novela diaria era tan suave

Capítulo XLV: El barco

Capítulo XLV: El barco

Esta vez, además de atarle las manos y los pies, le habían vendado los ojos. Una precaución inútil, porque los tenía tan hinchados tras la paliza recibida que le resultaba casi imposible abrirlos. Aún así, se dio cuenta de que le metían de nuevo en el maletero de un coche.
Capítulo XLIV: Los Geos

Capítulo XLIV: Los Geos

Fuerzas Especiales... El Capitán Pescanova tenía la impresión de que el título les quedaba un poco grande a los Hombres Balay. Aquellos tipos podían ser perfectos para presentar un catálogo de electrodomésticos a ritmo de chachachá, pero intervenir en un secuestro...
Capítulo XLIII: El primo

Capítulo XLIII: El primo

Aunque el Capitán Pescanova aún no lo sabía, Mister Proper sí había escuchado lo de geolocalizarse. Se conectó a Google maps y puso un SMS con sus coordenadas al número del policía. Pero mientras lo estaba haciendo, escuchó ruidos que provenían de la puerta.
Capítulo XLII: El otro coronel

Capítulo XLII: El otro coronel

A la mañana siguiente, el Capitán Pescanova llegó a la comisaría temprano. Y nada más entrar en su despacho, descubrió que tenía visita. Una no demasiado grata, por cierto. Sanders no era su superior directo, pero llevaba una eternidad en el cuerpo y tenía mucho poder.
Capítulo XLI: El gaitero

Capítulo XLI: El gaitero

Fue probablemente la peor noche de toda su vida. Aquel espeluznante gemido siguió atormentándole durante horas, siempre acompañado de un hedor cada vez más vomitivo. Mister Proper estaba tan asustado que no se atrevió a moverse de la cama.
Capítulo XL: El conejito

Capítulo XL: El conejito

Estaba al fondo, hablando por teléfono, sentado ante una gigantesca mesa de caoba, encima de la cual, había un gran retrato suyo en el que una despampanante rubia, vestida únicamente con unos tacones altísimos y una gorra de policía, le hacía una felación.
Capítulo XXXIX: La finca

Capítulo XXXIX: La finca

Mister Proper le siguió. Aún llevaba el móvil de Cinecito oculto entre su ropa. Rezó para que Michelín, que marchaba pegado a su espalda, no se diera cuenta. Llegaron hasta una gran puerta cerrada con varios cerrojos. El gigante de caucho la abrió y le empujó dentro.
Capítulo XXXVIII: La lugarteniente

Capítulo XXXVIII: La lugarteniente

El Capitán se sirvió un güisqui de malta y se sentó en una tumbona. La estancia estaba decorada con frescos murales que representaban las posturas del Kamasutra con el conejo blanco de Alicia en el País de las Maravillas y la propia Alicia.
Capítulo XXXVII: El chivato

Capítulo XXXVII: El chivato

Lo primero que sintió Mister Proper al abrir los ojos fue un dolor insoportable en la cabeza. Trató de incorporarse pero le fue imposible. Le habían atado. Y aunque no veía absolutamente nada, dedujo pronto que se encontraba en el interior del maletero de un coche.
Capítulo XXXVI: Curro

Capítulo XXXVI: Curro

Curro era un tipo de lo más extravagante. Un ave blanca de raza indefinida con una cresta enorme y una extraña nariz, ambas de color arco iris. Desde el año 92, en que se celebró la Exposición Universal de Sevilla, no se le había conocido ocupación alguna.
Capítulo XXXIV: La gitana

Capítulo XXXIV: La gitana

La gitana no pensaba dejar escapar un cliente así como así. A esas horas no había demasiados. Le agarró del brazo con insistencia. Pero en el momento en que entró en contacto físico con él, su cara adquirió una expresión de terror y le volvió a soltar de inmediato.
Capítulo XXXIII: La esclava

Capítulo XXXIII: La esclava

Lacoste estaba bastante nervioso. Normal, por otro lado, teniendo en cuenta la audiencia que tenía. Los matones no se habían movido de su sitio. Seguían de pie, junto a la entrada del salón, mirando fijamente al lagarto con cara de pocos amigos.
Capítulo XXXI: El guerrero

Capítulo XXXI: El guerrero

Desde su escondite, Mister Proper vio abrirse las puertas principales del salón. Tres hombres de aspecto poco recomendable irrumpieron en la pieza: una especie de guerrero vikingo, seguido por dos impresionantes gorilas.
Capítulo XXX: La bella

Capítulo XXX: La bella

Sentado en aquel elegante sofá, con su vaso de whisky en la mano, el capitán Pescanova no acababa de encontrarse cómodo. No era, ni mucho menos, su primera vez en un burdel. Sin embargo, en aquella enorme mansión, con sus jarrones chinos y sus alfombras persas, se sentía fuera de sitio.
Capítulo XXIX: El polista

Capítulo XXIX: El polista

A las 2 y cuarto, vio como llegaba en su flamante deportivo, abría el acceso al garaje con un mando a distancia y entraba en la vivienda. Mister Proper aguardó hasta el último momento y justo antes de que la puerta se cerrase, se coló sigilosamente en la casa.
Capítulo XXVIII: La reina

Capítulo XXVIII: La reina

Una oronda mujer, vestida igual que la Reina Victoria de Inglaterra y con un penetrante aroma a ginebra, le abrió la puerta. -Oh, veamos, ¿qué tenemos aquí?, un lobo de mar con ganas de divertirse. Bienvenido almirante. Pase, por favor.
Capítulo XXVII: El camello

Capítulo XXVII: El camello

Pasaban 20 minutos de las 10 de la noche cuando el camello entró en el bar, pidió una Coca Cola Light y cambio de cincuenta euros en monedas, y se puso a jugar a la máquina tragaperras. En realidad no era camello, sino dromedario.
Capítulo XXVI: La casa

Capítulo XXVI: La casa

Tras cabalgar durante algo más de una hora a trote constante, el vaquero se detuvo ante una mansión a las afueras de la ciudad. Ató el caballo a una farola y llamó a la puerta. Alguien abrió y tras escrutarle detenidamente, le invitó a entrar.