudar a esas personas, lo que plantea cuestiones básicas sobre la solidaridad mundial en un mundo de gran riqueza.
Da la impresión de que estamos abocados a unas nuevas elecciones generales. De los muchos aspectos que se podrían comentar, solo quiero fijarme en uno, bastante básico pero que suele pasar desapercibido. En realidad, ¿qué nos jugamos en las elecciones generales? Es decir, ¿hasta dónde pueden llegar el Estado-nación, su Parlamento y su Gobierno?
La semana pasada en el campamento de refugiados de Zaatari, en Jordania, conocí a una niña siria que me dijo que quería ser intérprete. Conocí a un niño que estaba deseando volver al colegio. Me conmovió ver cómo se aferraban a sus sueños. Hoy en día, el número de sueños de ese tipo asciende a millones.
Este año, las Naciones Unidas elegirán a su próximo secretario general. Necesitamos al mejor candidato posible para el empleo. Con frecuencia se dice que éste es el empleo más imposible del mundo. Y, habida cuenta de los expedientes que asumirá el próximo secretario general de las Naciones Unidas el 1 de enero de 2017, es fácil comprender por qué.