Difama que algo queda

Difama que algo queda

Cuando una persona se expone a la vida pública, asume una serie de consecuencias y entiende que, como todo en la vida, siempre habrá gente a la que no le guste lo que haces. La crítica constructiva es muy saludable. Sin embargo, para lo que me ha ocurrido en estos días no te prepara nadie, ni mucho menos para ver el sufrimiento y la impotencia de tu familia y los que te quieren.

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Imagen: ISTOCK

He de admitir que este no iba a ser mi primer post pero a veces la vida te enfrenta a situaciones inesperadas, desagradables, con las que nunca pensabas que te ibas a topar. La conclusión de lo que estoy pasando durante los últimos días es que las redes sociales, aunque son un gran avance en la comunicación y el flujo de información, pueden crear una indefensión contra la que no puedes luchar de ninguna manera y que esta sociedad 3.0 debería plantearse cómo pueden convivir la libertad de expresión y la protección ante delitos contra el honor.

Hace apenas unos meses decidí cambiar mi tranquila vida profesional y entrar en la política de forma activa. Me dije a mí misma que quizá era el momento de devolverle a la sociedad lo que me había dado e intentar cambiar cosas que no me gustaban de nuestra política actual. Entré a formar parte de la "nueva política", si bien en un partido tradicional y sin haber sido nunca antes militante. Un camino con fecha de retorno y sin intención de perpetuarse.

La democratización y globalización del flujo informativo tiene peligros, pero el más grave es la falta de rigor al contrastar una noticia, así como la proliferación de pseudo medios digitales que están acabando con el periodista profesional. El problema no es de la herramienta sino del que hace un mal uso de ella. ¿En qué momento las redes sociales se han convertido en el oráculo de la verdad? ¿Con qué derecho alguien se ve en la situación de juzgar, acosar e incluso atacar a alguien por algo que lea en una red social sin contrastar su veracidad? ¿Desde cuándo hay tanto odio hacia formas de pensar distintas? Durante estos días, no solo se me ha difamado e injuriado mediante una suplantación de personalidad en internet sino que he tenido que soportar el acoso y los insultos, incluso en persona, de gente que se cree en una situación de superioridad moral para hacerlo, muchos de ellos amparándose en la religión. Curioso que alguien que se considere cristiano tenga ese tipo de actitudes radicales con el prójimo y que la víctima, en este caso, sea la que carezca de la presunción de inocencia.

Cuando una persona se expone a la vida pública, asume una serie de consecuencias y entiende que, como todo en la vida, siempre habrá gente a la que no le guste lo que haces. La crítica constructiva es muy saludable. Sin embargo, para esto no te prepara nadie, ni mucho menos para ver el sufrimiento y la impotencia de tu familia y los que te quieren.

Y todo esto me hace reflexionar respecto a una falta de madurez y empatía como sociedad, ya que si se da credibilidad y se esparcen las informaciones sin verificarlas, te conviertes en cooperante de un delito y del ataque a la víctima. ¿Realmente queremos una sociedad en que linchemos a una persona por lo que se supone que dice en internet aunque se esté advirtiendo que es víctima de un delito? ¿Es necesario lapidarla aunque sepas que es una suplantación porque "además eres de izquierdas y mujer"? Cuánta cobardía tanto en los que acosan e insultan parapetados tras un nick, como los que usan este tipo de ataques para hacer daño y calumniar. A mí, sinceramente, me ha mostrado una parte de la sociedad española que me asusta y de la que no me siento nada orgullosa como parte de este país.

¿Qué repercusión tendrá todo esto en mi reputación y en mi honor? Difama que algo queda, ya se sabe. No estoy en posición de calibrarlo pero lo que tengo muy claro es que no voy a dejar de actuar como lo hago.

Este post fue publicado originalmente en el blog de la autora