Yamile Saleh se levanta muy temprano los martes para tomar el autobús rumbo a Caracas. Va cargada con ropa limpia, comida, dulces, libros o periódicos, y la ansiedad que llevan en sus entrañas las madres de los jóvenes considerados presos políticos que mantiene el Gobierno venezolano.
Si ha acabado la "lucha armada", ¿por qué los presos siguen militarizados, prietas las filas, hipotecado su futuro individual y el de sus familias por la unidad del colectivo, sometidos a los intereses de otros?