'Corrientes de amor'

'Corrientes de amor'

Corrientes de amor, mi nuevo libro, es una colección de cuentos, variaciones de amor y desamor, de amores posibles e imposibles, momentos que atrapan un instante (complicado, decisivo) en las vidas de los hombres y mujeres, sobre todo, mujeres, que pueblan sus páginas. Gente que viaja, que huye, que recuerda, que busca su lugar, que mira hacia delante.

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Empecé a escribir con ocho o nueve años. En la cocina de la casa de mis padres, los sábados por la mañana. Eran mañanas luminosas, sin colegio. Mi padre estaba trabajando y mi madre, en aquella cocina llena de luz, escuchaba música en la radio y preparaba la comida. En una esquina, rodeado de mis primeros libros y cuadernos, sentado en una pequeña silla de madera y utilizando una de las banquetas como mesa, escribía. Cuentos: eso fue lo primero que escribí. Basándome en los personajes de los libros de Los Cinco y de la familia de los inolvidables hermanos Zipi y Zape, mis lecturas favoritas por entonces, escribía mis propias historias. Grapaba las hojas, les ponía un vistoso título y se lo enseñaba a mi madre, siempre pendiente de mis tareas. Mi madre fue mi primera lectora. No conservo ninguno de aquellos cuentos. Ella, tampoco. Una lástima. Desde aquellos momentos, los de mis ocho o nueve años, a los actuales, en los que acabo de cumplir cuarenta y cuatro, no he dejado nunca de escribir.

Cuentos, novelas, artículos, diarios... He publicado siete libros. Dos de ellos son novelas. El resto, se trata de prosa miscelánea. Mi séptimo libro, el que ahora publico, es mi primer libro de cuentos. Pese a los muchos cuentos (de mayor o menor extensión) que he escrito a lo largo de estos años y de haber recibido algunos premios y de haber quedado finalista en otros, es el primero que publico de un género que me apasiona como lector y como escritor. No es un terreno fácil. Hay que estar siempre alerta: no dejar que en el texto falte ni sobre una sola palabra. Algo parecido a lo que sucede con los poemas. Es un género exigente. Hay grandes escritores a los que admiro y que comencé a leer muy pronto, poco después de aquellas luminosas mañanas de sábado. Antón Chéjov, Truman Capote, Alice Munro, Soledad Puértolas, Ana María Matute, John Fante, Raymond Carver, John Cheever, Cristina Fernández Cubas, Carson McCullers, Ignacio Aldecoa... Sus libros siempre están ahí, al alcance de la mano. Muchas veces he pensado cómo resolverían ellos algunas de las cuestiones que se plantean mis protagonistas. Siendo sinceros, a todos nos gusta fantasear. Definitivamente, los escritores somos gente un poco extraña. Pensando en palabras y pensando qué harían otros con esas mismas palabras. Qué le vamos a hacer. Es lo que hay. Somos así. Buscamos nuestro camino revisando el camino que otros han recorrido previamente.

Corrientes de amor (Ediciones Trabe), mi nuevo libro, es una colección de cuentos, variaciones de amor y desamor, de amores posibles e imposibles, momentos que atrapan un instante (complicado, decisivo) en las vidas de los hombres y mujeres, sobre todo, mujeres, que pueblan sus páginas. Gente que viaja, que huye, que recuerda, que busca su lugar, que mira hacia delante. Cuentos que nos advierten que la vida no es fácil, que va en serio y que eso lo descubrimos -tal vez- un poco tarde. Todos los cuentos están atravesados por esas corrientes de amor del título, que les da unidad. Porque está bien que los libros de relatos tengan un  denominador común. El amor, en casi todas sus variantes, aquí presente. O como escribió John Cheever: "La espectral compañía del amor siempre con nosotros".