En un discurso europeísta como nunca, el rey llama a creer en el proyecto europeo de paz, "absolutamente vigente" pese a la amenaza de la guerra y las "dudas" existentes.
En ellas "converge el espíritu de varias generaciones que, desde el respeto por la hondura de las raíces del flamenco, han sabido modernizar y adaptar su esencia".