La dura lotería de la vida

La dura lotería de la vida

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Todos conocemos la Lotería Nacional y muchos jugamos todas las Navidades por si nos da una alegría. En este tipo de loterías, hay dos resultados posibles: perder poco o ganar mucho. Pero, en la vida, hay muchas cosas que la naturaleza decide echando una moneda al aire y que yo llamo 'duras loterías' porque no tenemos ningún tipo de control sobre ellas y, en vez de perder poco, en estas se puede perder muchísimo. Los resultados posibles en este caso son tener una vida muy difícil o tener una vida 'normal' y, muchas veces, pasar por ella sin pena ni gloria porque no somos conscientes de la buena suerte que hemos tenido.

El otro día en una clase de zumba una mujer se quejaba de que su hija tenía que vivir con ella porque su sueldo no le daba para independizarse y otra mujer, indignada, añadió «claro, la culpa es de los de fuera que ¡se llevan todas las ayudas!». No se han dado cuenta de que, realmente, esa hija ganó el gordo en la dura lotería que decide nuestro país de origen y familia en el instante en que nacemos. Ella no ha tenido que salir corriendo de un país en guerra y dejar a la mitad de su familia enterrada entre escombros.

Otro hombre pasea por la calle y tuerce el ceño cuando ve a una familia homosexual. Él es heterosexual y se siente superior. No se ha dado cuenta de que la orientación sexual que recibimos es una lotería y de que él ganó ese día. Y, cuidado, no digo que ganó porque ser heterosexual sea en ningún sentido mejor que ser homosexual. Lo digo porque tuvo la suerte de recibir la orientación sexual fácil por ser la predominante, la que toda la sociedad acepta, la que le ha permitido ir por la vida sin miedo a ser discriminado, sin tener que sufrir los insultos de quienes tratan de enfermos a los homosexuales, sin tener que mirar alrededor por las noches por miedo a acabar tirado en una esquina ensangrentado y con los huesos rotos. Lo mismo podríamos decir de la identidad de género.

Seamos todos un poco más tolerantes, intentemos ponernos en la piel del otro cuando no haya tenido buena suerte en la lotería de la vida.

La salud es otra gran dura lotería. Una joven mujer de veintitantos años está, en este mismo momento, esperando una operación para quitarle las glándulas suprarrenales. Con 16 años le quitaron el tiroides, pero no fue suficiente. El problema genético que sufre ha vuelto para dar más guerra. Este problema genético le viene de su padre. A la hermana de su padre le tocó la lotería genética ya que el ADN de su madre y su padre se combinaron de tal manera que ella no ha tenido problemas genéticos. Con el padre de la joven, sin embargo, los ADN de las mismas dos personas se combinaron mal y a él y a su hija les ha tocado sufrir. Este es un ejemplo de que, a veces, es puro azar que una parte de la familia pueda disfrutar de una salud envidiable y la otra se pase la vida en el médico.

La fertilidad es ya la confluencia de las duras loterías. Te tiene que tocar la lotería de la orientación sexual, porque si eres hombre y homosexual vas a sufrir infertilidad estructural. Si no tienes buena suerte en la lotería de la salud, hay mil enfermedades que te pueden impedir ser fértil y/o gestar, si eres mujer, aunque no estén directamente relacionadas con la fertilidad. Y, si te has librado de todos los problemas anteriores, te tiene que tocar la lotería de que la naturaleza decida que te puedes quedar embarazada y que el embarazo va a ir bien. Muchos embarazos, sin que nadie pueda explicar por qué a día de hoy, acaban en abortos espontáneos, aunque no se hable mucho de ello. En otras palabras, la gran mayoría de mujeres que necesitan recurrir a la gestación subrogada por su incapacidad para gestar tienen una historia muy dura a sus espaldas.

Nuestras vidas se ven afectadas por muchísimos factores sobre los que no tenemos ningún control. Por lo tanto, por favor, seamos todos un poco más tolerantes, intentemos ponernos en la piel del otro cuando no haya tenido buena suerte en la lotería de la vida.