A mí no me importa la RAE

A mí no me importa la RAE

Getty Images

¿Vale la pena enojarse con la RAE por cada vez que rechaza las expresiones del lenguaje inclusivo? Considero que pedir grandes cambios a una institución tan vetusta como el machismo en la sociedad supone una larga espera, a veces infructuosa. Y, a la vez creo, que desde un sector del feminismo se mira en exceso a esta institución cuya tarea no es inventar el lenguaje, sino recoger algunas expresiones.

Hace muchos años que indago en el sexismo de nuestra lengua y solo diré que sí creo que el español es sexista y que ninguna palabra es ingenua. Yo como feminista no consulto un diccionario antes de hablar. Podrán refutarme con justicia que si una palabra aparece en el diccionario se convierte en una palabra legitimada. Sin embargo, antes de esa "bendición" tuvo que pasar el uso consuetudinario que le dio el valor, que la volvió viva. En el feminismo, las palabras fueron surgiendo con cada confirmación de las asimetrías de poder a la que fuimos (y somos) sometidas las mujeres, y así dejamos en claro que homicidios no es lo mismo que feminicidio (femicidio) o que si una mujer es la que preside la llamaremos presidenta.

Las feministas no hablamos como reinas ni princesas, más bien somos pueblo, calle y barro

La RAE es una institución que mira ceñudamente a quienes interpelan su sexismo diciendo primero que no es correcto decir "todas y todos" y que luego duplicó su apuesta al señalar la semana pasada que a causa de "la insistencia en afirmar que el masculino genérico invisibiliza a la mujer", la empresa Aceites y Energía Santamaría sostuvo que no pagó los atrasos a sus "trabajadoras" porque el convenio sólo habla de "trabajadores". Aunque, pocas horas después dijo que no era correcto nombrar al ejecutivo de Pedro Sánchez, como Consejo de Ministras y Ministros (a pesar de estar constituido por 11 ministras y 6 ministros) y en ese momento abracé el tuit retrucador de la feminista y diputada de Podemos, Beatriz Gimeno: " Nosotras hemos decidido que sí es aceptable y lo usaremos hasta que dentro de 100 años la RAE tenga que aceptarlo. El lenguaje, amigos, no espera a la RAE". Horas después la institución aprobó esa expresión y con ese gesto el lenguaje inclusivo habría ganado una gran batalla.

Los feminismos son revolucionarios, disruptivos, mezcla de calle, academias progresistas e insumisión, por eso me niego a seguir esperando bendiciones de una institución que desde sus inicios tuvo constante relación con la corona española. Las feministas no hablamos como reinas ni princesas, más bien somos pueblo, calle y barro.

Sé que pasarán décadas para que la RAE acepte la palabra que nos hermana: "sororidad". Pero también sé que la seguiremos usando. Y así, un día Juan, mi hijo, buscará esa palabra en el diccionario virtual del español y el buscador no tirará por defecto la palabra "sonoridad".

Las feministas con justicia y humanismo hemos acudido a la creatividad para poner en jaque al lenguaje y lo que decimos se entiende y se entiende tanto que incomoda. Es que la ginopia es difícil de reconocerla más cuando se lleva más de tres centenios en ese error. Y justamente, ginopia es una palabra aún no aceptada por la RAE y que apunta a la imposibilidad de ver lo femenino o invisivilización de la experiencia femenina. La sociedad crea las palabras, les da sentido y quizás cien años después vendrá la RAE para ponerla en letra de imprenta en su diccionario. Mientras tanto, nada censura nuestra creatividad, nuestro decir.

A mí me gusta defender mis derechos sin acercarme a academias acartonadas y amo marchar en las calles de esta Argentina que arde de feminismo, gritando: ¡"Vamo´las pibas "! (así, sin la "s" al final del verbo), así nos abrazamos más allá de lo indique el "buendecir", por eso digo que seguiré gritando como quiero y otorgando sentido a cada palabra, porque a mí no me importa la RAE.

Síguenos también en Facebook de HuffPost Blogs