La herencia de RTVE

La herencia de RTVE

El PP ha seguido aplicando el modelo socialista que denunciaron en el pasado, donde el sector privado financiaba la mitad (no han propuesto un canon o la vuelta de la publicidad), pero han recortado la parte que viene de los presupuestos, sin dar una alternativa. Y así no es viable. Volveremos a la deuda, o peor, a la quiebra de RTVE.

Dimite el Presidente de la Corporación RTVE. Lo hace porque el Gobierno, su Gobierno, el que le nombró cambiando la ley para que no fuera necesario el consenso, está asfixiando a la radio y la televisión públicas. Él lo sabe, porque lo sufre, mejor que nadie.

Como ponente que fui de todas las leyes que el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero puso en marcha para modernizar RTVE, me veo en la obligación de hacer un breve repaso que espero sirva para que los lectores entiendan mejor qué está pasando con su televisión, la pública, la que nos ha acompañado a todos los españoles durante más de medio siglo.

En 1996, un joven Aznar hizo campaña contra el Gobierno socialista de Felipe González y uno de los ejes fue RTVE. La televisión tenía mucha deuda y mucha manipulación a ojos de Aznar.

Aznar llegó al Gobierno, y ocho años después RTVE había multiplicado por cinco su deuda y había recibido sentencias condenatorias por manipulación informativa por primera vez en su historia. Era la televisión de Urdaci, que deletreaba airado "Ce Cé Oo Oo" ante las cámaras tras dicha sentencia. Pero también la que nos sonrojó a todos los ciudadanos en el tratamiento de asuntos como la crisis del Prestige o de los terribles atentados del 11M.

De nuevo, un joven candidato, llamado Zapatero, denunció en una campaña electoral -hablo de 2004- la manipulación y la deuda de RTVE. Los ciudadanos nos dieron la oportunidad a los socialistas de demostrar que no éramos lo mismo, y lo hicimos, vaya si lo hicimos.

Aquella legislatura comenzó con la retirada de las tropas de Irak y siguió con la extensión de derechos sociales y libertades públicas, también de reformas de calado en la calidad de nuestra democracia, como la reforma de RTVE.

Por primera vez en la historia, un Gobierno se puso manos a la obra y cumplió a pies juntillas con su firme compromiso electoral respecto a los medios de titularidad pública: desgubernamentalizar RTVE y hacerla económicamente viable.

Zapatero se comprometió a que un comité de expertos hiciera una propuesta para la reforma, y se hizo. Esa propuesta de los expertos fue la base para un proyecto de ley que se convirtió en ley en 2006 por la cual se liquidaba el Ente RTVE y nacía la Corporación RTVE, limpio de polvo y paja, sin deuda, y sin el control del Gobierno, porque la nueva ley obligaba al consenso de la mayoría reforzada del Parlamento.

Los directivos de RTVE ya no eran cargos designados a dedo por el Gobierno, ahora eran elegidos por el Parlamento y con el concurso necesario de la oposición. Con ello, volvió el pluralismo, volvieron hasta los debates que habían desaparecido de RTVE, y los profesionales, especialmente los de informativos, pudieron trabajar con la libertad y la dignidad que requiere su tarea.

Pero no paramos ahí. Una vez desgubernamentalizada RTVE había que hacer frente a dos grandes retos: la transición a la Televisión Digital Terrestre y el modelo de financiación de RTVE, para no volver a caer en la deuda.

Y RTVE arrancó fuerte en la TDT, con canales temáticos de gran calidad y mucho éxito como 24 Horas, Teledeporte y sobre todo Clan, un canal infantil de calidad y libre de publicidad. Toda una oferta ejemplar de servicio público de televisión.

Faltaba lo económico, y no era fácil. Hubo que abordar un Expediente de Regulación de Empleo que afortunadamente fue consensuado con los sindicatos y votado masivamente por los trabajadores de RTVE en urna.

Se liquidó el Ente que se llevaba la deuda y nació la Corporación, con el contador a cero.

Y fuimos más allá. Nuestro modelo de referencia siempre fue la BBC, su prestigio, su calidad, su servicio público, su presencia global y su ausencia de publicidad, que la hacía libre de tener que competir en formatos que no podríamos calificar como de servicio público. Si quieren autocrítica, nos faltó potenciar el papel de TVE Internacional que tanto puede hacer por nuestro idioma en el mundo o por nuestra imagen exterior (los británicos lo saben bien y lo hacen con su BBC).

Sin embargo, a diferencia de la BBC, donde los ciudadanos británicos pagan un canon, en España fuimos al modelo francés, donde el sector privado financiaba en parte al público (no olvidemos que ese sector privado era el principal beneficiado de la desaparición de la publicidad en TVE).

Nunca contamos con el apoyo del PP, nunca nos dijeron cómo financiar RTVE sin poner un nuevo impuesto directo ni incrementar la cantidad en los Presupuestos Generales del Estado. No sólo eso, apostaron porque la Comisión y la justicia europea echaran abajo nuestro modelo, pero no fue así.

El nuevo modelo era legal, viable y suficiente. Antes, RTVE se financiaba en dos mitades: presupuestos y publicidad, después de la nueva ley, el sector audiovisual y de las telecomunicaciones cubrían la parte de la publicidad.

Y funcionaba. Pero el PP volvió al Gobierno.

Primero cambiaron la forma de elección del Consejo de Administración, sustituyendo la mayoría reforzada por una simple. Con ello, el PP devolvía al Gobierno el control de RTVE, un retroceso democrático intolerable, donde la sede de la soberanía popular volvía a perder peso.

Luego recortaron sus presupuestos, sin dar una alternativa. Siguieron aplicando el modelo socialista que denunciaron en el pasado, donde el sector privado financiaba la mitad (no han propuesto un canon o la vuelta de la publicidad), pero han recortado la parte que viene de los presupuestos, sin dar una alternativa.

Y así no es viable. Volveremos a la deuda, o peor, a la quiebra de RTVE, o iremos a una televisión pública sin público.

Los directivos de RTVE lo saben bien. Por eso se va el Presidente. Pero se quedan los que están acabando con más de medio siglo de servicio público. Me quiero dirigir a todos aquellos que siguen pensando que somos iguales: aquí tienen un ejemplo más, la radio y la televisión pública, donde la historia demuestra que somos lo opuesto.