El Congreso Nacional del Pueblo de China elimina el límite de dos mandatos para el presidente y le abre la puerta a mantenerse indefinidamente en el poder.
En un par de semanas, China estrenará el Año del Gallo. En el orden interno, en lo económico seguirán las reformas estructurales con las dificultades habituales, la reducción de la contaminación seguirá subiendo peldaños en la agenda y en lo político, la atención estará en el XIX Congreso del Partido Comunista, a celebrar en otoño.
La Corte Suprema de Hong Kong se pronunció recientemente a favor de las tesis del Gobierno central en Beijing, invalidando la toma de posesión en el Consejo Legislativo de dos diputados independentistas que violaron las normas de la Ley Básica al prestar juramento.
Las promociones internas en los próximos meses nos indicarán cómo evoluciona la carrera política de algunos, a sabiendas de que entre todos ellos no existen grandes diferencias políticas. Tanto los más liberales como los neomaoístas han sido orillados convenientemente hace tiempo y la coincidencia en esa combinación de refuerzo del control del PCCh con dosis calculadas de liberalización económica goza de amplio consenso en la cúpula del Partido.
Las veladas críticas de China a Corea de Norte y su insatisfacción con el comportamiento del díscolo vecino no equivalen a una identificación con las posiciones occidentales. Tampoco a una hipotética neutralidad. China teme los riesgos derivados de una emergencia nuclear en Corea del Norte, pero parece haber perdido capacidad de influencia en su aliado y las relaciones son frías.