El día que dejé de vivir en el campo y me mudé de nuevo a la ciudad supe que, a pesar de todo, los bosques que me habían visto crecer durante todo un año viajarían conmigo para siempre, sin importar cuál fuera mi destino. Lo que nunca imaginé es que la noticia de que una parte de esos magníficos bosques estaban siendo talados me haría llorar.
Hoy es mi cumpleaños y he decidido pasarlo alejada de la civilización, con unas polainas que me protegen de la eventual picadura de una víbora de cascabel y lista para una caminata de más de cuatro horas por un bosque casi virgen. El inicio de la expedición ya es una pequeña aventura.